Así abatió esta joven cazadora un jabalí de 100 kilos y medalla de plata
Crónicas de caza

Así abatió esta joven cazadora un jabalí de 100 kilos y medalla de plata

Rocío es una joven cazadora que lleva cazando apenas un año y que el pasado sábado abatió un enorme jabalí con unos colmillos que darán medalla de plata. Hemos hablado con ella para que nos cuente la inolvidable experiencia.


Sant Hilari, en Gerona es una tierra de grandes jabalíes y no menos grandes cazadores. Allí, en pocas jornadas se han abatido varios ejemplares de más de 100 kilos. Uno de los más espectaculares lo abatió el pasado sábado Rocío, una cazadora de 26 años que acompañaba a su padre tras las becadas con solo 3 y que a finales del pasado 2021 decidió conseguir el permiso de armas.

“Me gusta mucho la caza de pluma, salir al monte con perros tras la becada. Por eso, cuando probé las batidas, la primera impresión fue que no me iba a gustar mucho aquello. De moverte por el monte con el perro a quedarte en una parada, la cosa cambiaba mucho. Pero seguí acompañando a una amiga que también es cazadora y comenzamos a ayudar a los perreros. Eso fue un cambio total. Me apasiona todo lo que se vive junto a los perros tras el jabalí”.

Tras esto, Rocío supo que la caza en batida iba a formar parte de su vida.

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El jabalí recién abatido por la joven cazadora.

Pero decidió que también quería cazarlos y a principios de este año le llegó su permiso de armas. Unas semanas más tarde ya había abatido su primer jabalí. Tras aquel, llegaron otros, pero todos eran de mediano tamaño. Hasta el pasado sábado.

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Rocío junto a Hilari, veterano cazador y vecino de parada durante la batida. A la derecha, los colmillos del jabalí destacan en su boca.

Un disparo letal a 15 metros

La batida comenzaba con ladras y movimiento en el monte escarpado donde apostaron a los cazadores. Una línea con varias posturas y Rocío en un lugar desde el que controlaba el paso de tres senderos. El jabalí pasó cerca del veterano cazador que se empeñó que Rocío ocupara la postura que finalmente le permitió afrontar el lance con el gran jabalí. Nos habla maravillas de Hilari y de otros cazadores también veteranos de la cuadrilla. Y nos cuenta que Hilari no tuvo opción de disparar porque desde su parada no pudo ver al cochino, que sí cumplió por delante de Rocío.

“Cuando le vi asomar la cabeza, la adrenalina se disparó”, reconoce antes de contarnos cómo enseguida encaró la escopeta Franchi superpuesta que fue de su padre. El gran animal pasó por el primer sendero sin darle opción a apretar el gatillo, algo que se repitió en el segundo. Solo quedaba una única oportunidad. Y la cazadora no la desaprovechó. 15 metros la separaban del cuerpo del jabalí. Así recuerda ese momento crítico:

-“Todos decimos que cuando apuntamos no se debe levantar la cara, porque pierdes la puntería. Pues es lo que yo hice. Afortunadamente, el jabalí era grande y le acerté detrás de la oreja. En cuanto disparé, supe que iba herido, y pocos metros después se desplomó. ¿Qué se siente? Mucha adrenalina rematada con felicidad. Entre los días más felices de mi vida”.

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Rocío, pletórica junto al jabalí y con el teckel de Hilari. A la derecha, el trofeo del excepcional jabalí abatido por Rocío.

Lo que haga falta por los perros

Lo que Rocío define como suerte, realmente es un gran acierto, porque consiguió frenar la carrera de un peligrosísimo jabalí que llevaba 25 perros tras él. Ella misma nos confirma que pensaba en los canes cuando repitió el disparo para asegurarse de que aquel macareno no se levantase y plantase cara a los valientes que ladraban detrás de sus pasos: “Los perros son el motor de la caza, los que nos hacen vivir estos días tan bonitos, lo merecen todo, todos nuestros cuidados, atenciones y precauciones. Por eso apunté de nuevo y disparé. Siempre me han dicho que estos jabalíes tan grandes son los que, de repente, se levantan y pelean con los perros”.

Sin duda, una cazadora que conoce bien el trabajo de los perros, pues ayuda en cada batida a su pareja, conocido perrero de la zona, con las tareas antes, durante y tras las cacerías: “Me han dado las 8 de la noche y aún estaba empujando a dos perros para que pudieran subir un barranco que no podían subir solos. Pasando frío y lo que haga falta por ellos. Luego, a atenderlos, alimentarlos, cuidarlos… Lo que haga falta por ellos”.

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