O Courel, el paraíso gallego para amantes de la naturaleza y de los animales

Más de 21.000 hectáreas conforman en la provincia de Lugo la sierra de O Courel, un paraíso poco conocido en el que se funden valles y cumbres que superan los 1.500 metros de altitud. En este lugar, que se encuentra a unos 80 minutos de Lugo capital, es posible disfrutar de los animales y de la naturaleza más salvaje en un entorno bien conservado y único en Europa.


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O Courel, el paraíso gallego para amantes de la naturaleza y de los animales

En O Courel el patrimonio natural es incalculable: minas romanas, materiales del Paleozoico y cuevas, además de kilómetros y kilómetros de ríos cristalinos que, en su mayoría, constituyen cotos de pesca que atraen a cientos de aficionados cada año, convencidos a probar lo que crían las aguas cristalinas de la alta montaña.

O Courel, el paraíso gallego para amantes de la naturaleza y de los animales

Frondosidad en los montes

De esta sierra destacan sus montes, con una frondosidad que permite salir a cazar entre árboles que regalan una sombra impagable en época de verano. Como desventaja, los altos desniveles y zonas inaccesibles que tiene la zona.

En la sierra hay brezos, robles, bosques de encinas y un sinfín de árboles autóctonos. Además, si por algo destaca O Courel es porque está prohibido plantar eucaliptos, un mal que afecta a la mayor parte del territorio gallego. Los valles se conforman con montes de castaños y destacan devesas como la de A Rogueira, una reserva botánica que muchos califican como la más rica y valiosa a nivel medioambiental de toda Galicia.

O Courel, el paraíso gallego para amantes de la naturaleza y de los animales

160 especies de vertebrados

O Courel es una gran reserva faunística directamente ligada con la diversidad paisajística de la zona. En este paraíso viven aproximadamente 160 especies de vertebrados. Se distribuyen por las devesas y los bosques. El gran depredador de la zona es el lobo, que convive con zorros, martas, ginetas y nutrias. Hay también jabalíes y corzos, además de águilas y búhos reales. Halcones, gavilanes y perdices se pasean por el cielo de esta sierra, en la que tampoco faltan golondrinas, cucos o palomas silvestres.

Ya sobre los múltiples regatos que atraviesan la zona, destacan truchas, anguilas, ranas y salamandras. En algunas zonas, denominadas Alto do Couto y Pico Formigueiros, se concentra en torno al 75% de las especies de mariposas que existen en Galicia.

O Courel, el paraíso gallego para amantes de la naturaleza y de los animales

Los osos en Galicia

Los osos son protagonistas de buena parte de las leyendas que se escuchan en esta zona de Galicia. Sus restos se encontraron en distintas cuevas de la zona y es que el oso pardo vivió en O Courel hasta el siglo XX. Ahora, de vez en cuando se deja ver, pero como animales que proceden de Os Ancares en su mayoría, otra de las zonas de montaña de Lugo en la que se ha comprobado que existen asentamientos. La convivencia entre el oso y los humanos fue posible gracias a centenares de colmenares, que protegían las colmenas que daban como fruta la famosísima miel de O Courel. Desde hace años, varios proyectos se cruzan para pedir que se intente recuperar la especie.

Las montañas de O Courel forman parte del Geoparque Mundial de la Unesco y son un paraíso para todos aquellos que quieran disfrutar de la naturaleza en su estado más vivo. Rutas de senderismo, zonas de descanso, pozas de agua paradisíacas… una alternativa al asfalto que permite saciar el apetito del aire libre y disfrutar además de la carne de alto nivel que se sirve en la zona.

La sobrepoblación de animales también es un problema latente en la zona, en la que cada vez son más frecuentes los avistamientos de lobo, que sorprende incluso en zonas pobladas de las aldeas. Los jabalíes provocan un buen número de accidentes de tráfico cada mes en O Courel y los corzos se dejan observar a larga distancia. Por el momento, la zona es una de las joyas de la corona de todo el territorio gallego, un paraíso para los animales y para los visitantes, que se adentran en un bosque en el que reinan el sonido diario de la fauna y flora, una banda sonora inigualable a la que regala el asfalto de las ciudades.

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