Grulla Común
En la última semana del mes de octubre y primeros días de noviembre las grullas efectúan su migración hacia España y el norte de Africa. La ruta que siguen invariablemente es una ancha banda de unos cientos de kilómetros que atraviesa Europa, alcanzando España por el Pirineo occidental. En el mes de marzo utilizan el mismo camino para regresar a sus zonas de cría en el norte de Europa y Rusia. Una V formada por grandes aves, volando a gran altura, con el cuello estirado, con pesadas y amplias batidas de alas y con un «kru-kru-kru» incesante, denota el primer bando de grullas. A diferencia de los gansos, con los que se confunden frecuentemente, las grullas no conservan mucho tiempo esta disposición en V. En España invernan en número elevado en puntos del centro y todo el sudoeste. Sus lugares habituales de estancia en esta época son los encinares y campos cultivados de cereales, que les proporcionan alimento abundante, aunque utilizan zonas peladas como dormideros, siendo espectacular el trasiego al amanecer y anochecer. Parece comprobado que la última pareja anidó en nuestro país hacia 1953-54 en la hoy desecada laguna de la Janda, en Cádiz, y que en el siglo pasado criaba normalmente en varias otras localidades.
Familia: | Gruidas |
Nombre cientifico: | Grus grus |
Orden: | Gruiformes |
Caza: | Especie Protegida |
Longitud: | 110 |
Habitat: | Cultivos |
Identificación: | Gran ave gris-ceniza, cabeza y cuello gris oscuro, con banda blanca alargada a los lados y mancha occipital roja; penacho alar sobre la cola cuando están posadas; sexos iguales. |
Nidificación: | Nido en el suelo, en zonas pantanosas y turberas del norte de Europa; puesta, de abril a junio, 2 huevos pardo-verdosos o rojizos; incubación, por ambos sexos, unos 30 días; los pollos, nidífugos, vuelan tras unos 70 días. |
Alimentación: | Leguminosas, cereales, hierbas y raíces; gusanos, insectos, batracios, pajarillos y pequeños reptiles. |
El Orden de las Gruiformes comprende once familias de pájaros de las que cuatro están representadas en Europa. Aunque de tamaños muy diversos, desde la gigantesca Grulla común Grus grus hasta el pequeño Torillo Turnix sylvatica, todos tienen en común un esqueleto similar y parecida anatomía muscular. Casi todos son aves de marismas, en especial durante la época de la reproducción y la mayoría poseen un carácter tímido y huidizo. Las de menor tamaño tienen costumbres muy reservadas y su estudio y observación son difíciles. Sus voces no son precisamente musicales, pero los sonidos que emiten en vuelo o cuando se ocultan entre densa vegetación acuática, pueden servir para conocer su presencia e identificar las especies, operación no muy fácil en una visión fugaz de las de menor tamaño.
La mayor de todas y sin duda la más espectacular es la Grulla común Grus grus, un pájaro de estructura inconfundible, andar pausado y elegante, que desde siempre ha sido admirada y sus migraciones objeto de estudio relacionadas con situaciones diversas en los países que atravesaban. El plumaje de una Grulla adulta es gris pizarroso uniforme, salvo las plumas primarias y secundarias de las alas que son negras o de color negroazulado. Parte de las secundarias y las cobertoras son muy largas cayendo en cascada por encima de la corta cola, ocultándola y dando la sensación de que es más grande y abultada como la de un Gallo doméstico. Al verla de cerca se le aprecia un trozo de piel desnuda de color rojo vivo en el píleo. El cuello es negro en su parte superior, así como la garganta, frente y nuca, pero a partir de los ojos hay una ancha banda blanca que coge los carrillos y desciende por parte del cuello. El pico es gris verdoso, rojizo en la base; las patas son negras y el iris de los ojos rojo. Las grullas adultas viejas pueden llegar a medir 115 cm, de longitud, aunque un promedio de 110 cm es normal. Las jóvenes son de menor tamaño y tienen la cabeza de color castaño totalmente emplumada, es decir sin el trozo de piel desnuda de los adultos. La garganta es grisácea y en general las partes superiores son parduzcas con una cola menos abultada. Las patas son marrones o pardo grisáceas y el iris es gris o marrón. En sucesivas mudas van adquiriendo el plumaje de los adultos, pero no antes de tres o cuatro años, pasando por variados plumajes de transición. No existe un dimorfismo sexual acusado.
La única especie con que puede confundirse la Grulla común en una somera observación y por personas no conocedoras de estas especies, es con la Garza real Ardea cinerea, pero su apariencia es diferente, las patas son más largas y el pico de menor tamaño. Sobre todo es dato importante lo que ya se indicó antes sobre la elegancia de sus movimientos. Anda con el cuerpo en posición horizontal, reposadamente y llevando el cuello curvado. Se mantiene alerta y si está alarmada estira el cuello y permanece un buen rato en actitud expectante. Su vuelo es lento, pero potente y las formaciones en uve de los bandos son frecuentes, pero a menudo las deshacen, volando entonces en líneas o en grupos. Su silueta con el cuello y las patas extendidas es inconfundible. Entonces destacan bien sobre el plumaje que parece muy claro, las negras plumas primarias y secundarias de las alas.
Es un pájaro tímido que huye al menor asomo de peligro, corriendo unos metros por el suelo con alas desplegadas antes de iniciar el vuelo y es también uno de los pájaros más ruidosos y sonoros que existen. Su voz es bien conocida y puede describirse como un graznido de largo alcance emitido en tono alto y áspero ¡¡krruu!! o ¡¡gruuj!! y también ¡¡kaerr!!. Pérez Chiscano y Fernández Cruz (1971) en su exhaustivo estudio de las grullas invernantes en Extremadura dan un dato importante sobre la voz de estos pájaros: «si el bando pasa coronado y bajo, entonces se percibe claramente otro grito mucho más débil y totalmente distinto, una especie de piar que recuerda el canto de un gorrión. Este segundo grito lo emiten tanto los adultos como los jóvenes, detalle comprobado al reconocer edades en los bandos». Variaciones de su voz fundamental se oyen en los lugares donde este pájaro anida, en especial cuando interpreta su espectacular cortejo. El sonido de gorrión escuchado por Chiscano y F. Cruz en Extremadura ya había sido señalado por Heinroth y éste consideró que había variaciones según la edad. Así, los jóvenes emitían una especie de silbido y las grullas viejas un gorjeo y ambos escuchados a distancia eran asimilables a la voz del Gorrión común.
La Grulla común se alimenta fundamentalmente de materia vegetal, raíces de hierbas, ramillas tiernas y vegetación subacuática de las orillas de estanques y pantanos. También insectos: coleópteros, dipteros, etc. Jourdain da como dato significativo el examen del contenido de un estómago en el que se encontraron 54 larvas de Tipula. También come pequeños y medianos moluscos y crustáceos. Cuando inicia la emigración otoñal y frecuenta campos de labor, devora infinidad de semillas de toda clase de plantas, pero sobre todo de cereales cuyas cosechas se están recogiendo o lo han sido ya. Cebada, trigo, avena, guisantes, etc. son frecuentes en su dieta. En España P. Chiscano y F. Cruz observan que cuando llegan en los últimos días de octubre se las ve en Extremadura en los rastrojos de cereal donde sin duda encuentran granos en el suelo. De mediados de noviembre a últimos de diciembre sus lugares preferidos para comer son los encinares, mejor los destinados a la «montanera» o ceba de cerdos en los que se varean las encinas para que caigan las bellotas al suelo. De enero a marzo están principalmente en los cultivos de cereal o leguminosas (bajo las encinas) y posiblemente se alimentan de brotes tiernos y legumbres. Jourdain señala que en el estómago de una grulla capturada en Túnez se encontraron 272 huesos de aceitunas. También se señalan ocasionales capturas de pequeños pájaros que viven entre los carrizos o anidan en el suelo y de ratones de campo.
Especie típicamente paleártica se reproduce desde Escandinavia, Dinamarca, Polonia y quizá Rumania hacia el Este a través de Rusia y Siberia. En España es ahora especie invernante únicamente. Se cree que la última pareja que se reprodujo aquí, anidó en 1954 en la hoy desecada laguna de La Janda en Cádiz. Sobre esta laguna Bannerman (1962) facilita datos de interés. Unas pocas grullas aún criaban en la zona oriental de aquella laguna en 1925. Los pájaros frecuentaban una gran extensión de carrizos y juncales que ya habían crecido de 60 a 90 cm. a finales de abril. El inglés Congreve encontró tres nidos muy juntos en claros de junqueras, que estaban construidos a base de «masas de juncos» y de un diámetro no superior a 75 cm. El 23 y 28 de abril ya tenían dos de los nidos la puesta completa de dos huevos. El primer drenaje en la laguna empezó precisamente en aquella fecha. Aunque este pájaro ya no se reproduce en España se dan datos por lo que pueden tener de recuerdo nostálgico para los ornitólogos y aficionados que todos los años vemos pasar las grullas volando sobre una zona bien delimitada de la Península Ibérica. Bernis (1966) cree que a finales del siglo pasado algunas parejas de grullas podían anidar en las Marismas del Guadalquivir y posiblemente sólo rara pareja habría criado en la Laguna de La Nava en Palencia.
La Grulla común es ahora ave invernante en Iberia en no escaso número. Bernis (1960, 1966) estima que existe en el sudoeste de la Península desde octubre a marzo una población que puede oscilar entre un mínimo de 5.000 y un máximo de 15.000 grullas comunes. La mayoría deben de proceder de Escandinavia y norte de Alemania. En este país y en Polonia se forman todos los años concentraciones premigratorias. Allí se ven las primeras grullas a finales de agosto y a mediados de septiembre se han completado los grandes grupos que tienen durante un mes el mismo comportamiento que luego se verá para la zona de invernada en España y Portugal. Cada mañana las bandadas se dispersan por áreas más o menos grandes y al anochecer regresan al lugar de la concentración o dormidero (Bernis, 1966). La masa principal de grullas migrantes comienza a moverse hacia el Sudoeste y atraviesa Alemania del 11 al 20 de octubre. Sólo muy pocas empiezan a pasar a finales de septiembre y son muy raras las que se ven en noviembre. Este paso continúa a través de Francia en una banda migratoria uniforme de una anchura tan sólo 300-400 km. En España penetra por la mitad occidental de los Pirineos con una superior concentración sobre el País Vasco y Navarra. En Aragón hay que resaltar la concentración de Grullas en la Laguna de Gallocanta. En toda Guipúzcoa y ya menos en Vizcaya, la presencia de bandos de grullas volando alto, pero escuchándose sus típicos graznidos, es un espectáculo corriente y esperado. De acuerdo con la encuesta realizada por Bernis (1960), en el interior de Iberia la banda migratoria se ensancha y alcanza una extensa área que va desde la antigua laguna de la Nava en Palencia hasta las cercanías de la frontera portuguesa con la provincia de Zamora, donde en las lagunas de Villafáfila y Villarrin de Campos son frecuentes hasta diciembre las grullas por gran parte del Centro y sobre todo en todo el Sudoeste, incluyendo las provincias portuguesas de Alto Alemtejo, Baixo Alemtejo y Ribatejo y las españolas de Cáceres, Badajoz, Salamanca, Huelva, Cádiz, Sevilla, etc. Las grullas que permanecen en Zamora, Valladolid, Palencia y Salamanca, pronto descienden hacia el Sur y se concentran con preferencia en la Extremadura española, donde en diciembre hay ya varios millares de individuos repartidos por encinares adehesados y rastrojeras. Aunque el grueso de las grullas migradoras entran en España en octubre y primeros días de noviembre no quiero dejar de citar algunas observaciones propias muy tempranas en Guipúzcoa en los últimos días de agosto y en septiembre. Quizá se trataba de inmaduros no reproductores estacionados más al Sur de su habitual zona de reproducción en el norte de Europa.
El regreso para criar se inicia, según Bernis, volando los pájaros por una ruta situada ligeramente más hacia Iberia oriental. Se justificarían así las ausencias de grullas en zonas noroccidentales donde son abundantes en el otoño. Efectivamente en el País Vasco es mucho menos acusado el paso primaveral. Desde los últimos días de febrero se ven ya las grullas volando hacia el Nordeste sobre el centro de la Península y en los 15 primeros días de marzo pasan casi todas. Tanto en vuelo otoñal como en primavera se ven grupos reducidos de grullas por zonas alejadas de su ruta normal. Así se explican los bandos que vuelan hacia el Oeste siguiendo la costa Cantábrica. En Asturias no es rara su presencia los primeros días de noviembre. Lo mismo sucede en Santander. Grullas se ven por la línea costera levantina e incluso no son raras en Baleares. Bernis señala que en el Levante español entre Cataluña y Almería existe probablemente una escasa migración regular, pero en el Delta del Ebro su presencia es muy rara (Maluquer, 1971).
El paso a Africa de bandos migratorios de grullas fue en el pasado exagerado (Bannerman, 1962), basándose en datos no muy seguros o quizá en una situación de distribución de las poblaciones que no se da hoy. Bernis (1966) estima que las grullas que atraviesan el Estrecho en ambos sentidos deben ser muy pocas. Muchos de los bandos que se ven allí pueden ser debidos a trasiegos normales de grullas andaluzas hacia las llanuras fluviales marroquíes.
El comportamiento de las grullas que invernan en España ha sido muy bien estudiado por Pérez Chiscano y Fernández Cruz (1971) y voy a resumir aquí sus observaciones en unas líneas por no hacer excesivamente largo este trabajo. Los distintos sectores estudiados en Extremadura por estos ornitólogos, tienen en común que poseen encinar como comedero y descampado como dormidero. Los primeros son usados por las grullas. Allí comen y reposan. Los segundos son exclusivamente utilizados para pasar la noche. Las distancias entre comederos y dormideros varían desde 2-3 km. hasta más de 30. Las aves empiezan a moverse rumbo a los comederos con las primeras luces del alba, pero el trasiego es enorme a la salida del sol, antes en los días despejados y un poco más tarde en los nublados. Dicen los ornitólogos: «La marcha es ruidosa. Los gritos se oyen desde muy lejos. La altura a que vuelan no es grande, probablemente no pasando de 100 metros sobre el suelo. La estancia en los comederos se prolonga hasta la puesta del sol. Esta estancia es nomádica; las grullas se trasladan de unos puntos a otros del encinar en cortos vuelos y siempre gritando. Cuando están en tierra también gritan, pero entonces de manera distinta. Parece ser una señal de alerta consistente en dos notas, la segunda en tono más grave. También en el suelo pueden observarse saltos, enfrentamientos con alas entreabiertas y colas levantadas y otras posturas más o menos llamativas.» ¿Se trata del comienzo del celo en los últimos días de su invernada en España?
«El retorno de las aves al dormidero se hace por los mismos sitios que utilizaron por la mañana. El griterío de las que ya se han posado es contestado por los bandos que se acercan al dormidero. El aterrizaje de los primeros bandos suele marcar el lugar de concentración para dormir.» La proporción de jóvenes que Pérez Chiscano y Fernández Cruz determinaron en las zonas estudiadas por ellos estaba en 1968-69 en un 13,63%. Es decir, de 132 grullas, sólo 18 eran jóvenes. En 1969-70 de 648 aves observadas, 65 eran jóvenes del año o lo que es lo mismo, un 10,03 %. Además, observaron que las jóvenes grullas nunca andaban solas, sino acompañadas de otras adultas. ¿Podría interpretarse que se trataba de grupos familiares que conservan su unión en época invernal?
El promedio de crianza anual de la Grulla común es muy bajo. Bernis lo estima en poco más de un joven por cada pareja. La puesta normal es de dos huevos, pero también hay muchas de uno y sólo de forma ocasional se han encontrado de tres. De esta manera y teniendo en cuenta las puestas que pueden malograrse por diversas causas, de mil grullas adultas Bernis calcula una población estival (adultas más jóvenes), quizá no mayor de 1.500 aves. Conociendo la procedencia de las grullas que invernan en España y su densidad en las áreas de cría europeas no es aventurado estimar en 10-15.000 grullas las que anualmente entran en España.
No se debe terminar este estudio sin aludir a la conducta que las grullas tienen cuando está próximo el emparejamiento. La danza que a partir de febrero inician todavía en sus lugares de invernada (Chiscano y F. Cruz), tiene su máximo ardor a partir de marzo. Las grullas caminan con pasos rápidos y cortos con alas entreabiertas, en círculos, elipse u ocho, haciendo profundas reverencias y dando saltos en el aire a derecha e izquierda, recogiendo pequeños objetos del suelo y parándose con una sacudida en actitud tiesa (Tucker, 1940).
Los anillamientos han sido escasos aún en Europa, pero ya ha habido alguna recuperación en Iberia de grullas anilladas en Alemania y Suecia. Sin embargo, ahora la especie está protegida y su caza y captura se han prohibido por el Decreto de 21 de septiembre de 1973.