Un cazador celebra su recuperación de un ictus abatiendo un jabalí con un espectacular trofeo
A finales del pasado año un cazador sufrió un accidente cerebrovascular isquémico, ocurre cuando se interrumpe o se reduce el suministro de sangre a una parte del cerebro. Meses más tarde, una vez restablecido de su dolencia, celebra su recuperación abatiendo un jabalí con gruesos y largos colmillos.
En su feliz retorno a la caza, Gerardo Bernis estuvo acompañado por su inseparable compañero de caza Mario García y por el guía de caza Hernán Funes. Mario también tuvo la fortuna, esa misma noche, de cazar un jabalí de 120 kilos de peso con unos colmillos de 23 centímetros a pesar del deterioro de las navajas del ejemplar como consecuencia de su avanzada edad.
Caza un jabalí con unos colmillos que sobresalían 11 centímetros de la mandíbula
Tras un largo periodo de recuperación, Gerardo Bernis ha podido volver a cazar. Días más tarde de cazar un jabalí con unos colmillos de récord, sufrió un ictus. Una vez recuperado, su amigo Ariel Almaraz y Mario García le animaron a pasar unos días de caza en una finca situada en la ciudad de Victorica, encuadrada en La Pampa, provincia del centro de Argentina.
En esta ocasión, motivos laborales impidieron a Ariel acompañar a sus amigos. La modalidad de caza que iban a practicar era el aguardo nocturno del jabalí. Como era la primera vez que Gerardo volvía a cazar tras su accidente cerebrovascular, le acompañaba en el puesto Hernán Funes, guía de caza y amigo del cazador.
Impresionante el jabalí de 120 kilos.
Un jabalí ‘pequeño’ para un asado
A las 17:00 horas ambos se encontraban ya en el apostadero. Cuatro horas más tarde oyeron un cochino en las proximidades de la charca en la que estaban situados. El jabalí tardó una hora en entrar en plaza. Gerardo, dado el tamaño del macareno, unos 90 kilos aproximadamente, pensó en un primer momento que se trataba de un animal sin boca y le disparó únicamente con la intención de abatirlo para hacer un asadoa la mañana siguiente.
El cazador necesitó de un único disparo de su rifle Weatherby del calibre .300 Winchester Magnum para derribar al animal. Esperó hasta la 1:00 h en el agua por si visitaba la charca otro cochino. A esa hora enfundó el arma para dirigirse junto a Hernán al sitio donde yacía el suido abatido. La sorpresa de ambos fue mayúscula cuando vieron el impresionante trofeo que portaba en su boca. Un feliz retorno a la caza que tanto Gerardo como Hernán difícilmente podrán olvidar.
Mario y Gerardo con los dos jabalíes abatidos en espera nocturna.
Un viejo jabalí de 120 kilos armado con unas gruesas navajas de 23 centímetros
Mario también pudo hacerse con un enorme cochino el día en el que festejaba la recuperación de su amigo Gerardo. La primera noche de espera tuvo que abandonar la caza a las 22 horas debido a un intenso aguacero. La mañana siguiente el cazador volvió a la baña en la que había estado apostado la noche anterior para comprobar si tras su marcha había sido visitada por algún macho.
En el barro había dejado sus huellas un animal de gran tamaño. A las 19 horas, el esperista ya se encontraba de nuevo en el apostadero. Cuatro horas más tarde Mario oyó cómo un jabalí se desplazaba entre la vegetación. Encendió su monocular térmico, pero no fue capaz de apreciar ningún animal. Volvió a oír el ruido pasados unos minutos, pero el cochino no se dejaba ver.
Mario y el jabalí con un colmillo roto. A la derecha, Gerardo.
Cuando ya pensaba que el solitario había detectado su presencia, lo vio aproximándose al agua. Un certero disparo del rifle Blaser R8 del calibre .30-06 del argentino impactó en el codillo del jabalí, acabando con su vida al instante.