Pescar en invierno

Me pongo a escribir estas líneas viendo cómo pasan las borrascas de Filomena e Ignacio, la nieve, el agua y el fuerte viento que hace mecer nuestros árboles, con el peligro de inundaciones y otras desgracias naturales, el invierno va pasando, los días y las semanas de este año nuevo.


Cual sería nuestra sorpresa que seguimos peor que el pasado año, con más fallecidos y contagiados, pero a pesar de tantas desgracias, somos afortunados de disfrutar de buena salud, a pesar de nuestra edad, con familiares y amigos, seguimos adelante.

Como pescador que soy, y teniendo cerca de casa un río Tormes lleno de vida, a pesar de las restricciones, limitaciones y toques de queda podemos salir a pescar, no importan las condiciones climatológicas tan cambiantes, haga frío o calor, llueve o nieve, piquen o no piquen los peces, tantas leyes, normativas y anexos.

Lo que sí me preocupa es el tener que salir solo a nuestros ríos, sin poder compartir la jornada por el miedo a esta peste que nos está rompiendo la familia y amigos. Este año con tantas desgracias he vuelto a recorrer las viejas orillas de nuestro Tormes, recordando cuando de chaval pescábamos carpas, barbos y demás ciprínidos en las frías aguas, con sangre, queso, masilla de pan, lombrices y sanguijuelas, al refugio de las máquinas de sacar arena del río o de los desagües de los mataderos, cuando no existían depuradoras, también en las zonas donde había aguas termales o manantiales, las pozas de los molinos o aceñas y los cahorzos de aguas paradas.

Los peces viven todo el año en el agua y por supuesto, para sobrevivir tienen que comer, precisamente ahora están eclosionando nuestras amigas las truchas. No teníamos las comodidades de hoy, pero el salir a pescar era primordial, nos importaba poco que el río estuviera candado o helado y nos pusiéramos a jugar un partido de futbol en pantalón corto encima del hielo, buscábamos una corriente o un chorro donde tirar la caña.

Entonces también pescaban los pescadores tradicionales de barca trasmallo o red, se podía hacer una lumbre donde nos calentábamos y tostábamos un trozo de chusco o pan, lo untábamos con manteca blanca o colorada con pimentón, eso era un placer, solo era cuestión de conocer los sitios y querencias.

Hoy en día han desaparecido muchas especies y otras nuevas han llegado, pero lo que no ha cambiado es nuestra ilusión por la pesca.

Salud, paciencia y buena pesca.

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