Barcelona

Cazamos el jabalí con un rehalero de 16 años

Los perreros se enfrentan cada fin de semana, junto a sus rehalas, a impresionantes jabalíes en lo más profundo del monte. El domingo vivimos una apasionante jornada de caza con un joven rehalero catalán.



En el transcurso de la cacería vivió un lance que difícilmente podrá olvidar. Después de perseguir más de 90 minutos un jabalí macho y tras intentar embestirles en dos ocasiones, finalmente lograron abatirlo a varios kilómetros del lugar de encame.

El joven perrero sueña con tener su propia rehala

Pol Peñafiel es un joven perrero catalán nacido en Sant Pere de Riudevitlles, municipio situado en la comarca del Alto Penedés. Se inició en la caza con tan solo seis años cuando compañaba a su padre Joan y a su abuelo Victoriano en las jornadas de caza al salto. Años más tarde comenzó a participar en las batidas de jabalíes. La presente temporada acompañó un día a los perreros y desde ese día quedó prendado de la caza con rehala. Todos los fines de semana acompaña a Jordi Arnán Vaquero, propietario de una espectacular cuadrilla de perros, de nombre Canilla Ca La Pastora. La rehala está compuesta por perros de medio rastro, grifones y dogos argentinos.


Canilla Ca La Pastora.

La cuadrilla de perros del rehalero catalán está formada por 16 canes, pero el cazador caza con ocho ejemplares cada vez que va tras las huellas de los cochinos. La pasada temporada el perrero logró abatir cuatro jabalíes de notable trofeo. El mayor de ellos, un animal que superó los 100 kilos y que se quedó a solo dos puntos de merecer la medalla de oro.

90 minutos tras los pasos de un astuto y valiente jabalí

Jordi y Pol vivieron una experiencia este fin de semana en una cacería desarrollada en la comarca del Alto Penedés que permanecerá por siempre en su memoria. Poco después de realizar la suelta, uno de los perros de la rehala detectó el rastro que habían dejado dos cochinos en sus correrías nocturnas. A 100 metros del lugar donde los canes recibieron las primeras emanaciones detectaron a los jabalíes en su encame. Los perros recorrieron más de 500 metros siguiendo su pista hasta que lograron pararlos en un zarzal.Jordi entró al remate en la espesura. Nada más verlo los suidos se libraron del acoso de los canes y huyeron por un viñedo.

Uno de los monteros participantes en la batida abatió uno de los ejemplares. El lance que marcó la jornada tuvo lugar horas más tarde. En lo más denso de la mancha los perros detectaron un jabalí. Lograron hacerlo cumplir en una de las posturas pero el cazador no logró abatirlo. El cochino perseguido por los canes se refugió en un barranco pero la rehala logró pararlo a 500 metros del lugar en el que se encontraban los perreros.


El jabalí de los 90 minutos.

Estos corrieron hacia el lugar. Ante la imposibilidad de descender por la quebrada se dirigieron hacia los vehículos, que estaban aparcados a menos de un kilómetro, para buscar un punto por el que acceder al agarre. Nada más llegar los rehaleros al lugar de la contienda el jabalí se libró de los perros y huyó. Los valientes canes lo volvieron a parar de nuevo a medio kilómetro. Otro de los rehaleros participantes en la batida, que también tenía perros implicados en el agarre, esperaba al cochino en uno de los extremos del barranco.El suido, al percatarse de la presencia del cazador, volvió sobre sus pasos dirigiéndose al lugar donde estaban Jordi y Pol. No pudieron dispararle ante la cercanía de los perros.


Hace años, con su padre.

Los cánidos después de más una hora continuaban persiguiendo al jabalí

Lo volvieron a parar a más de un kilómetro. En esta ocasión bajo el puente de una autovía. Los perreros corrieron hacia el lugar. Tardaron varios minutos en llegar debido a la inaccesibilidad del terreno. Los perros se enfrentaban al jabalí en el interior de un tubo de desagüe. Nada más ver a los perreros les embistió. La intervención de los canes deteniendo al suido impidió el ataque.

Entrar al remate a cuchillo era sumamente peligroso. El jabalí volvió de nuevo a escapar de los canes con la intención de abalanzarse sobre los cazadores. Jordi aprovechó el instante en el que se distanció de los cánidos para abatirlo en el exterior del túnel. Habían pasado más de 90 minutos desde que lo descubrieron los perros en su lugar de encame. Se trataba de un macho 90 kilos de afiladas navajas.

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