Se lanza a las heladas aguas de un río para recuperar un jabalí abatido
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Se lanza a las heladas aguas de un río para recuperar un jabalí abatido

Un cazador extremeño no duda en adentrarse en las aguas del río Ibor para poder aprovechar la carne de un jabalí abatido por un compañero. El animal, tras resultar herido por el montero, trató de huir cruzando el caudal de agua. Te mostramos lo que es capaz de hacer un cazador para recuperar una pieza de caza.


El valiente cazador que se ha lanzado a las frías aguas pertenece a la Sociedad de Cazadores Los Ibores con sede en Castañar de Ibor, municipio de la provincia de Cáceres ubicado en la mancomunidad de Villuercas-Ibores-Jara, situada al sureste de la provincia. El grupo de cazadores está formado por un centenar de integrantes que practican la caza mayor y menor en los terrenos que gestionan.

Una gélida y lluviosa mañana no impidió a los cazadores la celebración de la montería

El domingo pasado, la Sociedad de Cazadores Los Ibores celebró una de las monterías sociales que organiza a lo largo de la temporada. La mañana se presentó lluviosa y con temperaturas que no superaban los seis grados centígrados. Este hecho no amedrentó a los cazadores para situarse en los puestos y a los rehaleros a batir la mancha.

Al finalizar la jornada de caza, uno de los monteros asistentes, de nombre Josué, informó a sus compañeros que había cazado una jabalina. La res una vez herida trató de atravesar el río Ibor. Tras cruzar el caudal de agua quedó sin vida en la orilla opuesta a la que se encontraba el cazador. Para ayudar a Josué a recuperar la res acudieron varios cazadores.

 

El cazador desafía las aguas heladas para recuperar el jabalí abatido por un compañero

Entre ellos el protagonista de estas imágenes, David Mateos. Dadas sus buenas condiciones físicas él se prestó a lanzarse al agua para llevar a la cochina hasta el sitio en el que se encontraban los monteros. A pesar del frío que hacía David no dudó en despojarse de gran parte de su ropa. Para lanzarse al agua solo vestía una camiseta térmica, calzoncillos y calcetines.

Un compañero, de nombre Rubén, le ató una cuerda bajo las axilas como medida de seguridad ya que la corriente era muy fuerte y los monteros desconocían la profundidad del agua. El valiente jabalinero atravesó a nado el río. Se desató la soga y sujetó a la cochina con ella para que sus compañeros pudieran llevarla a la otra orilla tirando de la cuerda.

Para regresar con los otros cazadores vadeó el caudal de agua. Estos lo esperaban con ropa seca y con un vehículo para trasladarlo a un lugar en el que había una hoguera. Esta es la verdad de la caza y no otra.

 


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