Caza un impresionante corzo gallego con peluca, uno de los trofeos más perseguidos
Lugo

Caza un impresionante corzo gallego con peluca, uno de los trofeos más perseguidos

Un cazador de Lugo captura un peculiar ejemplar de corzo.


Francisco José Meilán Fernández, de 43 años, natural de Chantada (Lugo), es gerente del Hotel Río Bubal y cazador desde los 18, aunque ya desde niño sintió la pasión por la caza. Ha sido su padre, a quien acompañaba tras la perdices desde muy temprana edad, quien le ha inculcado los valores de la actividad cinegética.

Pasión por el corzo

Bajo la influencia de Oscar Garriga, activo cazador y autor del libro Los corzos de mi pueblo  y de otro amigo salmantino, se interesó también por los recechos, especialmente por el rececho de corzo. Por todo esto, a día de hoy, sus especies favoritas son la perdiz en la caza menor y el duende del bosque de la mayor.

El corzo le apasiona por muchos motivos, pero especialmente por la dificultad y el trabajo previo que conlleva hacerse con un ejemplar. Hay que dedicar tiempo a controlarlo, a conocer las zonas que frecuenta, a observar sus costumbres y horarios… en definitiva, la caza del corzo es sinónimo de esfuerzo y perseverancia.

Es precisamente esa constancia la que, en ocasiones, se ve recompensada con animales muy peculiares como es este último con el que se ha conseguido hacer Fran y cuyo lance nos relata a continuación:

Abatir un corzo peculiar es el resultado de muchas horas en el monte.

Tras dos semanas revisando las cámaras de foto trampeo, el 17 y 19 de abril el animal se dejó ver. Este ejemplar, comenta Fran, le pareció haberlo divisado un par de meses antes cruzando una carretera con la cuerna cubierta de pelo. Por aquel entonces, pensaba que se trataba de un corzo más que aún no había tirado la borra, pero no. La alegría al verlo tras la pantalla fue aún mayor: «era él».

Salió unos cuantos días en su búsqueda, prismáticos en mano, y junto a cuatro o cinco amigos con los que habitualmente caza, le hizo varias esperas con los que suele cazar habitualmente, le hizo varias esperas aunque sin ningún éxito.

Como amigos que son, además de compañeros de caza, no son envidiosos ni recelosos entre ellos y, mediante un sorteo, fue Fran quien tuvo la suerte de colocarse en el prado donde salió el corzo.

El lance

Ayer lunes 24, echaron a suertes las zonas que iban a recechar. A Fran le tocaron unas carballedas y unos prados en los que, ya cayendo la noche, y a unos 152 metros avistó el que era su objetivo. Cuando vio esa peluca tan característica, decidió ajustar los aumentos para ejecutar el lance pero, entonces, el corzo le sorprendió como nunca le había ocurrido: comenzó a correr hacia donde él estaba y paró en seco para orientarse, a escasos 70 m de Fran. «La entrada nos la hizo él a nosotros» —bromeaba Meilán. «Me temblaba el cuerpo entero de la adrenalina; pensaba que me embestía; parecía que venía encelado».

Bajó los aumentos de golpe, tan rápido como los nervios se lo permitieron, lo metió en la cruz y accionó el gatillo.

El batidor lo vio caer un instante después de efectuar el disparo y respiró profundamente. El Sauer 101, calibre 7mm rem mag, había hecho su labor y únicamente una bala RWS ks fue necesaria: el corzo, al fin, era suyo.

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Francisco Meilán, exultante junto al corzo con peluca. El corzo tenía un solo testículo.

Cuando fue a cobrarlo se emocionó. «¡Qué peluca!» —exclamó. Recuerda que sintió orgullo, satisfacción… un cúmulo de sensaciones difíciles de explicar. Afirma que está enormemente agradecido a sus compañeros y amigos quienes reconocieron su trabajo y tiempo invertido en el coto concediéndole la oportunidad de abatir este ejemplar.

Este corzo lo colgará en su restaurante para honrarlo a él y al recuerdo que se lleva de una experiencia única con los suyos.

«La caza desde luego es compañerismo y amistad, no la entiendo de otra forma».

No le faltan a Fran motivos para estar orgulloso de su gesta, dado el escaso número de ejemplares de corzo con peluca.

 

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