Los Tinamúes

Las mal llamadas ‘perdices’ en Argentina son, en realidad, tinamúes o inambúes (Fam. Tinamidae). A estas aves se les dio el nombre genérico de perdices por su similitud, etológica y morfológica, con algunas de las pequeñas gallináceas silvestres europeas, aunque genéticamente y evolutivamente hablando están muy distanciadas.


Son las aves voladoras más antiguas del mundo, y han sido englobadas con los Suris y los Ñandues, aves que no vuelan, en el superorden de los Paleognathos.

Estos pájaros antediluvianos son muy variados, entre Sudamérica y la América Central hay 46 especies diferentes, distribuidas a lo largo de los más variopintos ecosistemas, desde el desierto a la selva, y desde las altas cumbres de los Andes hasta el nivel del mar.

Su reproducción es muy llamativa ya que no forman grupos familiares; se producen fenómenos de poliandria, más de un macho por cada hembra durante la cópula, y poliginia, más de una hembra por cada macho durante la incubación, la cual es realizada por el macho que recibe huevos de varias hembras diferentes.

Su caza con perro de muestra presenta un gran atractivo. En algunas especies esta caza es similar a la de la codorniz, en algunas parecida a la de la becada y en otras es semejante a la del grouse.

Con la fortuna de que las poblaciones son abundantes, y los cupos establecidos generosos, su caza regulada no dejará a ningún cazador insatisfecho. Son frecuentes los cupos de hasta 10 ejemplares por jornada, que incluso los grandes cazadores no completan, tras haber vivido con intensidad algunos lances en los que recrearse.

Además hay zonas en las que existe el aliciente de poder cazar más de una especie durante la misma jornada cinegética.

Así por ejemplo, en las montañas de Catamarca cohabitan tres especies diferentes. El tinamú andino muy esquivo él, de pequeño tamaño, de color grisáceo, que hace un silbido singular y potente al salir. El tinamú de Darwin, de tamaño algo mayor que una codorniz, de plumaje rubio y de vuelo potente y ruidoso. Y el guaypo, de gran tamaño ya que supera los tres cuartos de kilo, y cuyo vuelo es ágil y rapidísimo. Todo esto unido al relieve escarpado de la montaña, hace que la cacería sea compleja y deportiva como pocas.

En la zona de bosque de transición a la llanura podemos encontrar la Tataupa, su vuelo en zigzag en la espesura, hace que el tiro para su abate sea realmente difícil y ponga a prueba nuestros reflejos.

Y relativamente cerca, donde comienza la llanura Chaco-Pampeana, en Santiago del Estero, también cohabitan varias especies diferentes entre sí y distintas a las citadas anteriormente. El tinamú campestre, de pequeño tamaño y vuelo rápido que suele frecuentar los regadíos de alfalfa. El tinamú montaraz, de tamaño semejante a nuestra alectoris rufa, de vuelo rápido y estruendoso. Y la martineta copetona, grande y esbelta ella, y que forma grupos numerosos.

Así las jornadas cinegéticas con perro de muestra se convierten en el sueño de cualquier aficionado a la menor, por la gran cantidad y variedad de volátiles cinegéticos con los que Argentina nos deleita.

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