Este es el homenaje a una podenca andaluza y a los 11 años que ha cazado junto a su inseparable propietario. Va por ti, Nora.
Perros de caza

Este es el homenaje a una podenca andaluza y a los 11 años que ha cazado junto a su inseparable propietario. Va por ti, Nora.

Pepe García de Granada, podenquero desde hace más de 30 años, ha realizado un bonito y emotivo homenaje a su querida Nora, una podenca andaluza que le dejó el pasado año víctima de un tumor. «Una gran perra de caza y mejor compañera», de esta manera describe a su querida podenca el cazador.


Es Pepe el que nos cuenta la entrañable historia de su querida podenca: “Nora nació en mi casa en 2009, hija de otra gran perra que tuve llamada Candela, que también murió de vieja con 16 años. Para que luego digan que los cazadores nos deshacemos de los perros cuando no nos sirven.

El padre de Nora se llamaba Careto, su dueño un buen amigo mío. A destacar que estos cruces realizados entre amigos y sin ánimo de lucro no consiguen más que mejorar las razas, ampliando su variedad genética y, por tanto, su potencial. Estos podrían perderse con la mal llamada ley de protección animal, lo que sería un desastre para las razas de perros en general.

De caza por toda España

Nora ha cazado sobre todo en Andalucía, pero también en otras muchas comunidades como Castilla La Mancha, Extremadura, Murcia, Valencia, Aragón, ya que, estando cerrada la temporada en Andalucía, hay otras comunidades que siguen cazando el conejo.

Nora lo cazaba prácticamente todo bastante bien, el conejo, de forma sobresaliente como se puede ver en el video, pero además te la llevabas a un puesto de zorzales o de palomas y no me tenía que mover, todo lo que tiraba iba apareciendo en mis pies. Ya digo que era una excelente cobradora.

Perdiz alicortada

Referente a esta faceta, recuerdo una anécdota ocurrida hace cinco o seis años. Un compañero alicortó una perdiz a las cinco de la tarde en la sierra. Más tarde, ya a sobre las ocho, en invierno y con noche cerrada, nos vimos en el cortijo y me contó que no había podido cobrar la perdiz.

Cogimos el coche y mis perros y fuimos a buscarla. Cuando ya estábamos a punto de desistir (aquello era disparatado por el tiempo que había transcurrido), vimos con las luces del coche salir de la oscuridad a Nora con su perdiz terciada en la boca.

Mi amigo no se lo podía creer, y yo casi tampoco. En fin, si existe un cielo para los perros, Nora con toda seguridad estará cazando por allí junto a su madre, Candela.

Comparte este artículo

Publicidad