Importancia del manejo y gestión de fauna silvestre en el medio natural

Desde siempre el ser humano ha sentido la inquietud, inducida por la necesidad, de fomentar las poblaciones de animales silvestres mediante su manejo y gestión. Porque la fauna es un recurso natural, que desde el origen del hombre le proporcionó a éste la obtención básica de proteína cárnica, así como también pieles, plumas, huesos y cuernos, con los que confeccionó vestidos y útiles.


Este hombre auroral que tuvo que dedicarse a la caza para subsistir, nos ha dejado manifestaciones plásticas de su preocupación por la existencia y la reproducción de los animales que eran objeto de su cinegética. Su preocupación por la tenencia de esos animales objeto de deseo, le llevó en un siguiente paso a inventar técnicas de domesticidad, que facilitaron a nuestros ancestros hacerse sedentarios. Los primeros núcleos de población no los podemos imaginar sin los animales domésticos.

En la evolución histórica de la fauna el hecho más relevante, que nos permite analizar la situación actual, es la domesticación de ciertos animales que presentaban características favorables para ese fin. Casi todos los animales domésticos que hoy existen, se domesticaron durante el periodo epipaleolítico y primeros tiempos del neolítico. Lo que nos lleva a la conclusión, de que en aquella época remota el ser humano ya percibía con gran detalle el comportamiento animal.

Entendemos como animal doméstico aquel que se cría en compañía del hombre, necesita de sus cuidados, ha adquirido nuevos caracteres tanto de comportamiento como morfológicos, y los trasmite a sus descendientes, consiguiendo el hombre beneficio de estas modificaciones. En contraposición tenemos el animal silvestre, que podríamos definir como aquel que no ha sido domesticado, éste se cría de manera natural, a veces oímos que sin la intervención del hombre lo que es totalmente inexacto, ya que el ser humano interviene por acciones u omisiones, ambas pueden ser positivas y negativas, sobre las poblaciones de estos animales.

A partir de la domesticación de animales, que es el mayor proceso de sostenibilidad de todos los tiempos, se desarrolla la ganadería que surge como alternativa a la caza para asegurar las necesidades primarias del ser humano, simultáneamente surge la agricultura como alternativa a la recolección. Todo esto conlleva a que se satisfagan las demandas básicas de una sociedad, que pasa a no depender directamente de cazar para subsistir, ello hace que cambien las interacciones entre animales y que surjan grandes modificaciones en los ecosistemas para habilitar zonas ganaderas y agrícolas.

No obstante, pese a las utilidades obtenidas de la ganadería, a lo largo de la historia continúa el aprecio de los ungulados silvestres. Siempre han sido fuente de proteína, regulan el crecimiento del monte, pueden mejorar los pastos y dispersan las semillas y frutos; además los predadores naturales atacan menos a la ganadería cuando abundan animales de los que alimentarse.

De estas observaciones surge lo que hoy entendemos como gestión y manejo de fauna silvestre, para lo cual la actividad cinegética es utilizada como herramienta de gestión imprescindible. La caza deportiva y la conservación de la naturaleza han estado unidas en la cultura humana desde tiempos pretéritos. En la época de los romanos se acotaban áreas temporalmente con el fin de incrementar el número de animales. En el antiguo Egipto hubo una gran tradición de caza deportiva, el faraón cazaba grandes animales del desierto y los campesinos las aves de los humedales como rezan testimonios jeroglíficos. La gestión cinegética se ha enfocado tradicionalmente a mejorar el estado poblacional de los animales silvestres, empleando la caza como selección y como método de regulación poblacional.

Esta visión tal como la entendemos actualmente surge en el siglo XIX, tras observar que no regular la actividad cinegética daba origen a un aumento de la presión ejercida sobre la fauna y también a la degradación de su hábitat, es cuando aparecen las primeras reservas de caza controlada. Hoy la gestión tiene como principios básicos reducir los riesgos de extinción de especies, mantener los procesos ecológicos naturales, preservar la genética y diversidad y asegurar un uso sostenible de los ecosistemas.

Si bien el fomento de las poblaciones animales nos podría llevar a pensar en tratar de incrementar su densidad, para mantener la biodiversidad y mejorarla hay que entender la evolución de las poblaciones como algo dinámico, ya que no pueden crecer indefinidamente, su abundancia está sujeta a la capacidad de carga del medio. Hay fenómenos de reproducción que estimulan la expansión de una especie, como también existen fenómenos de regulación que reducen la población para adaptarse a la citada capacidad de carga. Todo ello depende de diversos factores que determinan el punto de equilibrio de una población, los cuales dependen de su propia densidad, como mortalidad, reclutamiento, depredación o migración, o bien dependen del medio como la disponibilidad de recursos o las catástrofes naturales.

Las poblaciones de fauna silvestre a lo largo de la historia sufren un proceso de evolución ligado a varias causas que pueden agruparse en dos grandes grupos, las modificaciones de la biocenosis y las del biotopo. Estas transformaciones pueden estar relacionadas con prácticas antrópicas como lo son la ganadería, la agricultura, la extracción maderera, la minería o la caza incontrolada, o bien por fenómenos naturales como los atmosféricos (sequías, lluvias, fríos, incendios).

La antropización del medio natural surge en mayor o menor medida por la presencia humana, pero en cualquier caso esta presencia implica cambios de diferente intensidad. En el escenario actual el mantenimiento y mejora de poblaciones animales saludables implica una gestión y manejo sostenible correcto, basado en los resultados obtenidos en las investigaciones científicas.

Surge por tanto la necesidad de ordenación de los recursos naturales, para que aquellos que son renovables, susceptibles de su mantenimiento espacio-temporal dentro de los límites biológicos mencionados, sean objeto de fomento mediante su gestión.

Por ello, aparece la caza como herramienta de gestión y manejo de poblaciones de fauna silvestre para su conservación, que hoy tiene una gran implicación económica. Ya que el ejercicio cinegético ha sufrido un proceso de evolución desde su origen en el que se practicaba caza de subsistencia primaria (hoy en día todavía practicada en algunos lugares del mundo), hasta la actualidad en que además de ser un bien económico superior, es un bien natural que hay que gestionar.

La sostenibilidad cinegética y la rentabilidad social son principios básicos de esta gestión, ya que tiene una gran repercusión en la implantación de modelos de desarrollo rural económicamente viables, y ecológicamente sustentables.

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