Pesca una corvina de 43 kilos y más grande que él

La pesca submarina presume de ser la modalidad de captura más selectiva. Y con razón. Los practicantes que se aventuran en aguas marinas en busca de un pez que llevar al plato eligen sus presas después de verlas y valorarlas. No existe ninguna forma de pesca que pueda fundamentarse en esto.

Y las presas maduras y de gran tamaño son las que los pescasub anhelan. Una buena lubina, un mero de muchos kilos, un gran dentón, dorada, medregal… pero Manuel Galnares no podía imaginar el enorme pez que el destino pondría en su camino el pasado 7 de febrero, cuando entró en las agitadas aguas de la costa de la ciudad de Cádiz. Y eso que ha conseguido capturas como un enorme sargo que pesó casi 4 kilos una vez eviscerado.

Como cada día que se mete en el mar, su mujer le deseó suerte. Pero Manuel sabe que la suerte ya la tiene junto a ella, que le apoya y se esfuerza para que pueda cumplir su sueño de practicar la pesca submarina. No extraña que, tras la excepcional captura, sea ella la primera persona que le viene a la mente a la hora de decir ‘gracias’.

Sargo de 4 kilos pescado por Manuel.

Costa gaditana, zona de agradables sorpresas, pero también de corrientes

Era lunes, y Manuel miró al mar. La corriente era considerable, pero eso no le amedrentó. Los pescadores submarinos del Estrecho están hechos de una pasta especial. Conocen las corrientes marinas y saben cómo bregar con ellas. Para eso están las buenas aletas y las piernas fuertes que las impulsan. Eso sí, sin arriesgar, que este tipo de pesca ya es bastante peligrosa para sus apasionados.

De hecho, no existe modalidad a la que el ser humano esté menos adaptado biológicamente. No olvidemos que, como Manuel, los pescasub se sumergen en el agua aguantando la respiración durante todo el tiempo que permanecen allí abajo. En ocasiones, con especialistas en grandes profundidades, a más de 40 metros de la superficie.

Preciosa imagen del momento en el que el pescador captura a la gran corvina.

A 9 metros del fondo

No fue el caso de esta corvina. Manuel nos cuenta que pudo verla desde la superficie. No iba sola, eran dos. Pero el pescador se centró en una de ellas, que se quedó quieta mientras bajaba para ponerla a distancia de disparo de su fusil. Manuel lleva uno montado con piezas que él mismo ha seleccionado, con un tubo Fénix de la reconocida firma nacional Soriatec.

En el vídeo podemos comprobar el sigilo que le llevó a bajar los 9 metros que le separaban del fondo. Allí estaba la gran corvina. Enorme, gigantesca. Un pez con el que todos sueñan. Aunque sea poder disfrutar de solo verlo.

Manuel junto a su familia celebrando la excepcional captura de la corvina gigante.

43 kilos de corvina

Manuel se acercó por el punto ciego del gran pez. Esto le permitió asegurar el disparo. La varilla salió despedida del fusil impulsada por las dos gomas que tensaban y retenían el disparador. El lugar al que apuntó es el más indicado para peces de este porte: la agalla. De otra manera, se corre el riesgo de no atravesar al pez y que la muerte de la varilla no lo asegure. Pero sí que atraviesa, y en una zona mortal.

En las primeras y leves sacudidas, la corvina se daña más con el acero, y esto la lleva a quedar prácticamente inerte. El pescador apenas pudo creerlo. La batalla que presenta un ejemplar de este tamaño puede acabar arrastrando al pescador centenares de metros. Algo peligroso en zonas con corrientes, como era el caso.

La corvina de 43 kilos deja pequeñas a esta fabulosa lubina y a la dorada. La corvina midió 176 centímetros.

Volver a la orilla: una Odisea

Pero segundos después del disparo, la corvina ya está en manos de Manuel, que lo celebra efusivamente. 43 kilos y 176 centímetros. Un verdadero monstruo de las profundidades.

Tras esto, solo restaba volver a la orilla, algo que se complicó mucho al tener que arrastrar el enorme cuerpo del pez con la corriente en contra. El pescador lo define como una “Odisea” debido al fuerte viento de levante.

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