La rosa de los vientos
Todavía es época de descanso vacacional, para los que tienen vacaciones, pero los jubilados tenemos un gran problema: no tenemos ni vacaciones, ni días festivos ni de descanso. Lo digo por experiencia y como aviso para los que nos siguen en la edad, «joven eres, viejo serás, según tú hagas, así te harán».
Soy de la generación de las eras, trillas y parvas, de cuando las labores del campo las hacían los hombres y animales de sol a sol, sin termómetros ni aire acondicionado, sin problemas de hielo, con un buen botijo relleno de agua del caño sin tratar. En fin, que nos vamos por las ramas, agosto es momento de apogeo para la recogida de las labores y el final de la temporada de la pesca de salmónidos, de cuando se cerraba la pesca con caña el día 15 y se iniciaba la pesca con pescadores tradicionales de barca, pértiga, redes, trasmallos y otras artes tradicionales.
Según han ido pasando los años, que no son tantos, hoy nos encontramos soportando calores de récord, buscando refugio y sombra a la vera de los alisos, pinos, robles, choperas… vamos, cualquier tipo de árbol donde sigan vivos, pues los incendios forestales nos están dejando España sin árboles, cobijarnos a su sombra a la orilla de cualquier masa de agua, donde pasar el tiempo y si es con una caña de pescar o un buen libro, mejor.
Lo importante es disfrutar del entorno, 2022 fue un año desgraciadamente complicado, aparte de las guerras, le sumamos la sequía y los incendios, es complicado poder contar historias de pesca y pescadores, vamos, de lo nuestro, cuando vemos los desaguisados y atentados contra la naturaleza que se están cometiendo por un interés que nadie entiende, vamos corriendo a todas partes, sin saber a dónde, en una carrera sin meta.
Veo en los medios de comunicación cómo millones de personas disfrutan de su merecido descanso, pero no he visto ni una sola imagen de los miles y miles de animales que han muerto por los incendios forestales de nuestra España, ciervos, jabalíes, vacas, ovejas, caballos, hormigas, abejas y una diversidad de animales y plantas que habitaban nuestros montes, ni de las cenizas que han ido a parar a nuestros ríos y lagunas. Toda una vida de trabajo, animales y forma de vivir, han desaparecido. Con los embalses pasa lo mismo, los individuos que han hecho desaparecer las aceñas y molinos centenarios, refugio de peces y vida, para que corrieran las aguas, ahora con las sequías todo es muerte y abandono, las obras hidráulicas lo mismo, se vaciaron para hacer caja con el precio de la luz, ahora vemos las miserias que hemos ido dejando a nuestro paso.
Nos sentimos impotentes ante tantos atentados contra el medio natural, que insisto y no me cansaré nunca de repetirlo, es patrimonio de la humanidad, los montes, los ríos, caza, pesca, agricultura, ganadería y todo el mundo rural están unidos entre sí. Si rompemos la cadena, nadie puede prever las consecuencias, de momento nosotros sí podemos salir todavía detrás de los peces, hemos cambiado de unas especies autóctonas y endémicas por otras con denominación de exóticas, puf… qué manía de etiquetar.
Para terminar, todo mi apoyo a las personas que lo han perdido todo por los incendios forestales y un recuerdo especial a toda la vida animal y vegetal que se ha perdido. Pensar en el patrimonio natural que van a conocer las futuras generaciones, qué herencia les vamos a dejar, me produce dolor y miedo, les dejamos la mitad de nuestras equivocaciones.
Pese a todo, en la vida debemos pensar, sentir y ser positivos. Salud y buena pesca.