Ríos y caudales

Hemos vivido uno de los inviernos más atípicos en la España húmeda, sobre todo en mi zona, la cuenca sur del río Duero y norte del río Tajo, soportando una sequía de agua que está haciendo peligrar la vida acuática en los ríos y terrestre en los campos, con el añadido de las heladas que están secando aún más las charcas y manantiales.


Digo esto como observador de los escenarios de pesca que frecuento con mi cuadrilla y mis compañeros jubilados, en nuestras salidas y correrías por los ríos y embalses de estas tierras charras y alrededores, independiente del tiempo que haga y cuidado que hace frío.

Realizamos esta sana actividad —entre dos y cuatro salidas semanales— y nos sorprende el escaso caudal de los ríos y embalses, en especial en las cabeceras de algunos tramos trucheros, apenas hay agua y se agrava con los hielos nocturnos.

Abundan los depredadores invasores, como visones o cormoranes, que se unen a los naturales, como la nutria o la garza, por citar algunos.

Muy mal lo tienen las truchas y huchos este año y el resto de ciprinidos que habitan. Nosotros somos andarríos, no solo pescamos, sino que disfrutamos viendo la naturaleza con sus estaciones del año, comentamos los desoves de los peces, observamos y disfrutamos de ver el agua cristalina, a los seres vivos que habitan en ella.

Comparamos los sonidos que producen las chorreras con el silencio de los parados, en los embalses, pantanos y charcas. Resulta patético ver cómo han vaciado los cauces, quiero romper una lanza por las cuatro aceñas centenarias que los negacionistas no han conseguido derribar y que han servido de refugio para salvar un poco la vida de los peces, que poco a poco van desapareciendo por la dejadez humana a causa de haber cambiado de manera radical los ecosistemas y las riveras.

Hemos visto morir animales atrapados en el barro, tratando de llegar al agua para beber, peces muertos por la contaminación y la falta de agua. A esto hay que sumar lo que no se ve, como toda la fauna que lo habita y que sirve de alimento a los peces. Se ha roto la cadena alimentaria, roto por los caudales de ríos y embalses, a los rotos le sumamos la contaminación.

Muy negro se nos pone el futuro para los que vivimos día a día el medio natural y vemos la degradación de las aguas públicas, que son patrimonio de todos y estamos obligados a conservar.

Paciencia, salud y buena pesca.

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