Santiago Ballesteros: «La modificación del Código Penal debería terminar en la trituradora de papel»
Sin duda, estamos ante el tema más polémico que ha sacudido el sector cinegético e los últimos años. Una situación que ha movilizado a medio millón de cazadores en una manifestación sin precedentes y que, meses después, sigue agitando la tranquilidad de los que ven cómo el Gobierno y sus despachos más animalistas, como el Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030 y la Dirección General de Derechos de los Animales, siguen adelante con dos iniciativas muy lesivas para ellos.
Hoy hablamos con el profesional que quizás mejor conozca el tema del maltrato animal y su perfil legislativo en nuestro país: Santiago Ballesteros, abogado especialista en temas cinegéticos y autor del libro Los delitos del maltrato animal en España, una visión práctica, una obra reeditada por Mutuasport debido a la imperiosa actualidad que su contenido adquiere en estos tiempos.
—Cuando escribiste el libro hace tres años, ¿Pensaste que la situación del maltrato animal llegaría hasta donde está llegando?
No. Nunca pensé que la protección penal de los animales iba a llegar al punto del proyecto de Ley de modificación del Código Penal en materia de maltrato animal que está dando tumbos en el Congreso hoy. De hecho, cuando en 2018 un grupo político lo propuso fue rechazado y devuelto a los corrales. Al resto de grupos políticos les pareció un disparate extender este ámbito de protección a todos los “animales vertebrados”. La creación de una dirección general de los “derechos de los animales” en el marco de un gobierno de coalición ha acelerado enormemente el proceso.
Santigao Ballesteros, autor del libro Delitos de maltrato animal en España.
—¿Por qué el análisis que efectúas en el libro resulta tan de actualidad y es tan necesario?
Hay que dar la batalla cultural. Y este tipo de iniciativas son un argumentario o una herramienta en contra la postura dominante. Todos estamos en contra del maltrato animal, resulta obvio, pero no se pueden hacer normas que convierten todo en delito o infracción. Hay que combatir con argumentos.
—¿Hay alguna esperanza jurídica para tumbar algún aspecto de la ley?
Sinceramente, creo que la modificación del Código Penal debería terminar en la trituradora de papel. ¿Esperanza? Ni idea, pero hay que combatir hasta el final este desorbitado cambio de régimen jurídico de los animales. La batalla que se pierde es la que no se da.
—¿Cuál es el recorrido que falta para que entren en vigor la ley animalista y la reforma del código penal en referencia al maltrato animal?
El Código Penal es una ley orgánica. Requiere de una mayoría absoluta del congreso. Quizá ese es talón de Aquiles de esta reforma legal. Quizá es donde pueda hacer aguas. Es inexorable que más de 174 diputados voten a favor. La frase de María Luisa Fernández (Consejo General Veterinarios), de que va resultar más difícil eutanasiar a un animal que a una persona, es muy buena.
—¿Hasta dónde puede evolucionar esto si los delitos de maltrato se tipifican de manera infinitamente superior con la ley que prepara el Gobierno y la reforma del CP?
Nadie ha pensado en el aumento de casos que llegarán a una Administración de justicia ya saturadísima. Quiero recordar que en materia penal rige el principio de intervención mínima: el derecho penal está para cosas realmente graves, no para chorradas o cosas que pueden ir al derecho sancionador. La reforma que se tramita hace saltar por los aires este principio de intervención mínima y el de proporcionalidad. Extiende hasta límites desconocidos el delito de maltrato animal. Todo es delito. O en palabras de Berlanga, “Todos a la cárcel”.
—Como abogado habrás tenido acceso a casos y denuncias sobre maltrato animal que hasta el momento no tenían recorrido y, a partir de las novedades que prepara el Gobierno presumiblemente acabarán con condenas. ¿Puedes ponernos algún ejemplo?
Muchos. La operación Podenco en Soria resulto un esperpento para la Fiscalía con la absolución casi 20 rehaleros. El corte de orejas y rabos no es penalmente relevante con el actual art. 337 del Código Penal. No es una lesión que “suponga un menoscabo grave a la salud del animal”. La justicia tuvo que absolverlos. Con la modificación del delito, resultarían condenados. En el proyecto de Ley, cualquier lesión que suponga un “tratamiento veterinario” sería delito. Es decir, cualquier lesión que suponga un punto de sutura puede ser penada.
—La modificación del Código Penal dices que aumenta las penas mucho en materia de maltrato animal. Pues explicarlo.
Para empezar, se elevan las penas de los delitos básicos de maltrato animal. Además, le añaden nueve agravantes (que se dice pronto). Y se establece un punto (subtipo penal agravado decimos los juristas) que dice que en el caso que se den dos agravantes se aplica la pena en grado superior. La idea que trasciende es que la gente pueda entrar en la cárcel por delitos de maltrato animal. No es sería algo remoto. Eso es lo que pretenden, sin embargo, la reforma es técnicamente tan mala que lleva a supuestos límite como que si uno dispara y mata una rata o un palomo, lo hace delante de un sobrino menor y además lo grava en el móvil, podría entrar en prisión. Esto es absurdo y da idea de lo mal redactada que está la norma.
Portada del libro Delitos del maltrato animal en España.
—En el libro leemos que la caza quedará seriamente perjudicada por los cambios normativos. ¿Puedes destacar los aspectos más relevantes de esto?
Para empezar si cualquier lesión no imprudente (intencionada) a un animal vertebrado supone un delito grave o leve de maltrato animal las conductas denunciables se amplían hasta el infinito. No sólo en la caza. Imaginemos un agricultor quiera controlar la población de topillos. ¿se puede sacrificar un gallo de corral? ¿se puede poner pegamento para los ratones, o rodenticida? ¿hay que llevar a la jurisdicción de menores al niño de 14 años que lesiona a un gato con un tirachinas? ¿a la niña que le corta el rabo a una lagartija? Sinceramente, todo este régimen legal abre una cantidad de interrogantes indeseable en un estado de derecho. Hay un exceso evidentísimo.
—¿Qué futuro le espera al cazador con perro cuando esta ley vea la luz?
Si se finalmente se aprobasen los dos proyectos de ley en tramitación, la caza, tal y como la entendemos hoy, se vería muy afectada. Los rehaleros ya tienen problemas enormes y sufren una persecución tremenda. Este acoso y derribo se multiplicaría por mucho, esta vez con el aval de una Ley que acrecienta las sanciones administrativas, amplia enormemente el delito de maltrato animal y sus penas. Abre un abismo de inseguridad jurídica.
—¿Cómo has percibido la recepción del trabajo?
Genial. Quiero agradecer a Mutuasport y a todos sus consejeros que se haya hecho eco de esta iniciativa, pero en la gestación de este libro y sus reflexiones tiene mucho que ver mi trabajo durante estos años con los rehaleros, ARRECAL, y la Federación de Caza de Castilla-La Mancha. He recibido muchas felicitaciones y agradecimientos de personas del sector e incluso de fuera (colegios veterinarios, por ejemplo). Yo trabajo siempre en constructivo. No me gustan las polémicas estériles y vacuas, y rompo con quienes no realizan un trabajo serio y respetuoso.