Dos urracas intentan evitar que un gato alcance su nido
Para el felino, no hay nido inalcanzable. Su capacidad para trepar los árboles le lleva a convertirse en el depredador más dañino para las aves en época de cría.
En esta ocasión, se trata de dos urracas, aves de tamaño medio y que se caracterizan por su carácter depredador. Estos córvidos alcanzan una longitud de 45 centímetros y una envergadura de hasta 60 y asaltan los nidos de otras aves, cazan pequeños vertebrados, reptiles, insectos, sobre todo en primavera y verano, pero también cereales y frutos, aunque son una de las aves más carroñeras que existen. Pero ni su tamaño ni su superioridad en número las lleva a conseguir ahuyentar al gato, que ha conseguido trepar hasta situarse junto al aparatoso y característico nido de las urracas.
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El objetivo del gato son los huevos o los polluelos
Estos nidos resultan fácilmente reconocibles debido a su gran tamaño. Ambos ejemplares acumulan ramas hasta conseguir una verdadera fortificación que choca, por ejemplo, con lo rudimentario que resulta el nido de la tórtola europea. Las urracas no abandonan su posición elevada para, desde allí, graznar y sobrevolar por encima del gato.
Esta estrategia la utilizan para intentar repeler los ataques de los depredadores terrestres. Su pico puede convertirse en el arma que haga desistir al felino de merendar los huevos o polluelos que ocultan los centenares de pequeños palos que forman el nido.
Alba Ruiz Flores
