Seis recomendaciones para leer estas Navidades


La Editorial Solitario nos recomienda seis títulos de libros de caza para poder disfrutarlos estas Navidades.

En la cruz del anteojo – Ricardo Medem Sanjuan

Ricardo Medem es de los poquísimos cazadores españoles, "verdadero cazador", que ha llevado a cabo las más estupendas expediciones cinegéticas, nada menos que a cuatro de las cinco partes de que se compone el globo terráqueo. Pero lo más extraordinario es el brevísimo lapso de tiempo en que lo ha realizado, 14 expediciones de marzo de 1966 a agosto de 1973.

El autor con crudeza y duramente nos cuenta todo lo que le sucede en aviones y ciudades en que pernocta. Respecto a esta crudeza, a esta dureza, ese no morderse la lengua, me consultó si no lo consideraba excesivo, a lo que le respondí negativamente, por considerar que lo que nos relata es la pura realidad de los que le sucedió y presenció, dicho con sinceridad y sin mala intención, todo esto se refiere no solo al territorio de la cacería, sino a las poblaciones, aduanas, medios de transportes, etc., etc., hasta llegar a ese territorio de caza, aumentando la amenidad del libro.

Este libro, desde el punto de vista del lance venatorio se refiere únicamente a cinco animales, el tigre, el tur de Daguestán, el búfalo africano, el oso de los Cárpatos, y el markhor de Kabul.

El matador de leones – Jules Gerard

El francés Cecile Jules Basile Gérard, más conocido por todos como “Jules Gérard”, nació en Pignans, provincia de Var, el 1 de junio de 1817 y murió ahogado en el río Jong (Sierra leona) en septiembre de 1864. Militar, explorador y cazador francés del siglo XIX, durante la conquista de Argelia fue enviado a este país en la década de 1840, al Tercer Regimiento de Spahis con el grado de Teniente, comenzando la caza de los leones poco después a la vista de los grandes perjuicios que causaban entre vidas humanas y animales domésticos. En total cobró 26 leones, una gran hazaña si tenemos en cuenta las armas que utilizaba de avancarga, imperfectas y nada fiables, pues muchas veces al darle al gatillo el disparo no se producía… Escribió dos libros sobre sus actividades, el primero “La Chasse au lion” en 1855 y el segundo “Le Tuer de Lions”. Estas dos obras son muy interesantes y han sido traducidas a varios idiomas, pues nos dan una idea de lo que fue la caza y la distribución del león en el Norte de África en aquellos tiempos.

El Pirineo y los sarrios – Alfonso de Urquijo

Nació Alfonso de Urquijo en julio de 1920; vivió, por tanto, la guerra civil española. Acabó sus estudios de ingeniero agrónomo, ejerciendo posteriormente su profesión, pero combinándola muy bien con la práctica de su afición favorita, la caza, y con la escritura, llegando a ser en esta tarea el más prolífico de los autores españoles de todos los tiempos. El autor no solo escribió sus obras, sino infinidad de prólogos y capítulos de obras de distintos autores, aparte de colaboraciones y artículos con muchas revistas de caza y periódicos.

Experto en temas cinegéticos y de alta montaña, sus obras son reflejo de sus viajes y monterías por España, África, Asia y América. En la península ibérica -principalmente en los pirineos y en sierra morena- desarrolló asimismo una labor de etnógrafo y lexicólogo, no por aficionado poco destacada, a través de sus andanzas como montañero y cazador. Colaboró en revistas especializadas españolas e internacionales. El pirineo y los sarrios, es uno de sus mejores libros, obra con numerosos dibujos, fotografías, croquis y mapas, incluyendo parte del pirineo navarro.

Conocía muy bien el medio natural no sólo por su profesión, sino también por su capacidad de observación, su natural curiosidad y su cercanía para relacionarse con todo el mundo, presumiendo de tener buenos amigos entre perreros, cabreros y guardas, entre otros, consiguiendo así una sabiduría poco común, que además supo transmitir a lo largo de su obra.

Todas las inquietudes de don Alfonso quedan reflejadas en sus libros, en los que siempre se sabrá el tipo de suelo que se pisa, sus orígenes, su historia, su vegetación, la forma de vivir de sus gentes y, cómo no, de la fauna. Expresados todos estos conocimientos de forma amena y didáctica, y reflejando en ella su cualidad más importante, su bonhomía, amabilidad y cercanía, que transmitía paz y buen humor.

El tiro perfecto – Kevin Robertson

África se vanagloria de tener mayor diversidad de caza mayor que cualquier otro continente. Casi todos esos animales tienen "zonas letales" muy diferentes, pero conocer donde colocar un tiro mortal (el criterio más importante en la caza) es desconcertante incluso para un cazador africano experimentado. Kevin Robertson, cazador profesional y veterinario de Zimbabwe, ha realizado el trabajo más amplio nunca emprendido para mostrar las características anatómicas de todas las clases de caza africanas - desde los grandes animales de piel gruesa, elefantes y búfalos, hasta los grandes gatos, antílopes (eland, sable, etc.), y finalmente los animales de caza más pequeños (duíker y facochero). Cada animal es mostrado en una fotografía de campo en color, así como en una "visión espectral" que descubre los huesos del hombro, corazón, pulmones, y cerebro, de tal modo que sabrás donde colocar con precisión tu disparo. La inapreciable sección de naturaleza en cada animal incluye indicaciones de valoración del trofeo así como la forma de confirmar el sexo de un animal. Otros capítulos comprenden selección de bala y calibre, manipulación de trofeos, y anatomía básica. Este gran trabajo de consulta es una necesidad para tu próximo safari…

Manual para el perfecto cazador del ciervo ibérico. La gestión de las fincas de caza mayor

Esta obra supone una guía completa para aquellos amantes del ciervo ibérico que deseen acercarse a la especie, no solo como objeto de caza sino también como objeto de gestión. El autor, al igual que ya hiciera con el corzo en su obra Manual para el Perfecto Cazador de Corzos, repasa todos los aspectos que son necesarios para una correcta gestión de la fincas de caza mayor, centrando sus esfuerzos en el ciervo. Su comportamiento, los problemas sanitarios, la alimentación y su desarrollo, esta obra nos mete de lleno en lo que debería ser una gestión racional que tenga en cuenta todos los factores que influyen en el crecimiento de las poblaciones de venado. Además, trata la caza de la especie y todo lo relacionado con la actividad cinegética que rodea a nuestros ciervos ibéricos.

Ilustrado por el propio autor, este manual es indispensable para cualquier gestor de fincas de caza mayor y para todos los amantes de la montería y la caza del ciervo.

Obras completas de Covarsí – Antonio Covarsí

Antonio Covarsí Vicentell, El Montero de Alpotreque. Cazador y escritor de literatura venatoria.

Los orígenes familiares de Covarsí se sitúan en Vinaroz (Castellón), en la cual sus antepasados ocuparon desde el siglo XVIII diversos cargos públicos y relevante posición social. Pero, el compromiso político con el carlismo condicionó gravemente la vida de la familia Covarsí, que perdió en batalla a muchos de sus varones y fue obligada a dispersarse.

La infancia y adolescencia de Antonio fueron muy ajetreadas, ya que las propiedades de los Covarsí en Vinaroz fueron requisadas por motivos políticos y su padre, en libertad vigilada, se vio obligado a trasladar a su familia de una ciudad a otra en busca de empleo estable. Durante su niñez, Antonio Covarsí vivió en Zaragoza, Cartagena, Madrid, Granada y Santoña, hasta que en 1866 su padre fue destinado a Badajoz como funcionario de prisiones. A partir de entonces, Antonio Covarsí Vicentell, estableció definitivamente su vida en Badajoz, considerándosele uno de los extremeños de adopción más ilustres, aun siendo aragonés de nacimiento.

En Badajoz, Antonio Covarsí casó por primera vez con Adela Yustas, con la cual tuvo nueve hijos, de los cuales sólo sobrevivieron dos: Adelardo, que será famoso pintor, y Laurencia. Antonio Covarsí mantenía a su familia gracias a varios empleos y empresas, ya que era agente de aduanas en la estación de ferrocarril y jefe de una casa de negocios, además de regentar un comercio de instrumentos musicales y fundar, ya en 1874, la famosa Armería Covarsí, en la calle Calatrava, dedicada a la venta de utensilios de caza, que acabará convirtiéndose en legendario lugar de tertulia, reunión y organización de expediciones venatorias. Precisamente su extraordinaria afición a la caza, desarrollada en sus múltiples facetas, fue la que convirtió a Antonio Covarsí en una de las personalidades que más contribuyeron a la edad de oro cinegética que Extremadura vivió durante la segunda mitad del siglo XIX. Su padre le había iniciado en la caza menor durante la adolescencia, en la década de 1860, pero fue Faustino Naharro, gobernador civil de Badajoz y propietario de fincas, quien le introdujo, en 1875, en el mundo de la caza mayor, en cuyo entorno conoció a otros célebres cazadores y desarrolló una gran pasión por la montería y las ancestrales artes venatorias. De la mano de Pedro Castillo, afamado “capitán de montería”, su maestro en el campo y gran amigo, Covarsí se convirtió en el cazador por excelencia: amante de los animales y el campo, escrupuloso con sus “leyes naturales”, de personalidad fuerte y temperamental, valiente y temerario, gran estratega y excelente tirador. Su autoridad como “capitán de montería” y organizador de expediciones venatorias fue pronto reconocida por los cazadores de su época.

Su escenario principal fue la sierra de San Pedro, entre Cáceres y Badajoz, tierra de dehesas, riscaleras y montes de encinas y alcornoques, abundante en especies cinegéticas, especialmente venados y jabalíes. Tuvo la habilidad de aglutinar en sus expediciones a aristócratas, como el marqués de Portago, propietario de la mítica finca “Azagala”, junto a humildes cazadores de profesión, subalternos de la montería conocidos como “corsarios”. Fue promotor y presidente de diversas agrupaciones, como la Sociedad de Cazadores de Badajoz (1890), cuyo reglamento fue un documento modélico, la Sociedad de Monteros de Alpotreque (1895) o la Sociedad de Monteros Extremeño-Andaluza (1899). Fue gran amante de los perros y creador de una excelente recova de perros de caza, compuesta por alanos y podencos, célebre por su eficacia y valentía en arriesgados lances. Covarsí aborrecía los excesivos artificios cinegéticos y abogaba por el combate leal, basado en la estrategia y la astucia, y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con el animal cuando éste fuera necesario, resultando por ello varias veces herido por cuchilladas de jabalí. Abogaba igualmente por la recuperación y práctica de las antiguas modalidades de caza, desde la montería, la ronda, el aguardo o espera, el salteo, el vaqueo, el rececho o la caza a la atalaya, algunas de ellas típicamente extremeñas, que alcanzaron en esta época su apogeo y que, con la desaparición de Covarsí y su generación, volvieron a caer en desuso. Su fama trascendió el ámbito local, pues además de cazar en Extremadura, monteó en otros muchos lugares de España, desde La Mancha y los montes de Toledo, a Andalucía o Asturias, donde en dos ocasiones acudió a la caza del oso pardo, e incluso fue varias veces reclamado por el rey Carlos I de Portugal para cazar junto a él y organizar sus monterías reales, premiando al montero español con la concesión de la condecoración de la Orden de Santiago de Portugal.
En su faceta intelectual, Covarsí fue uno de los últimos clásicos de la literatura venatoria. En sus inicios como escritor, publicó numerosos artículos —pequeños relatos de caza— en revistas cinegéticas como El Campo, Crónica del Sport o Arte y Sport, de gran difusión nacional Más tarde se adentró en la publicación de libros, que él modestamente llamaba “apuntes” y “obritas”, de estilo sencillo, directo, dinámico y carente de artificios, como su propia personalidad. Se trata de acontecimientos de caza vividos por Covarsí, narrados con amenidad y de contenido verídico, dirigidos, según sus propias palabras a cazadores “que amen la naturaleza por encima del estilo literario”, pues en sus libros todo “huele a sangre y pólvora”.

Su obra literaria se redujo a cuatro libros: Narraciones de un montero (1898), Trozos venatorios y Prácticas cinegéticas (1911), Grandes cacerías españolas (1919- 1920) y Entre jaras y breñales (1927). Durante el primer año de la Guerra Civil española, en 1936, sufrió un serio declive de salud, ante la congoja de ver su armería asaltada y desvalijada y él mismo, por su ideario conservador, amenazado de muerte. Un año más tarde, fallecía en Badajoz, cuando cumplía los noventa años de edad.

Medio siglo después, con motivo del primer Congreso Internacional de la Caza celebrado en Cáceres en 1987, se le brindó un homenaje póstumo, durante el cual se colocó una lápida conmemorativa en “la portilla de Alpotreque”, en el corazón de la sierra de San Pedro, recordando su imperecedera lección a los monteros de siguientes generaciones y su papel como uno de los personajes más populares y relevantes de la historia cinegética española.

Más información: Editorial Solitario: 913582521 / 626728584

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