Un cazador de seis años ayuda a sacar del monte las reses abatidas
Hablamos de Ismael Rodríguez, el hijo de un cazador de la localidad gaditana de San Roque, quien cada año dona la carne de los animales cazados durante la temporada a las familias necesitadas que lo soliciten.
El cazador ha ejemplificado en Navidad por tercer año el espíritu solidario del colectivo cinegético en estos tiempos difíciles que estamos viviendo. Como él mismo asegura, mientras le sea posible, no faltará carne en el menú de las personas más necesitadas.
El mayor orgullo para un cazador es compartir la pasión por la caza con su descendencia
El sábado pasado, Ismael Rodríguez tuvo la fortuna de vivir junto su hijo de seis años uno de esos momentos que por siempre permanecen en la memoria de un cazador. Ambos recorrieron la distancia que separa su localidad natal del municipio de Dólar, situado en la parte suroriental de la comarca de Guadix, en la provincia de Granada, para participar en una montería celebrada por la Sociedad Antifurtiva de Dólar.
En el sorteo realizado por el presidente del grupo de cazadores, David Fernández Hurtado, a Ismael le tocó en suerte el puesto número 3 del cierre de Baza. Tras disfrutar de un apetitoso desayuno y compartir experiencias con los monteros allí congregados, Javi Colorín ubicó a los cazadores en la armada. Desde el momento que se soltaron los perros se sucedieron las ladras y los disparos. Ismael tuvo la fortuna de disparar a dos ciervos machos. Abatió el de menor porte y erró un ejemplar con una imponente cuerna.
Las piezas abatidas siempre se llevan a la mesa
Una vez finalizada la cacería, al tratarse de una montería social, los cazadores se ayudan unos a otros para sacar las reses cazadas del monte. El primero en colaborar fue Ismael junior. Ayudó a su padre y a un compañero a arrastrar monte a través dos jabalíes hasta un lugar en el que podían acceder los vehículos.
Ismael le está inculcando a su hijo el código ético de la caza. El joven cazador, a pesar de su corta edad, es sabedor que cazar no es sólo salir al campo con la escopeta. Cuando sus estudios se lo permiten, el sanroqueño ayuda a su padre a cuidar de los perros de caza. Solo hay que ver las imágenes para comprobar el arrojo y la pasión que el pequeño cazador lleva consigo a la hora de tirar de animales mucho mayores en tamaño que él.