Búho Chico
Las aves de España

Búho Chico


La creencia popular divide las rapaces nocturnas en Búhos, provistos de «orejas», y Lechuzas, desprovistas de ellas. Las «orejas» son en realidad simples penachos de plumas y no tienen ninguna relación con los órganos del oído que en esta especie son internos solamente. El Búho Chico es uno de los más representativos de nuestros búhos, con sus largas «orejas», su vida exclusivamente nocturna y su ululación regular y grave: «hou-hou-hou». De día, se oculta en el bosque, sobre todo en las coníferas, donde también sitúa su nido. En la noche cerrada, y tras haber lanzado algunas llamadas, sale de su retiro y recorre su territorio. Caza pequeños roedores u otras presas que pueden presentarse en los linderos del bosque e incluso en terreno descubierto. Durante su parada, el macho efectúa vuelos acrobáticos, planeando como una hoja seca o ejecutando saltos acompañados de sonoros chasquidos de las alas. En España el Búho Chico anida en diferentes regiones, cubriendo toda la superficie peninsular. Hasta fecha reciente se tenía datos fragmentarios sobre su biología, movimientos, etc. Aunque esta población, en principio, se comporta como sedentaria, no por ello deben descartarse algunos movimientos dispersivos.

Familia:Estrígidas
Nombre cientifico:Asio otus
Orden:Strigiformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:35
Habitat:Bosques
Identificación:Largas "orejas"; plumaje ocráceo con moteado pálido y rayas oscuras; ojos amarillo-anaranjado; sexos iguales.
Nidificación:Normalmente utiliza viejos nidos de Urraca, Cuervo u otro córvido, o una madriguera de ardilla; a veces construye en el suelo; puesta, marzo-junio, de 4 a 5 huevos blanco lustroso; incubación, 25 a 28 días, sólo por la hembra; los pollos, alimentados por ambos sexos, dejan el nido después de unos 25 días.
Alimentación:Ratas, ratones, topillos, musarañas; fringílidos, gorriones y, a veces, aves tan grandes como arrendajos; algunos abejorros y otros escarabajos.

El Búho chico Asio otus está entre las aves de presa menos conocidas, sin duda a causa de sus costumbres eminentemente nocturnas, a ser poco activo y no emitir su voz con la frecuencia con que lo hacen otras aves de su misma familia, como el Cárabo Strix aluco.

Aunque a distancia el plumaje de los adultos presenta un aspecto general pardo grisáceo no precisamente muy llamativo, cuando se le puede observar de cerca y en buena luz se aprecian en él matices en la coloración ciertamente llamativos. Las partes superiores, dorso de las alas y la espalda son pardo doradas, rayadas de negro y marrón oscuro y estriadas finamente de blanco. El disco facial es muy notorio, pardo pálido con un anillo o borde negruzco, mientras la garganta y la frente son blancas. Sobre la cabeza destacan mucho y llaman en seguida la atención dos mechones de plumas a modo de orejas de color marrón oscuro con bordes blancos o parduzcos y que le dan al búho un aspecto auténticamente diabólico. Las partes inferiores son pardo amarillentas o doradas, rayadas sobre todo en la parte superior del pecho de marrón oscuro. Menos marcado es el rayado del resto. Entre los ojos anaranjado vivo y el pico negruzco hay una zona de plumón blanco que forma una destacada equis. La cola es parda o grisácea, con franjas marrones, normalmente cinco son las visibles. Las patas y pies están cubiertos con plumas cortas de color pardo pálido.

No es frecuente poder verlo en vuelo y entonces se puede confundir con el Cárabo porque un detalle tan conspicuo como las largas plumas de los lados de la cabeza u orejas, no puede apreciarse por llevarlas recogidas. También podría confundirse con la Lechuza campestre Asio flammeus, pero existen en realidad pocas oportunidades para poder ver este pájaro en Iberia. Esta lechuza tiene aspecto más rechoncho y su coloración es más parda.

El Búho chico es un pájaro extraño del que en realidad se conoce poco, a pesar de haber sido objeto de numerosos estudios. Las hembras no se distinguen de los machos a simple vista y parece necesario acudir a su disección para determinar los sexos. Los jóvenes del año se diferencian poco de los adultos. Unicamente las plumas de la cabeza, garganta y vientre conservan su aspecto de plumón.

Cuando permanece posado durante el día lo hace casi siempre bien erguido y pegado al tronco de un árbol de forma que, a no ser que se ponga una especial atención, puede confundirse con la rugosa corteza de los árboles y pasar desapercibido. Prefiere bosques de coníferas, pero también ocupa otro tipo de árboles. Así durante la reproducción es visto a menudo en robles y castaños en toda la zona Cantábrica, buscando cobijo en el invierno en especies arbóreas de hoja perenne. También se ocultan en nidos abandonados o viejos de urracas y cornejas. Al volar lo hace con notable habilidad, zigzagueando por entre las ramas de los árboles de manera que apenas toca aquéllas y no produciendo ningún ruido. Rara vez puede ser observado al descubierto.

La voz del Búho chico es la más tétrica de cuantas se escuchan en el mundo de los pájaros. No sé si a ello contribuirá su nocturnidad o la forma inesperada en que la emite. Así como otras aves lanzan sus gritos cuando el observador está lejos y se interrumpen al aproximarnos a ellas, el Búho chico grita inesperadamente aún cuando estemos a pocos metros de él y y por supuesto ya nos haya visto. En celo emite muy a menudo un prolongado ¡¡tú-ju-ju-juju-ju-ju!! que por el profano puede ser confundido con el grito similar del Cárabo común, aunque éste lo prodiga en todas las estaciones del año y a menudo durante horas. Normalmente canta desde enero hasta mediados de abril, con mayor intensidad a partir de los últimos días de febrero si no llueve. Fuera de la época de la reproducción es muy silencioso. Otras notas emitidas cerca del nido o cuando se alarma no difieren mucho de las de la Lechuza común o del Cárabo. El ornitólogo inglés Walpole-Bond (1938) nos abruma con una exhaustiva descripción de las voces del Búho chico en el que determina nada menos que once sonidos diferentes para los adultos. Como otros búhos, también produce chasquidos con el pico y las alas.

La captura de las presas que constituyen su dieta la efectúa exclusivamente durante la noche y la potencia y agudeza de su vista deben tener pocos rivales entre los demás pájaros. Los micromamíferos capturados son muertos con un picotazo fuerte y preciso en la nuca que parte en dos el cráneo, aunque también la presa puede morir con una fuerte presión de las garras.

Los estudios para determinar las presas tomadas por el Búho chico son muy numerosos y variables en cuanto a las especies capturadas, según la microfauna de mamíferos de cada región o país. Ciñéndonos en lo referente a la Península Ibérica al estudio efectuado por Araujo et al. (1973) podemos asegurar que la dieta alimenticia de esta especie no difiere mucho de la de la Lechuza común. En ella el componente fundamental lo constituyen los roedores. Sin embargo, en la frecuencia con que consume otros vertebrados es donde se encuentran algunas diferencias con Tyto alba. La escasa representación de micromamíferos insectívoros, en particular las musarañas, constituye una caracteristica destacada. Otra, la presencia en los restos obtenidos de egagrópilas de gran número de pájaros pequeños. Ticehurst (1939) estimaba que en Gran Bretaña el 79% de la comida estaba formada por roedores y el 21 % restante por pequeños pájaros. Y respecto al nulo consumo de musarañas, Ticehurst y luego Bannerman se extrañaban de ello, sobre todo si tenemos en cuenta que en las Islas Británicas las musarañas son con mucho los mamíferos más abundantes de su fauna. Se estimó entonces que el caso no era fortuito, sino una natural aversión de los búhos hacia los sorícidos en general. Algo desagradable debe haber en el sabor de estos animales cuando ni siquiera los gatos los comen. Y este desagrado no debe estar muy lejos de ser producido por la costumbre que tienen las pequeñas musarañas de comer hormigas y otros insectos que poseen glándulas con líquidos irritantes.

La recogida de egagrópilas efectuada en varios puntos de la geografía peninsular por Araujo y colaboradores, alcanzó un elevado número, unas 3.000. El análisis efectuado del contenido de éstas es minuciosamente descrito por Rey (1973) en el mismo trabajo a que nos referimos al principio. En cinco muestras estudiadas se obtuvieron 6.347 Rodentia lo que representaba un porcentaje de 91,3%; 268 insectívoros con un 3,8% y 325 aves con el 4,6%. Tres murciélagos y 2 Lagomorpha (gazapos), no modifican apenas las conclusiones. Detallando más, los microtinos alcanzan el 80,9% del total, fundamentalmente la Ratilla campesina Microtus arvalis y en zonas mediterráneas el Topillo común Pitymys duodecimcostatus. Rey plantea el interrogante ante la distribución de la Ratilla campesina en la Península Ibérica, de hasta qué punto las mayores densidades del Búho chico estarán condicionadas por su presencia. En el resto de los grupos de presas destacan los murinos y de ellos el Ratón de campo Apodemus sylvaticus y el Ratón casero Mus musculus. Entre los insectívoros la Musaraña común Crocidura russula sólo llega a un mínimo porcentaje del 3,4. La presencia de buen número de aves en la dieta parece estar condicionada muchas veces por desfavorables condiciones climáticas. Una espesa capa de nieve sobre el suelo, incapacita prácticamente al Búho chico para efectuar la captura de sus presas habituales lo que obligadamente le inclinaría hacia los pequeños pájaros cuya caza en esas condiciones no puede ofrecer dificultad alguna para ave de vuelo tan ágil y silencioso. El gran número de especies de pájaros capturados por el Búho formarían una relación interminable. Bástenos decir que los gorriones son las presas más frecuentemente reconocidas.

Los insectos no están ausentes de la dieta alimenticia de esta especie. Entre ellos los ortópteros y coleópteros son los invertebrados más a menudo capturados. El Grillo cebollero Gryllotalpa gryllotalpa y los grillos campestres Gryllus spp están entre los más abundantes de los ortópteros.

El Búho chico es en general un temprano nidificante. En el mes de febrero normalmente ya ocupan su zona cada una de las parejas, con gran fidelidad por el sitio donde lo hicieron el año anterior. En esos últimos días invernales sus vuelos sobre el bosque son continuos y el macho lo hace en círculos sobre el posadero de la hembra. Cuando llama con sus típico ulular, aquella le contesta, pero en tono diferente. El nido típico de un Búho chico suele estar en el viejo de una Urraca, una Corneja, Paloma torcaz e incluso en el de un Gavilán. Araujo (1973) estima que, de acuerdo con sus estudios, el mes de marzo ya registra la presencia de los búhos en sus lugares de reproducción y que los nidos pertenecen casi siempre a córvidos. En los pinares Asio otus es uno de los primeros pájaros que llegan y puede elegir entre nidos de Cuervo, Corneja, Grajilla y Urraca. La estructura de los nidos viejos es aprovechada, recubriendo el interior con plumas propias y también en algunos casos plumas y acículas de pino o simplemente éstas. Las especies arbóreas utilizadas en el centro-norte de la Península Ibérica son fundamentalmente Pino negral Pinus pinaster, Pino silvestre Pinus silvestris, Pino piñonero Pinus pinea, Alcornoque Quercus suber, Encina Quercus ilex, etc. En la zona norte de Iberia los nidos utilizados son sobre todo de Gavilán Accipiter nisus y de Urraca Pica pica y están situados bien en un gran Castaño Castanea satyva o un delgado Roble Quercus robur como en un alto Abedul Betula verrucosa o un gran matorral de Laurel Laurus nobilis y Zarza Rubus spp entremezcladas estas especies con otras muchas plantas trepadoras silvestres. Bannerman asegura que los días en que se creía que el Búho chico criaba sólo en árboles han pasado a la historia. Y a continuación se refiere a un buen número de hallazgos de estos nidos terrestres. Otros lugares insólitos también pueden ser descubiertos. En Holanda, por ejemplo, se han encontrado criando en las cestas de mimbre que se cuelgan para que anide el Anade real Anas platyrhynchos.

La puesta suele consistir normalmente en cuatro o cinco huevos, pero las de tres no son raras. Seis e incluso ocho parecen excepcionales. Son de color blanco y con poco brillo. Las medidas obtenidas por Jourdain en 110 huevos recogidos en Gran Bretaña dieron un promedio de 40,9 x 32,7 mm. Araujo en 14 huevos medidos en los nidos por él estudiados en Iberia central, obtuvo un promedio de 41,7 x 32,8 mm. La incubación se inicia normalmente con la puesta del primer huevo. Estos son dejados en días alternos y fácilmente se deduce de ello que los pollos nacen con una gran diferencia de edad. La incubación se efectúa por ambos sexos si seguimos las fidedignas observaciones de Walpole-Bond (1938), quien asegura el hecho con ejemplares muertos mientras incubaban y que fueron abiertos para la comprobación del sexo, puesto que como ya hemos visto, los plumajes no se diferencian. Sin embargo, otros autores, quizá sin la debida comprobación, estiman que es la hembra quien realiza casi todo el trabajo. A los 25-27 días comienzan a nacer los pollos que están cubiertos con un plumón blanco, corto y muy denso alcanzándoles hasta las uñas de los pies. Durante la incubación uno de los adultos adopta un posadero fijo próximo al nido (Araujo), en general en una rama del mismo árbol. Este Búho realiza también funciones de vigilancia, pues al aproximarse al nido los observadores inmediatamente les atacaba, dando rápidas pasadas sobre sus cabezas. El primer pollo en nacer abandona el nido aproximadamente a los 23-25 días, aunque fechas anteriores (20 días) parecen bien comprobadas. Sin embargo, su estado no es precisamente como para independizarse y no vuelan, volviendo al nido para ser cebados y continuar allí el desarrollo. Dada la forma de incubar los adultos, las diferencias entre los pollos ya se ha dicho que son muy dispares y a veces sucede que cuando un Búho joven está completamente emplumado, en el mismo nido otro de sus hermanos puede aún estar con el primer plumón. Araujo especula y en ello coinciden varios ornitólogos, con la posibilidad de que el Búho chico ponga un huevo bastante más tarde que los otros. Esto no es un hecho nuevo en el mundo de los pájaros. Una especie bien estudiada, el Aguilucho pálido Circus cyaneus, también tiene esa particularidad, aunque no siempre.

En el nido los jóvenes búhos son alimentados con presas que aportan ambos adultos. Los micromamíferos son normalmente tragados enteros, pero presas mayores y los pájaros no. Así, con frecuencia las ratas son descabezadas y comidas en dos o varias veces. Los pájaros son parcialmente desplumados. En las egagrópilas están casi siempre ausentes las plumas de las alas y cola y a menudo también falta el cráneo.

Los pequeños búhos hinchan el plumaje y bufan cuando se les intenta coger. Los demás pájaros sienten por el Búho chico una gran aversión y a menudo se descubre su presencia por el griterío que aquéllos organizan alrededor del posadero del Búho. En especial el Arrendajo Garrulus glandarius y los carboneros y herrerillos Parus spp.

Una vez terminada la reproducción los pequeños búhos siguen a sus progenitores y forman grupos familiares durante los meses otoñales. A veces estos se unen entre sí y alcanzan cifras sorprendentes, buscando todos cobijo en un determinado árbol que suele ser algún pino u otra especie de hoja perenne. Araujo señala que de un Pino piñonero le salieron nada menos que 21 búhos chicos e insiste en este carácter gregario de la especie durante el otoño, observando un máximo de 23 búhos y un mínimo de 12. Naturalmente que estas concentracionés estaban favorecidas por un biotopo adecuado y árboles que ofrecían una gran cobertura vegetal en todo tiempo. En el norte de Iberia donde la especie está bastante más diseminada, las concentraciones son menores y siempre se limitan a una sola familia. Su sedentarismo en la zona cantábrica es grande y únicamente cabe señalar desplazamientos dentro de la misma zona, buscando refugio en especies no caducifolias.

El Búho chico es un pájaro que mantiene su densidad estable en los bosques de Iberia y que no puede considerarse especie abundante. Sin embargo, existe una mayor concentración en los pinares de la Meseta castellana que en áreas próximas a la costa mediterránea, atlántica y cantábrica. En Guipúzcoa se apreciaba un no desdeñable paso primaveral en el mes de marzo. Cuando al amanecer iniciaban sus vuelos migratorios hacia el Norte los pinzones vulgares Fringilla coelebs y las lavanderas boyeras Motacilla flava, podían verse también búhos chicos que sembraban la alarma en los bandos de migrantes.

El Búho chico es una especie muy extendida por Europa, no faltando prácticamente en ningún país y siendo más abundante en el centro del Continente que en los países mediterraneos y faltando completamente en Islandia y mitad norte de Escandinavia. También se dio siempre como ausente de algunas islas mediterráneas, Córcega, Cerdeña y archipiélago de las Baleares. Pero en la isla de Mallorca ha sido ya bien comprobada su nidificación (Mayo 1970) que puede ser regular, aunque escasa. También tanto en Mallorca como en Menorca parece ser visitante otoñal e invernal.

Los anillamientos han sido abundantes en toda Europa y han dado consecuentemente numerosas recuperaciones más al Sur. Así, se ha podido comprobar que la mayor parte de la población de jóvenes búhos del año en Escandinavia, emigra hacia países del centro y centro oeste europeo. En las Islas Británicas se han observado grupos numerosos volando cerca de las costas y muchos han sido recogidos a bordo de buques pesqueros que navegaban por el Mar del Norte. En la costa Este de Inglaterra son frecuentemente observados en grupos. Lo mismo sucede en Holanda y Alemania. La llegada del otoño trae un buen contigente de búhos chicos emigrantes. Más al Sur, en Francia e Iberia se han realizado capturas de anillados tan lejanos como uno que lo había sido en el sur de Suecia y fue capturado en León en pleno invierno (enero). En el conjunto de las recuperaciones se observa una cierta tendencia de esta especie a emigrar hacia el Sudoeste. Sin duda Iberia recibe un no despreciable contingente de migrantes, pero su número debe estar muy condicionado por la meteorología en los países del norte de Europa.

Araujo (1973) estima que la población ibérica debe ser sedentaria «aunque más o menos propensa a nomadismos o desplazamientos posnupciales, que, quizá, afectan sólo a los jóvenes o inmaduros». El anillamiento en España ha sido por ahora escaso. Hasta 1973 solamente 39 búhos, todos ellos jóvenes y pollos. Las recuperaciones obtenidas fueron dos. Uno anillado como pollo en Carbajo (Cáceres) en abril de 1973, fue cazado en Fátima (Portugal) a 160 km al Oeste. Otro, anillado también en la provincia de Cáceres como pollo en abril, fue cazado en Vilar Formoso (Portugal) a 68 km al Noroeste en febrero del siguiente año. Estas recuperaciones parecen confirmar en parte la tendencia a la dispersión posgenerativa de los jóvenes.

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