Historia de un Guarda de Pesca (XII)

Muchas veces me pregunto por qué algunas actividades realizadas en el medio natural son tan atacadas por personas ignorantes y desconocedoras en la materia.


La caza y la pesca son actividades tan antiguas como el hombre. Ya se ha hablado innumerables veces sobre la necesidad y obligación de ejercerlas para mejor sostenimiento del medio y de las propias especies, entre otras ventajas.

La pesca deportiva es una actividad totalmente saludable, tanto para las personas que practican el ejercicio físico como mental en un entorno natural. ¿Quién limpia las riberas de los ríos?, ¿quién conserva las sendas transitables para pescadores, para el ganado y para las especies, equilibrando las poblaciones piscícolas? No olvidemos la economía que aporta la acuicultura para la mesa y para el entorno, con sueltas pesquiles fortaleciendo la cadena trófica acuática.

No podemos pasar por alto que las personas que mencionaba al inicio son radicales en la materia, que bajo el paraguas del animalismo y ecologismo residen en las grandes urbes, desconocen el medio natural y pretenden imponer su doctrina a las gentes del mundo rural, y de hecho algo están consiguiendo, fruto de la connivencia de algunas administraciones gobernadas por la izquierda, las cuales se doblegan a sus intereses, se apuntan al lobby animalista y les subvencionan como si de un triunfo se tratara.

Los ecologistas tienen trabajo si quieren: calidad de las aguas, recuperación de especies autóctonas como el cangrejo, regulación de baños en los ríos, limpieza de sus orillas, revisión de antiguas concesiones de derivaciones de agua del río, investigación de las mortandades de peces y un largo etc. Eso se llama conservación.

La culpa de que exista la España Vaciada, esa que tan de moda está en la actualidad, la están teniendo las políticas medioambientales, tan restrictivas, así como la burocracia en cualquier trámite. ¿Quién mejor que las gentes del pueblo para cuidar el campo?, su campo. ¡Nadie! La creación de figuras de protección, que para lo único que han servido es para hacer más restrictivos los usos tradicionales y aprovechamientos forestales, en definitiva, el modo de vida de las gentes del campo, que se están viendo muy perjudicadas, por lo que se han visto desplazadas a las ciudades y obligadas a abandonar sus orígenes.

Pero los grandes problemas que tienen los ríos no se quieren atajar: ausencia de depuradoras, regulación de caudales en las presas, que ni tan siquiera estos radicales hacen apenas una presión testimonial. Al contrario, que para echar de los ríos a los pescadores y del monte a los cazadores, e incluso ganaderos, usan todas las armas y toda su ignorancia a su alcance.

Como siempre está el factor económico, del cual se sustentan estas organizaciones, y con ello el silencio y nula presión para unos y una lucha incesante para otros, todo ello además con las cuantiosas subvenciones de dinero público que reciben estas organizaciones ecologistas, millones de euros anuales por parte del Ministerio de Transición ecológica y otros.

«La ciudad cree que fuera de ella no hay más que paisaje, patatas y leche; ignoran que también existe una cultura noble, antiquísima e insobornable». Cita de, Castelao.

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