Las llamas devastan varios cotos asturianos
Asturias

Las llamas devastan varios cotos asturianos

Una oleada de incendios que comenzó hace diez días ha quemado ya unas 11.000 hectáreas según las primeras estimaciones, sólo por detrás de las registradas en octubre de 2017 y diciembre de 2015, cuando quedaron arrasadas cerca de 13.000 y más de 16.000 hectáreas, respectivamente.


El fuego se ha cebado especialmente con la zona occidental de Asturias, donde han llegado a evacuarse a cerca de 400 personas y se han quemado construcciones, como cabañas y hórreos, aunque no residencias habituales, según el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA).

Un guarda de caza nos cuenta la tragedia de cerca

Nos hemos puesto en contacto con Elías García Pérez, ganadero, propietario de un núcleo de turismo rural y guarda del coto de Allande, en el occidente asturiano, uno de los municipios más afectados, puesto que, según sus palabras, sólo en su zona, el pueblo de Monón, se han calcinado más de 100 hectáreas «y otras tantas en zonas colindantes». Respecto a los cotos de caza, sólo en el concejo de Allande se han quemado, como mínimo cinco hectáreas.

 

Aunque siempre ha habido incendios en los montes, en los últimos años han aumentado tanto en número como en la frecuencia de los mismos. Para García una de las principales causas es el abandono de las zonas rurales. El acusado envejecimiento de la población en las aldeas asturianas hace que cada vez haya menos agricultores y ganaderos que son piezas clave en la prevención de incendios ya que son quienes se ocupan directamente de mantener los montes limpios de maleza y matorral.

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Deficiente gestión de los montes

Para García, otro de los factores desencadenantes es la deficiente gestión de los montes, relacionada con el traspaso de competencias, en materia de control de montes, a la Administración: «desde que se tomó esta medida, han proliferado los incendios, y es que no se permite a los habitantes de los pueblos tomar decisiones ni ningún tipo de intervención pese a ser quienes mejor conocen el campo».

«No nos dejan limpiar ni desbrozar los montes»

Según señala García, ante la imposibilidad de limpiar y desbrozar con maquinaria por las irregularidades del terreno y la compleja topografía, se optaba por las quemas controladas para mantenerlo limpio y «jamás hubo incendios de la magnitud de los actuales». Sin embargo, la administración ha limitado tanto esta práctica con trámites burocráticos que prácticamente ha supuesto su prohibición.

Para finalizar, Elías García ofrece como solución devolver la gestión a los pueblos, a quienes viven el día a día, con la responsabilidad de los alcaldes de barrio y de quienes, de manera rotatoria, se encargan de las relaciones con la Administración.

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