Paloma Torcaz
No hay enemigo más encarnizado de encinares y alcornoques que la Paloma Torcaz, la mayor de nuestras palomas. En España cría por todo el país, muy repartida y siempre en escasa cantidad; sus biotopos característicos son el monte bravío, zonas agrestes con vegetación arbustiva y soto ribereño. Por ser en conjunto una población poco numerosa, los efectos perniciosos de su alimentación no se dejan notar mucho en verano; no ocurre así en otoño e invierno, durante los cuales millones de aves de esta especie llegan del norte de Europa para invernar, provocando serios daños en las cosechas de bellotas del centro, oeste y sur de España. Ya en octubre, grandes bandos entran por el Pirineo occidental, sufriendo en varios puntos una caza tradicional que termina con miles de aves. Según avanza el otoño, las torcaces establecidas en encinares de la zona centro van desplazándose hacia el oeste al irse acabando sus fuentes alimenticias. Los meses de febrero y marzo marcan la partida hacia sus lejanos lugares de cría.
Familia: | Colúmbidas |
Nombre cientifico: | Columba palumbus |
Orden: | Columbiformes |
Caza: | Especie Cinegética |
Longitud: | 41 |
Habitat: | Monte bravío |
Identificación: | Cabeza, cuello y cola grises con punta negra en la cola y mancha verde, púrpura y blanca a los lados del cuello del adulto; dorso y alas pardo grisáceas, con franja alar blanca; pecho gris púrpura pálido; sexos iguales. |
Nidificación: | La hembra construye una plataforma de ramitas, normalmente en árbol pero a veces en matas o hiedra, a los lados de edificios o incluso en el suelo; pone principalmente de abril a julio, usualmente dos huevos blancos; incubación, de unos 17 días, por ambos sexos; los pollos, alimentados por ambos padres con leche de paloma a base de cereales, abandonan el nido después de 16 a 20 días; generalmente por lo menos dos crías. |
Alimentación: | Cereales y bellotas, pero también otros frutos silvestres y semillas. |
La Paloma torcaz Columba palumbus es la mayor y más corpulenta de las palomas europeas. La redonda cabeza tiene color gris azulado y en general el plumaje visto de lejos parece completamente gris pizarroso. El cuello es en la base de color rojo vinoso y sobre él destaca mucho a cada lado una mancha blanca y de cerca el brillo o lustre violeta y verde. El dorso de las alas es parduzco y las plumas cobertoras alares son grises con bordes blancos, formando una banda blanca muy conspicua a través de las alas que se nota cuando son desplegadas. Las partes inferiores son rojo vinoso en el pecho y gris pálido en los flancos y el vientre. La cola es negruzca, termina en ancha franja negra y el obispillo gris pizarra. El pico es rosa en la base, amarillo hacia el extremo y éste de color hueso; las patas y los pies son rojo coral con un ligero tinte malva que se aprecia bien; el iris es amarillento o pajizo. La diferencia en los sexos es acusada, no en el plumaje sino en el tamaño; la hembra es bastante más pequeña que el macho.
Las palomas inmaduras tienen un plumaje de color notablemente más apagado que el de los adultos, faltándoles las manchas blancas a los lados del cuello; las plumas de la cabeza están manchadas en el extremo de pardo rojizo y faltan los colores lustrosos y metálicos en los laterales del cuello.
No hay que extenderse mucho en describir conducta y actitudes de la Paloma torcaz por ser todas bien conocidas, aunque hay que decir que si es muy abundante por todas partes en el otoño e invierno, no lo es tanto como reproductora, hallándose dispersa por bosques y grandes matorrales, sobre todo en laderas Norte de la Cordillera Cantábrica. La descripción somera del plumaje no da una idea clara de lo que es esta paloma que durante la cría llama poderosamente la atención por el tono fuertemente azulado de su cabeza y el destacado rojo vinoso del pecho. No es muy dada a volar al descubierto en los meses primaverales y lo hace disimulada por entre los árboles. Su vuelo es fuerte, directo y rápido con batido de alas breve pero regular, planeando a intervalos y llevando el pecho muy sobresaliente, en especial segundos antes de aterrizar. Camina por el suelo con facilidad y donaire, moviendo la cabeza y el cuello hacia adelante y atrás. Al levantar el vuelo si es asustada resulta muy ruidosa batiendo las alas con fuerza y produciendo un sonido al sacudir las alas hacia abajo que Coward comparó al restallido de un látigo y no a que los extremos de las alas chocasen unos contra otros por encima de la espalda. Normalmente come en el suelo, pero también en la primavera picotea las ramas y las hojas de los árboles. Tucker (1940) recoge las observaciones de muchos ornitólogos que atestiguan con cuanta facilidad la Torcaz se posa en el agua, algunas veces, pero no siempre, para beber, flotando boyantemente y levantándose de ella batiendo las alas con suavidad y ligereza. Como sucede con otras palomas bebe sorbiendo con fuerza el agua, no tomando una cantidad y elevando la cabeza como hacen casi todos los pájaros.
La Paloma torcaz es pájaro que durante la reproducción vive en parejas, a veces muy aisladas unas de otras, pero no infrecuentemente formando núcleos numerosos. En los bosques de hayas de la Cordillera Cantábrica puede haber en una extensión de 10 Ha. dos parejas como máximo. A partir de julio los pequeños grupos de torcaces son corrientes en los bosques ibéricos, presumiblemente jóvenes de diferentes parejas que más tarde se unirán con las palomas adultas, una vez que éstas hayan terminado la segunda cría. Desde septiembre hasta marzo del siguiente año las bandadas de torcaces están formadas por centenares y a menudo millares de aves. Antes, en el verano se pueden observar buenos bandos, pero es más corriente ver parejas, grupos familiares e incluso palomas solitarias. Se posa casi siempre en árboles para descansar y esconderse; también en postes, arbustos, edificios, ruinas, roquedos de montaña, acantilados, etc.
De ser un pájaro tímido y huidizo en sus bosques ha pasado a acostumbrarse a la presencia del hombre en el campo y en las ciudades y como parece que se está extendiendo y su densidad va en aumento, no vive ahora confinada solamente a bosques apartados, matorrales y arboledas de ríos, sino que invade tierras de cultivos, extrarradios de ciudades y pueblos y sobre todo parques y jardines públicos donde puede resultar extremadamente mansa. Es un ave muy sensible a la persecución y los cazadores saben cuan resabiadas se vuelven las torcaces después de un invierno de continua persecución y, por el contrario, lo mansas que son en lugares donde no se las molesta.
La típica voz de la Torcaz podría expresarse como un repetido hasta tres veces y con una doble cadencia ¡¡ku-kuu-ku, ku-ku!! normalmente de cinco notas, pero variables a menudo en intensidad y fuerza lo que podría también expresarse como ¡¡ku-kuu-kuru, kukuru!! Casi siempre la secuencia de estas frases termina con una nota abrupta ¡¡ku!! Para emitir su voz distiende el cuello y mantiene cerrado el pico, pero este sonido repetido tiene un gran alcance y en buenas condiciones acústicas se puede escuchar a 1.000 metros de distancia. La Paloma torcaz canta todo el año, y con especial énfasis y emitiendo todas las notas a partir de la mitad de febrero hasta los últimos días de septiembre y ocasionalmente de forma incompleta en los meses invernales. En el verano algunas no cantan ya nada y la mayor intensidad es adquirida en marzo y junio. El arrullo puede ser escuchado también de noche.
La Paloma torcaz se alimenta fundamentalmente de materia vegetal y hay que decir que es una especie que resulta altamente perjudicial para la agricultura. En los lugares donde abunda, causa verdaderos estragos sobre todo en las plantaciones de cereales y en cultivos de huerta. Las siembras recién hechas pueden ser destrozadas en pocas horas por una bandada de palomas. Collinge obtuvo del examen de 428 estómagos un 96,5 por ciento de materia vegetal y sólo 3,5 por ciento de materia animal. Aquélla incluía cereales 38,5 por ciento (cebada, trigo, avena y centeno), trébol 9,5 por ciento, raíces y patatas 8,5 por ciento, alubias y guisantes 5,5 por ciento, frutas, semillas y hojas de plantas diversas 34,5 por ciento. La materia animal estaba constituida por lombrices de tierra, babosillas caracoles e insectos y de ellos solamente el 62 por ciento dañinos para la agricultura. La materia vegetal es muy variada como es de suponer y no solamente incluye plantas cultivadas sino también una buena proporción de semillas, frutos, bayas y hojas de árboles y arbustos (robles, hayas, Hiedra, Espino, Avellano, Serbal, etc.). Durante la estancia invernal en Iberia las bellotas son consumidas en cantidades ingentes sobre todo de Encina Quercus ilex, Roble melojo Quercus lusitanica y Alcornoque Quercus suber. A este respecto Bernis (1967) escribe: «Bandadas de centenares de palomas se ven casi por doquier; bandos de millares no son raros y no es difícil observar en algunos montes extremeños o toledanos agregaciones de 100.000 o más aves. Así como el aprovechamiento de la cosecha de bellota en beneficio del ganado porcino (montanera) se ve mermado, por lo cual, en todas las provincias hispano lusitanas afectadas se practica desde tiempo inmemorial la espantada perseverante de las bandadas de palomas utilizando cohetes o escopetas y modernamente detonadores perfeccionados».
Desde marzo, en que ya se escuchan los arrullos de las palomas, en cualquier momento puede iniciarse la cría. Los nidos ocupan lugares variados y dispares, desde copas de grandes árboles hasta matas a ras del suelo, pero esto no es muy frecuente y la altura a que aquéllos están construidos no suele rebasar mucho los 6 metros y a menudo están en la parte alta de plantas trepadoras. No es raro que las torcaces aprovechen la estructura de un nido de córvido, sobre todo de Arrendajo Garrulus glandarius. Algunos pueden ser edificados sobre otros de Ardilla Sciurus vulgaris, Corneja Corvus corone, Urraca Pica pica e incluso de Gavilán Accipiter nisus.
Esencialmente el nido es una pequeña plataforma hecha con pequeñas ramas entrelazadas y ocasionalmente hay en su interior raicillas y alguna materia vegetal más. Antes de la puesta no parece un nido, tan traslúcido y plano es. Desde abajo puede verse perfectamente si la puesta está completa. El macho aporta el material y la hembra lo arregla. Las primeras puestas no se encuentran antes de los últimos días de abril en lugares de baja altitud y en zonas próximas a la costa. Más corrientemente en mayo y hay una segunda puesta en los últimos días de junio o en julio. Algunos nidos tienen aún pollos en agosto y septiembre y se citan nidos en todos los meses del año, pero esta situación debe obedecer a condiciones meteorológicas excepcionales y por lo menos en el norte de Iberia los nidos están ya desocupados a partir de los primeros días de septiembre. La puesta normal es de 2 huevos, uno solo en ocasiones y se señalan como excepción hasta 3. Su color es blanco, la forma bastante esférica y parecidos a los de los búhos. Jourdain para 100 huevos obtuvo un promedio de 41,1 x 29,8 mm. con un máximo de 47,8 x 33 mm. y un mínimo de 36,6 x 28 mm. En Bélgica Verheyen da un promedio sensiblemente inferior obtenido en 66 huevos: 40,3 x 29,6 mm., muy parecido al hallado en Alemania por Niethamer para 36 huevos. Ambos sexos incuban desde la puesta del primer huevo, haciéndolo el macho casi siempre por el día y la hembra por la noche durante 17 días. No es necesario describir aquí sobre el cortejo nupcial que las torcaces, al igual que otras palomas, desarrollan casi continuamente en estos días que preceden a la nidificación, puesto que la representación con oscilaciones de la cabeza, subidas y bajadas del cuello hasta tocar con el hinchado pecho el suelo y cola bien desplegada y vertical, es una observación que puede hacerse incluso cuando las palomas aún no están emparejadas y forman densos bandos. Pero si esto es fácil de ver, no lo son tanto los vuelos que los machos efectúan sobre el nido o el lugar donde la hembra se ha posado. Después de elevarse a considerable altura descienden planeando con las alas en uve, haciéndolo de tal manera que cuesta trabajo reconocer una Paloma torcaz, tan ondulado y diferente es su vuelo del que habitualmente nos tiene acostumbrados. Los pollos al nacer están cubiertos parcialmente de un plumón que más parecen pelos de color amarillento pajizo, mostrando la piel en la mayor parte del cuerpo un tono azulado. Pronto, sin embargo, este plumón es «empujado hacia afuera» por las plumas en los extremos de las cuales queda adherido. El interior de la boca es rosado. Los adultos alimentan a los pichones con una sustancia llamada «leche de pichón» de consistencia de queso líquido o fundido formada por la segregación continua de las células del epitelio interior del buche, cuyas paredes adquieren un considerable espesor durante la incubación, época en que las células tienen un alto contenido de grasa. Los pichones introducen continuamente sus picos en la garganta de los adultos y pronto crecen, pero no son capaces de volar antes de los 20 días como muy pronto. Normalmente lo hacen más tarde, al cumplir el mes. Después de terminar la cría el nido queda hecho una verdadera calamidad con tantos excrementos acumulados y es difícil que esta «masa de cemento blanquecino» como la calificó Walpole-Bond (1938) pueda soportar una nueva puesta tal como asegura algún ornitólogo (Ryves), pero Bannerman advierte que es aventurado afirmar con tanto énfasis un hecho así en el mundo de los pájaros. Tres puestas al año parecen normales en Europa y así lo afirman Walpole-Bond, Bannerman, Jourdain, Verheyen, etc., pero en Iberia con seguridad solamente dos, por lo menos en los bosques y roquedos de la Cordillera Cantábrica. También en Europa se citan casos de cuatro puestas en la misma temporada.
La Paloma torcaz vive en toda Europa excepto en Islandia y norte de Escandinavia, incluida la Laponia finlandesa. Poblaciones fundamentalmente migradoras son las que viven en Noruega, Suecia, Países Bálticos y el norte de Rusia. En parte sedentarias son las de Alemania, Dinamarca, Holanda y Bélgica, Hungría, Austria y Checoeslovaquia. En las Islas Británicas una pequeña parte de su población, normalmente las jóvenes, realizan desplazamientos fuera de las Islas y alcanzan por lo menos hasta Francia donde ha habido ya recuperaciones de anilladas. Murton (1965) ha estudiado en detalle los movimientos interiores de las torcaces británicas. Estima que vive allí una población no inferior al final del verano a los 5 millones de palomas de esta especie y posiblemente 2-3 millones son abatidas por los cazadores anualmente. Esto supondría, siempre según Murton, una cifra de 8 millones de torcaces como población postnupcial. Desde que este autor británico realizó sus trabajos la población de torcaces en aquellas islas ha sufrido algunas variaciones. Snow (1971) la calificó como especie abundante, criando en todos los condados aunque sólo localmente en el noroeste de Escocia y en las Islas Hébridas y Shetland.
La población europea de torcaces migradoras atraviesa el Continente en franca dirección hacia el Sur-sudoeste. De este modo Francia, la última etapa antes de llegar a Iberia, es cruzada diagonalmente y recibe una extraordinaria concentración en la esquina Sudoeste. Bernis (1967) compara este esquema migratorio con el de la Grulla común Grus grus, destacando ciertas analogías en lo referente a cuarteles de invierno ibéricos y camino a recorrer desde el norte de Europa. La entrada y salida de la gran mayoría de torcaces que invernan en Iberia se produce por el extremo occidental de los Pirineos. Allí están las famosas «palomeras» donde desde siempre son capturadas millares de «usuas» y «solomas» (torcaces y zuritas) con redes normalmente verticales que se colocan en los Collados por donde pasan. En territorio español las más famosas son las de Echalar y Valcarlos en Navarra, aunque hay otras diseminadas más al interior que ofrecen buenas cualidades. La «pasa» es más acusada en Francia donde las «palomeras» son abordadas por las torcaces desde el Este y atraviesan los puertos a baja altura, sobre todo con vientos del Sur favorables para los «rederos». Cuando esto no sucede, cosa frecuente, los bandos de palomas son obligados a descender mediante el lanzado al aire de «polotia», paletas de madera, y sacudiendo enérgicamente la «chaterra», la bandera. Aquéllas quieren sustituir a los ataques de halcones y azores que muchas veces viajan con los bandos de palomas. Estas, asustadas, ejecutan un rapidísimo descenso y si son manejadas hábilmente pueden caer en las redes muchas de ellas. Aunque ha disminuido el paso de palomas, no se sabe si porque son ahora menos abundantes, cosa que no parece ser así en muchos países europeos, o porque el clima más dulce de zonas extensas del Continente no produce una tan acusada migración otoñal, el espectáculo que se puede presenciar en Francia (palomeras de Gatagorena, Osquich, Naphale, Sare, Lantabat, Lane, etc.) y en Navarra (Echalar, Valcarlos, Baraibar, Acedo, etc.) es impresionante, porque a los gritos de los rederos hay que unir los de las escopetas de los cazadores apostados en puestos situados a los lados de las redes y que en subasta anual alcanzan precios muy altos. Puede estimarse que las torcaces y zuritas que se capturan en Echalar anualmente no rebasan mucho la cifra de 5.000 aves, una tercera parte aproximadamente de las que se cogían hace 20 anos. En Apota (Guipúzcoa) se instalaron hace años una red abatible por el mismo sistema con el objeto de capturar pequeños y grandes migrantes para anillarlos. Los entusiastas ornitólogos de la Sociedad de Ciencias Naturales Aranzadi trabajaron allí intensamente, pero igual que sucede en Navarra su situación se complicaba con la aparición de escopeteros, que no cazadores, que disparaban a toda clase de pequeños pájaros que sobrevolaban.
El anillamiento masivo de torcaces en todos los países europeos ha producido una buena cota de recuperaciones en función de la intensa caza a que estas aves son sometidas. Como las palomeras también son aprovechadas por los anilladores franceses, muchas palomas de este origen son capturadas en España en zonas próximas a la frontera. Las provincias vascas y la Rioja copan la mayoría. A partir de octubre y hasta marzo se realizan capturas de palomas anilladas en Europa en muchas zonas de la Península Ibérica. La procedencia viene desde Alemania hasta Guipúzcoa y Navarra; de Dinamarca a Guipúzcoa; de Noruega hasta las palomeras francesas; de Suecia, Finlandia, Países Bálticos (Estonia, Letonia) y Suiza, en el norte y sudoeste de España y Portugal. El paso de grandes bandadas de torcaces se aprecia bien a través de Logroño, Soria, Burgos, Valladolid, Zamora, Salamanca, Avila, Madrid, Toledo y es bien conocida el paso sobre la Sierra de Gredos. También en el norte de Portugal y en el Alto y Baixo Alemtejo se acusa la llegada de buen número de torcaces. Todas ellas terminan concentrándose en los campos extremeños, de Andalucía occidental y en las dehesas y encinares de las cuencas del Tajo y del Guadiana. Su caza se ha hecho difícil porque tan acosadas en su paso a través del Pirineo son ahora muy recelosas y vuelan a buena altura de uno a otro posadero.
La migración primaveral que las torcaces emprenden en febrero y marzo y de forma ocasional si el tiempo es bueno y cálido en los últimos días de enero, transcurre más hacia el Este y se acusa muy poco en general. Por Guipúzcoa pasan a gran altura salvo que el viento Sur las obligue a volar bajo. Con tiempo despejado y atmósfera limpia los bandos sobrevuelan Zumaya y las campas de Azquizu ya cerca de Guetaria, siguiendo hacia Las Landas francesas. En conjunto, sin embargo, este paso transcurre más hacia el Este y en el norte de Portugal Zamora y Salamanca es menos acusado que la llegada otoñal.
La población nativa de Iberia parece ser sedentaria o sujeta a pequeños movimientos que alcanzan un corto radio como lo prueban las escasas recuperaciones obtenidas, correspondientes también a un exiguo anillamiento. Hasta 1972 solamente 163 y de ellas destaco una anillada como pollo en el nido en Alcalá de Henares en junio de 1967 que fue capturada cuatro años después a sólo 6 km al Norte y otra, también anillada como pollo en El Espinar (Segovia), recuperada en la provincia de Avila (San Bartolomé de Pinares) a 14 km. al Sur.