@Caza_duendes: «Lo importante es percibir aquello que es invisible para los demás»

@Caza_duendes: «Lo importante es percibir aquello que es invisible para los demás»

Conocemos el gran trabajo de Eugenio Martín captando instantáneas y vídeos del auténtico ‘duende de los bosques’: el corzo.


Eugenio Martín, un joven de 35 años natural de Riaza (Segovia), es torero de profesión, cazador por devoción y un entusiasta de las cámaras. Esa pasión por la fotografía y el vídeo es lo que le ha llevado a abrir la cuenta de Instagram @caza_duendes, un perfil dedicado al Capreolus capreolus.

El corzo se ha ganado el apelativo de “duende del bosque” por su sigilosa manera de aparecer y desaparecer repentinamente de la vista humana. Surgen por sorpresa en un claro de un monte, o entre los arbustos pero en décimas de segundo, ya no están, como si fuesen seres mágicos. Hay que tener mucha paciencia y mucho temple para poder captar alguna imagen de un corzo.

Pues nuestro protagonista, Eugenio Martín, lo consigue. A pesar de la dificultad que conlleva acercarse a un animal tan desconfiado e impredecible como es el corzo, la combinación del Iphone 14 Pro, el telescopio Gosky 20-60x80 y máxima dedicación, dan como resultado unos vídeos como el siguiente:

Un vídeo que me gusta mucho y está al alcance de pocos, como bien comento en la entrevista, es este, la regurgitación del corzo.

Martín pasa muchas horas en el campo, bien con el rifle al hombro bien telescopio en mano. Nos cuenta que, bajo su punto de vista, la grabación de animales salvajes requiere el mismo esfuerzo y sacrificio que la caza, y lo único que lo diferencia es accionar el gatillo o el disparador de la cámara “se necesita muchas grabaciones fallidas e imágenes movidas para lograr un vídeo bueno,  de la misma forma que abatir un corzo conlleva pasar muchas jornadas detrás de él”.

Una vida vinculada a la caza

Lleva cazando desde su infancia, y, a quién acompañó durante muchos años a todas sus jornadas. Aunque su progenitor ya no practica la caza, Eugenio ha cogido su testigo y no piensa soltarlo: “él me enseñó esta afición tan bonita y yo seguiré siempre su camino”

Pese a que le gustan todas las modalidades, su favorita es el rececho y su especie, sin duda, el corzo. Un animal al que podría pasar horas observando no sólo por su belleza física sino también por su peculiar comportamiento tanto con otros animales como con el medio: “ahora estoy y ahora desaparezco, para mí, un animal único”

Durante su vida cinegética ha tenido la suerte de jugar lances a diferentes animales y en distintos parajes y, cada una de las jornadas vividas, para Eugenio se convierte en un recuerdo especial. Cree firmemente que no todo es abatir un animal y que precisamente si algo hace especial la caza es la dificultad que conlleva, y en ocasiones, el azar. De hecho, nos cuenta que ha fallado más lances de los que ha acertado y que está muy orgulloso de cada fallo porque le han servido para ganar experiencia y crecer como cazador.

 

Uno de esos lances fue a un corzo, a escasos 50 metros. “pensé que lo tenía metido en la cruz, apreté el gatillo y… corría como si le persiguiese el diablo. Me apresuré y no lo apunté bien” —refería Martín.

Aprendió a no confiarse. Cuanto más fácil aparenta ser un lance, más precavido hay que ser a ojos de Eugenio, que hace especial hincapié en la importancia de mantener la calma  y  asegurar bien los disparos para evitar el sufrimiento al animal o que al menos, sufra lo menos posible “lo peor que nos puede pasar a todo cazador es dejar un animal herido y no poder cobrarlo”.

También quiso compartir con nosotros un episodio muy especial para él

Una mañana en tierras zamoranas divisó un corzo al otro de un barranco. No tenía consigo los prismáticos y la única óptica con la que contaba era el visor del rifle, así que se sentó en una piedra, lo más cómodo posible, a valorar al animal.

Era un corzo distinto, defectuoso, raro, de los que enamoran al segoviano. Por eso, decidió meterlo en la cruz, y apretar el gatillo.  Atónito observa cómo el animal se queda mirando para todos los lados, con desconcierto. “Tiro de cerrojo y se me encasquilla el rifle.  Con la mayor rapidez posible, sacó todas las balas y solo meto una; vuelvo a ponerme lo más cómodo posible mientras el corzo empieza andar poco a poco para perderse en el monte; lo meto en la cruz y aprieto el gatillo. Ahora sí. Ahora el corzo se pone de manos y cae seco”-narraba Martín. Baja el rifle y sonríe. ¡Lo había conseguido!

Inmediatamente hizo una video llamada a su padre para contarle lo vivido y para que, aunque en la distancia, le acompañara a cobrar el corzo, recordando a cuando lo hacían años atrás. “Fue una manera diferente de cobrarlo, pero lo importante fue que lo cobré junto a él aunque fuese a través de una pantalla”.

La caza para Eugenio, es sumergirse en la naturaleza y la fauna, es sinónimo de respeto, es volver a los origines del ser humano. “La caza no es solo abatir un animal o buscar un simple trofeo, la caza es mucho más que eso, para mí la caza es pasión, felicidad, desconexión…” y el futuro de la caza lo compara siempre al de su profesión cree que la unión del colectivo es el único camino que hay para que perdure la actividad cinegética.

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