Experiencias de Caza 3M Peltor
Las Experiencias de Caza 3M Peltor nacieron con varios objetivos. Quizá el más importante sea poder compartir lo que da nombre a esta iniciativa, es decir, las experiencias de caza, con aficionados que compartan los valores éticos, responsables y de seguridad que la firma 3M siempre ha marcado como camino a seguir.
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En Club de Caza defendemos la actividad cinegética dentro de estos tres parámetros, por lo que no dudamos en prestarnos a colaborar y formar parte de esta empresa. Dos fueron los afortunados protagonistas de estas primeras Experiencas de Caza. Afortunados por varias razones. La primera, porque fueron agraciados con sendas cacerías de corzo tras un sorteo que 3M Peltor y Excopesa pusieron en marcha de manera conjunta. También, porque para disfrutar al máximo de esta Experiencia, Excopesa ha puesto a su disposición un equipamiento de la más alta gama, el sueño de todo cazador.
Tras los corzos de montaña
Por nuestra parte, nosotros, Club de Caza, les hemos acompañado para dejar constancia de todo lo acontecido en los terrenos manchegos de la antigua Reserva de Sonsaz, un entorno muy exigente para el cazador que durante mucho tiempo ha sido el núcleo corcero más importante de la zona centro peninsular. Un área difícil de caza y donde los corzos no desarrollan un trofeo extraordinario debido a que en invierno no cuentan con bellota y hay muy pocas siembras, por lo que obtienen del monte, de sus hierbas y sus líquenes, la práctica totalidad de su dieta a lo largo de todo el año.
Guadalajara retó a estos cazadores experimentados, proponiéndoles unos escarpados terrenos donde el corzo encuentra mucho cobijo. Barrancos, pendientes pedregosas, mucha cobertura vegetal… Y, para aumentar la dificultad, en las fechas en las que salimos de caza, a la primavera le costaba avanzar y el alimento lo encontraba aún en el interior del monte.
Javier fue el primero en acudir al cazadero. El guía de caza decidió dirigirnos a un lugar estratégico donde poder efectuar una espera con la ilusión puesta en que el corzo diera la cara antes de que la noche se nos echase encima.
La esperanza estaba puesta en la territorialidad, en que los movimientos de los machos para marcar les llevasen a abandonar los densos pinares y salir a los escasos y pequeños claros que nos ofrecía el monte. El entorno nos brindaba unas vistas de suma belleza y en repetidas ocasiones observamos cautos cómo las hembras eran las primeras en abandonar el abrigo del monte.
Un lance lejano
Un ejemplar de buen porte nos sorprendió a mitad de tarde, cuando el sol empezaba a perder fuerza. Cruzaba a buen ritmo la ladera que teníamos enfrente, subiendo sin apenas detenerse. El prismáico Zeiss Victory RF 10x42 reveló que nos separaban 250 metros de aquel huidizo corzo. En el breve lapso en el que dio opción de disparo, no hubo suerte y solo pudimos ver la carrera del animal alejándose ladera arriba.
Segunda oportunidad
Pero la tarde nos deparaba una opción más. Tras decidir acertadamente abandonar la espera y recorrer los alrededores en rececho, pronto detectamos otro ejemplar. Esta vez se trataba de un corzo representativo que sesteaba a 180 metros del lugar donde Javier acomodó el Sauer S404 XTC sobre el trípode. Calibró el visor Zeiss Victory V8 2,8-20x56 para esa distancia y disparó. A la detonación le siguió la caída del corzo y pocos segundos después ya no se movía.
Javier nos comentaba la diferencia que experimentó en cuanto a la caza del corzo en sus cazaderos habituales vallisoletanos con respecto al entorno en el que nos habíamos movido durante la jornada. Sobre todo, le chocó las largas distancias a las que se dispara. En Valladolid, la mayoría de las esperas se realizan en tiraderos de entre 50 y 100 metros. De hecho, reconoció que nunca antes había tirado a un corzo a 250 metros.
Un joven cazador
Pocos días después volvíamos a estos terrenos con Quique, un joven cazador de tan solo 21 años, pero con mucha caza en su morral. Esta vez la suerte no estuvo de nuestro lado y los corzos apenas se dejaron ver. Alguna hembra confiada que se asomaba brevemente a los claros y un macho que pasó sin detener su paso por la parte alta de una ladera y que apenas nos dio tiempo para intentar valorar su trofeo.
Es el componente de incertidumbre que lleva consigo la cinegética y que forma parte inseparable de ella.
Las Experiencias de Caza continúan
Estas Experiencias de Caza han sido solo el comienzo, la oportunidad de conocer a dos buenos cazadores, de esos que miran al campo con los ojos llenos de respeto, que conocen lo que allí acontece, que hablan con admiración del corzo, del jabalí, del conejo, que bajan la voz cuando la perdiz alza su canto al abrigo del monte o que miran con atención cuando el bando de torcaces baja al encinar al ponerse el sol tras la ladera.
Ha sido solo el comienzo porque seguiremos acompañándoles en algunas de sus jornadas de caza. Podemos adelantar que en pocas semanas Quique se probará ante un nuevo reto, los corzos burgaleses. A este joven cazador zaragozano le acompañó su padre, Millán, lo que nos brindó la oportunidad de conocerle y disfrutar también de sus experiencias de caza. Durante las jornadas en las que su hijo intentó poner un buen corzo a tiro en Guadalajara, nos habló de una de sus grandes pasiones: la caza del jabalí. Como no hubo suerte y acompañaremos a Quique en Burgos, también tendrá su oportunidad de poner algún jabalí a tiro en un aguardo que le hemos preparado.
Y con Javier también hablamos de los recechos de montaña, una de sus debilidades y la próxima Experiencia de Caza que viviremos junto a él tras la cabra montesa. La próxima, pero no la última, porque el éxito de estas Experiencias de Caza, medido en términos de compañerismo, amistad y creación de un enriquecedor vínculo con cazadores como estos, ha superado todas las expectativas.