Un cazador, acompañado de su hijo de 6 años, abate el corzo más extraño
Crónicas de caza

Un cazador, acompañado de su hijo de 6 años, abate el corzo más extraño

El niño, tremendamente aficionado a la caza, pese a su corta edad, fue quien avistó el ejemplar cuando ya habían desistido de cazar y se iban a retirar.


Friedrich es un cazador de Hesse (Alemania) que además de practicar la actividad cinegética tiene un negocio relacionado con ella. Se dedica profesionalmente al diseño de insignias de caza de su propia marca: “Jagdabzeichen”.  Se pueden apreciar sus producciones en la web jagdabzeichen.com y también en su perfil de Instagram.

Una pasión heredada

El hecho de que su tiempo de trabajo, así como gran parte del de ocio, esté tan enfocado en la caza ha hecho que su hijo Jöger, con tan solo 6 años, haya heredado su pasión. “Las horas y experiencias pasadas cazando con su padre permanecerán para siempre en su memoria y le formarán en su vida para llevar esta pasión por la caza a la siguiente generación”,  reflexiona su padre.

Tal es la afición del niño que ya sabe diferenciar perfectamente las especies, los sexos e incluso reconoce cuándo un trofeo tiene alguna deformidad. Prueba de esto último la tenemos en un extraño corzo con el que pudo hacerse en un rececho muy especial. Especial y representativo porque fue Jöger quien avisó a su padre de la presencia del animal y de la peculiaridad de su cuerna.

Rececho de padre e hijo

El rececho tuvo lugar justo al inicio de la temporada, una tarde de primavera en la que el niño estaba tan nervioso o más que su padre y muy emocionado por acompañarle en esta aventura.

Ambos iban pertrechados con ropa de abrigo, prismáticos y algo de comida, conscientes de que la jornada podía ser corta o hacerse realmente larga. La caza es incierta y así lo ha aprendido el pequeño Jöger.

Padre e hijo inspeccionaron bosques y prados para finalmente decantarse por la ubicación en lo alto de una torreta, con vistas a unos sembrados muy propicios para el corzo. Fue un caso de "esperar y ver". Y así, esperando, pasaron algo más de una hora sin conseguir ver nada.

Era tarde, comenzaba a oscurecer y el pequeño tenía clase al día siguiente, por lo que estaban pensando en ir a casa cuando, de repente, haciendo honor a la incertidumbre que antes mencionábamos, su hijo giró los prismáticos y vio el ejemplar.

El pequeño, nervioso, tocó el brazo de su padre y le pidió, repetidamente, que disparara. Tras valorarlo, Friedrich puso el punto de mira sobre el animal y efectuó un disparo certero. El ungulado cayó y el pequeño Jöger, que no cabía en sí de gozo, fue corriendo a ver “su corzo”. Había reconocido de inmediato, en la distancia, que se trataba de un ejemplar fuera de lo común y era todo un mérito para un cazador de tan corta edad.

Su padre con profunda emoción nos cuenta que el niño “tiraba del animal él solo y con mucho orgullo”.  Contemplar esa escena hizo a Friedrich el hombre más feliz.

No image

El pequeño, de solo 6 años, acompaña a su padre en las cacerías y demuestra una gran afición y conocimientos.

Saber transmitir los valores correctos, mostrar la belleza de la actividad cinegética y enseñar a practicarla de forma ética son algunas de las claves que consiguen enamorar a los más jóvenes. Sin duda Friedrich ha sabido hacerlo y prueba de ello es la pasión que ha desarrollado Jöger con tan corta edad.

Enhorabuena, compañero.

Comparte este artículo

Publicidad