Abatimos en una cacería por control de daños a la agricultura un jabalí de 120 kilos

Los hermanos Albarrán hemos abatido un jabalí de 120 kilos con un notable trofeo que estaba destrozando un almendral. El gran macho estaba causando graves daños con sus colmillos en los troncos de los almendros y en las instalaciones de riego por goteo.


Necesitamos de un único aguardo para cazar al viejo jabalí. Dos semanas antes habíamos comenzado a observar sus huellas para determinar por el lugar que accedía normalmente a la plantación de almendros. Esperamos a una noche de luna con unas condiciones meteorológicas favorables y no fallamos en el intento.

Un jabalí de gran trofeo abatido a la espera

En esta ocasión fue Iván, mi hermano, el que culminó el trabajo de seguimiento abatiendo este macareno. Dos semanas antes recibimos la llamada de un desesperado agricultor. El propietario de un almendral estaba consternado dados los cuantiosos daños que un cochino de notables dimensiones estaba ocasionando en su plantación. El solitario había dejado sus marcas  en gran parte de los almendros a más de 1,5 metros de altura. Después de observar unos días sus costumbres decidimos realizar la espera. Nos ubicamos en el lugar elegido, una loma desde la que podíamos visualizar gran parte de los almendros, a las 18:00 horas. Al llegar la medianoche oímos el ruido que generaban las pisadas de un animal de grandes dimensiones. Minutos más tarde pudimos ver iluminada con la luz de la luna la silueta de un enorme cochino.

El gran jabalí detectó nuestra presencia

El viejo jabalí se mostraba cauteloso. Se paraba cada vez que avanzaba unos metros para intentar detectar la presencia de algún peligro. Algo hacía desconfiar al astuto cochino. Al comprobar que no detenía su marcha y se alejaba cada vez más de su lugar de aguardo Iván, que en esta ocasión era el que portaba el arma, tomó la decisión de apretar el gatillo de su rifle. El disparo que salió del arma fulminó al macareno. Nada más recibir el impacto quedó inmóvil a 150 metros del lugar de la detonación. Esperamos unos minutos para aproximarnos al cochino. El ejemplar abatido pesaba 120 kilos. Portaba en su boca unas afiladas navajas pero no de una longitud y grosor acorde a su cuerpo.

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