Roquero Rojo
El macho de Roquero Rojo en primavera es un pájaro inconfundible no sólo por el colorido de su plumaje, sino también por sus actitudes y conducta esquiva unas veces y excesivamente confiada otras. Es un pájaro espectacular que vive en altas cumbres de las cordilleras, por encima del límite de los bosques y que, por lo menos en el norte de la península Ibérica, es relativamente numeroso. Normalmente se le puede ver en el suelo, caminando a saltos, pero también se posa erguido sobre el extremo de una roca o más raramente en la rama de un árbol. Aunque es un pájaro de costumbres retraídas y que suele volar en cuanto se intenta aproximarse a él, a veces se posa muy cerca de los observadores, después de mirarlos fijamente, vuela no muy lejos metiéndose entre las rocas y desapareciendo de la vista. Pero su ausencia dura poco y como si el pájaro no quedara satisfecho de la inspección realizada, vuelve una y otra vez al mismo lugar. Los machos comienzan a cantar nada más llegar a su territorio en los meses de abril y mayo cuando todavía las hembras tardarán en llegar por lo menos dos o tres semanas.
Familia: | Muscicápidas |
Nombre cientifico: | Monticola saxatilis |
Orden: | Passeriformes |
Caza: | Especie Protegida |
Longitud: | 19 |
Habitat: | Montañas y riscos |
Identificación: | La cabeza, cuello, garganta y parte superior de la espalda son de color gris azulado. La cola es de color castaño anaranjado con las dos rectrices centrales de color pardo oscuro, pero la base de ellas, también es de color castaño anaranjado. Las alas son de color marrón oscuro con las puntas más claras. Las partes inferiores son anaranjadas, el pico de color pardo oscuro, las patas y pies son parduscos. La hembra en primavera tiene las partes superiores muy moteadas y marcadas de pardo, y las inferiores formando como escamas pardo anaranjadas. |
Nidificación: | El nido es construido en el hueco de una pared rocosa, no necesariamente vertical, entre piedras de muros derruidos, bajo la roca de una pradera de montaña con mucha pendiente y raramente en el hueco de un árbol. El nido es construido por la hembra, basándose en hierbas secas, raicillas y musgo, forrándolo internamente con hierba más fina; la puesta comienza a finales de mayo y consiste en 4 ó 5 huevos de color azul pálido sin marcas o con algunas muy tenues; la incubación corre a cargo de la hembra y tiene una duración de unos 14 días volando los pollos sobre los 21. |
Alimentación: | Insectos de todo tipo, orugas, mariposas nocturnas, gusanos, pequeños caracoles y también frutos. |
El macho de Roquero rojo Monticola saxatilis en primavera es un pájaro inconfundible no sólo por el colorido de su plumaje, sino también por sus actitudes y conducta esquiva unas veces y excesivamente confiada otras. La cabeza, cuello garganta y parte superior de la espalda son de color gris azulado pizarroso, contrastando mucho con una mancha blanca situada más arriba del obispillo que es gris negruzco. La cola, un rasgo que se ve inmediatamente, es de color castaño anaranjado con las dos rectrices centrales de color pardo oscuro, pero la base de ellas tambien es castaño anaranjada. Las alas son negruzcas, más bien marrón oscuro casi negro con puntas de muchas de las plumas de color beige pálido, a menudo blanquecino. También hay tonos gris pizarra en las escapulares. Las partes inferiores son anaranja vivo. El pico es de color pardo oscuro, más pálido en la base de la mandíbula inferior. Las patas y pies son parduzcos y el iris pardo brillante. En el invierno el color azulado o gris pizarra queda oscurecido por puntas de las plumas de color pardo y lo mismo sucede con el anaranjado de las partes inferiores donde destacan entonces mucho unas motas blancas en los extremos de las plumas.
La hembra en primavera tiene las partes superiores muy moteadas y marcadas de pardo, casi como el macho en invierno y las partes inferiores formando como escamas pardo anaranjadas. En invierno es parecida a los machos adultos aunque tiene más pálido el color del dorso.
Los jóvenes se parecen a las hembras, pero su plumaje es en general, más pálido, sobre todo en la espalda y muy marcado con rayas onduladas en las partes inferiores, siendo prácticamente indistinguible de las hembras cuando se ven en pleno campo. Hasta el mes de febrero no se diferencian bien los sexos en los jóvenes del año anterior.
El Roquero rojo es un pájaro espectacular que vive en altas cumbres de las cordilleras, por encima del límite de los bosques,y que, por lo menos en el norte de Iberia, es ciertamente numeroso. No falta en ningún risco y su aspecto es el de un Zorzal, pero más corto y rechoncho, con la cola muy corta para su tamaño, y que mueve continuamente sacudiéndola hacia arriba. Normalmente se le puede ver en el suelo, caminando a saltos, pero también se posa erguido sobre el extremo de una roca o un poste e incluso más raramente en la rama de un árbol. También en cables de alta tensión que ahora, desafortunadamente, atraviesan zonas agrestes de montaña en ya muchos lugares. Aunque es un pájaro de costumbres retraídas y que suele volar en cuanto se intenta aproximarse a él, a veces se posa muy cerca de los observadores que se ven sorprendidos con su presencia por inesperada. Después de mirarnos fijamente, vuela no muy lejos calándose entre las rocas y desapareciendo de la vista. Pero su ausencia dura poco y como si el pájaro no quedara satisfecho de la inspección realizada, vuelve una y otra vez al mismo lugar. Con su mirada fija de zorzal llama pronto la atención y en muchos lugares de la montaña asturiana donde abunda se le conoce con el nombre de El Roxu o «El Rojo». Casi siempre se le ve solitario y mucho más a los machos que a las hembras que parecen ser muy escondedizas. Su voz es parecida a la del Mirlo común Turdus merula. Tiene un sonido de alarma ¡¡ak-chak!! parecido al de aquél, pero no tan fuerte. El canto es realmente agradable y consiste en un conjunto de gorjeos, algunos muy similares a los del Acentor alpino, pero no es sostenido, sino emitido en cortos intervalos desde un posadero que normalmente suele ser una roca que emerge de un campo o también, y muy corrientemente, desde el borde de un paredón rocoso. Los machos comienzan a cantar nada más llegar a su territorio en los meses de abril y mayo cuando todavía las hembras tardarán en llegar por lo menos dos o tres semanas. No sé si será porque aquéllas son más difíciles de ver o más escondedizas, pero parece que hay muchos más machos que hembras y que por lo menos un 25 por ciento pasan la primavera cantando y marchan a primeros de agosto defraudados. Naturalmente esta apreciación ocular debería ser documentada con un estudio de la sex-ratio de los nidos. Cuando las hembras llegan, los machos emiten su melodioso gorjeo volando con alas muy desplegadas y la cola en abanico. Una nota que emiten frecuentemente me suena como ¡¡fit!!
Captura sus presas observando el suelo desde un posadero estratégico y lanzándose sobre cualquier insecto por grande que sea. También captura al vuelo escarabajos volantes como Melolontha mololontha y otros. Come muchos coleópteros, lepidópteros, dípteros, etc. innumerables gusanos, orugas de mariposas nocturnas, pequeños caracoles y también no poca materia vegetal, frutos de arbustos silvestres y semillas.
Vive con preferencia en zonas rocosas de montaña hasta altitudes de 2.500 metros, pero no necesariamente desprovistas de vegetación. El habitat preferido en la Cordillera Cantábrica son roquedos próximos a la zona de bosques y a campos o praderas de montaña con arbustos diseminados. El nido es construido en un hueco de una pared rocosa, no necesariamente vertical, entre piedras de muros derruidos, bajo la roca de una pradera de montaña con mucha pendiente y raramente en el agujero de un árbol (Jourdain). La mayor parte del material es aportado por la hembra y consiste en hierba seca, raicillas y musgo, forrándolo interiormente con hierba más fina. La puesta comienza en la segunda semana de mayo en lugares orientados al Sur, pero es algo más tardía en roquedos y laderas mirando al Norte, aunque el pájaro suele rehuir éstas y buscar los lugares soleados para anidar. La incubación corre a cargo de la hembra, aunque el macho es visto en ocasiones dentro del nido, pero parece que no incuba y únicamente vigila los huevos en ausencia de aquélla. A los 14 días nacen los pollos que están parcialmente cubiertos de plumón gris azulado. El interior de la boca es amarillo ocráceo y carecen de puntos oscuros en la lengua. Los huevos casi siempre 4 ó 5 y ocasionalmente 6, son de color azul pálido sin marcas o con algunas muy tenues rojizas. Jourdain para 92 huevos medidos obtuvo un promedio de 25,9 x 19,5 mm, con un máximo de 30 x 20,8 mm. y un mínimo de 23,2 x 16,9 mm. Los pollos son muy voraces y continuamente llegan los adultos al nido para cebarlos. Tanta es su frecuencia que es habitual que ambos padres coincidan juntos allí y aguarden turno. A los 16-17 días ya salen colicortos los jóvenes, pero no vuelan hasta los 21 días, permaneciendo ocultos en los matojos que crecen entre las peñas y siendo fáciles de descubrir. El nido queda muy limpio, porque los adultos retiran todos los sacos fecales inmeditamente que los pollos los expulsan.
Los roqueros rojos alcanzan su territorio de cría con frecuencia bastante tarde debido a las condiciones meteorológicas que reinan en los montes ibéricos todavía bien avanzada la primavera. Antes se hablaba de la escasez que se nota de hembras. Insistiendo en ello Cheyllan (1973) observó en el Sudeste francés varias parejas en plena reproducción. Pero le llamó especialmente la atención la presencia de dos machos cantando muy juntos cerca de una sola hembra y disputándose un saltamontes que uno traía en el pico. Sólo cuatro jóvenes fueron vistos pocos días después en el lugar. Cheyllan se pregunta entonces si no se podría hablar de poliandria en esta especie. Los territorios que estos pájaros ocupan durante la reproducción son muy pequeños. Pueden estar reducidos a la cabecera de un roquedo con una anchura de 50 metros y una longitud de 700. Como otros pájaros el Roquero rojo tiene querencia por determinados lugares, y ya se sabe que allí llegará invariablemente todas las primaveras aunque a nuestros ojos haya en la zona sitios iguales que quedan siempre desiertos.
El Roquero rojo es especie netamente mediterránea que no falta en lugares áridos y rocosos por encima de los 400 metros en el sudeste de Francia, Suiza, Italia, Hungría, Sur de Polonia, Eslovaquia, los Balcanes, Grecia, sur de Rusia, Asia Menor y llegando por el sur de Asia hasta Mongolia. En la Península Ibérica anida muy diseminado por zonas áridas y de nivel medio en las provincias mediterráneas y a mayor altura en las cordilleras. Falta en grandes extensiones de las montañas centrales y parece alcanzar mayor densidad en niveles superiores a los 1.500 metros de la Cordillera Cantábrica. También es numeroso en los Pirineos. Elósegui comunica que en Navarra no necesita farallones rocosos y puede anidar en zona simplemente pedregosa. Se ve numeroso en el Pirineo Roncalés, en Aralar y Urbasa. También en lugares áridos y de nivel medio. Cerca de Estella, en Aberún observó un macho cantando posado en un cable y sospecha que podía estar criando en un edificio. En Asturias es muy frecuente en los Picos de Europa y en toda la Cordillera Cantábrica hasta Galicia. En el Sur, Sierra Nevada tiene una buena densidad de parejas y su observación allí es fácil.
En muchos lugares del Norte ya ha desaparecido en el mes de agosto. Posiblemente en la mitad oriental de Iberia exista un escaso paso en primavera y otoño que no es fácil de detectar. Bannerman (1954) estima que la migración otoñal es comenzada por los roqueros jóvenes que alcanzan el Africa Tropical algo antes que los adultos. En Gibraltar, Málaga y Mallorca se han observado en paso durante la segunda mitad de septiembre. Para Bannerman es muy probable que los que se reproducen en Iberia invernen en el Africa Tropical occidental donde este pájaro es, sin embargo escaso. El paso primaveral se ve en Gibraltar sobre todo en abril. En Sierra Nevada llega después del 18 de mayo. Allí a casi 3.000 metros de altitud colectó una puesta de 5 huevos el ornitólogo inglés Jourdain. En Marruecos donde cría a alturas superiores a los 2.000 metros (Alto y Medio Atlas) las parejas están muy diseminadas.