La triquinelosis sigue presente

Se trata de una parasitosis de gran importancia para la salud pública, puesto que, como bien sabemos, es una zoonosis, esto es, cuenta con capacidad para afectar al hombre, causando además, en las personas afectadas, graves consecuencias e incluso la muerte en los casos más extremos.


A pesar de que la incidencia es reducida, el parásito sigue estando presente en los jabalíes que cazamos y casi todos hemos conocido alguna "historia" de alguien que, por no llevar las muestras al veterinario, la acabó "cogiendo".

Un trabajo publicado por Boadella y colaboradores en 2012, en el que recopilaron los resultados de pruebas frente a la enfermedad en jabalí en Ciudad Real, utilizando los resultados de 95.070 animales desde 1998/1999 hasta 2009/2010, mostró un 0,2 % de muestras positivas. Si bien, a pesar de estas bajas prevalencias, la importancia del proceso hace que año tras año las administraciones competentes mantengan los programas de vigilancia frente a la enfermedad.

 

¿Quién es el responsable?

Esta parasitación está producida por un nematodo (gusano redondo) del género Trichinella. Dentro de este género encontramos diferentes especies entre la que destacan Triquinella spiralis y  britovi. Se encuentra entre las fibras musculares encapsulado y enrollado sobre sí mismo, con tamaño de 1,5-3,5 mm.

Cuenta con un ciclo directo, es decir, en un mismo hospedador se lleva a cabo todo su ciclo biológico, que dura unas 3 semanas, hasta enquistarse en músculo, donde puede sobrevivir incluso años. Es un género capaz de afectar a numerosas especies, si bien, en el ámbito cinegético, la especie diana es el jabalí.

El ciclo de la parasitación tiene dos fases, una fase intestinal de liberación del parásito del tejido muscular ingerido y otra parenteral de distribución del parásito por el organismo.

En la primera fase intestinal las larvas permanecerán un tiempo en la pared intestinal del duodeno o yeyuno donde irán evolucionando hasta llegar a adultos. Posteriormente las hembras ponen huevos en dicha pared.

Los huevos evolucionan hasta dar lugar a una larva que atraviesa la pared intestinal hasta llegar al torrente sanguíneo, momento en el que comienza la segunda fase. En ésta,  las larvas migrarán hasta la musculatura más irrigada, (diafragma, maseteros, musculatura subligunal, etc) para enquistarse allí, esperando a ser ingeridas de nuevo.

Por lo tanto el contagio se produce por la ingesta de carne con larvas enquistadas, que una vez digeridas por un nuevo hospedador llegan al aparato digestivo donde son liberadas. Es por ésto que es necesario que el animal hospedador coma carroña o cace otros animales, en el caso del jabalí principalmente roedores. El contagio en el hombre se produce por el consumo directo de tejido muscular infectado.

 

¿Qué síntomas produce?

Los síntomas que nos encontraremos en animales como el jabalí serán escasos o casi siempre inexistentes de manera que el diagnóstico en campo va a resultar complicado. Tan sólo en ocasiones pueden aparecer algunas diarreas y falta de absorción de alimento, cuando el parásito se encuentra en fase intestinal, que dará lugar a la presencia de animales con mal aspecto general. Cuando las larvas llegan a la musculatura, los síntomas variarán en función del lugar de ubicación, aunque de nuevo suelen ser escasos salvo si el lugar de elección es el miocardio dónde dará lugar a alteraciones cardiacas importantes. Esto puede hacer que los animales enfermos puedan ser más fácilmente predados favoreciendo la continuación del ciclo.

Los síntomas de la triquina en las personas tienen varias fases:

• Fase inicial o gastrointestinal: dolor abdominal, vómitos y diarrea, cuando ha pasado poco tiempo desde el consumo de la carne parasitada. El tratamiento con antihelminticos (medicamentos antiparasitarios) es efectivo sólo en esta fase. Posteriormente no existe tratamiento específico y solo se pude luchar de forma sintomática.

• Fase muscular: fiebre y dolores musculares. Los quistes provocan lesiones de tipo mecánico por la migración en función de su localización. En el musculo cardiaco provocan arritmias e insuficiencia cardíaca, además pueden aparecer dolores de cabeza e incluso meningitis cuando migran próximas al cerebro. También es frecuente la fotofobia (cuando afecta a músculos oculares). Otros efectos pueden ser problemas respiratorios, etc. No existe tratamiento específico ya como hemos indicado y el individuo puede quedar infectado de por vida o, incluso, morir si no se trata a tiempo.

 

¿Cómo lo evitamos?

Es cierto que es una enfermedad altamente controlada en el cerdo doméstico, sin embargo, en el jabalí, somos los propios cazadores los que estamos obligados legal y moralmente a solicitar la realización de la prueba al veterinario correspondiente, por muy pocas posibilidades que existan de contraer la enfermedad. El coste de la prueba es bajo, sobre todo teniendo en cuenta el riesgo que corremos sino sabemos con certeza que lo que comemos (o damos de comer) está libre de triquina y no debemos olvidar que todos los años aparecen casos.

Aún así debemos apuntar que la cocción de carnes a temperaturas mayores a 77ºC durante 30 minutos y la congelación adecuada destruyen las larvas de triquina, aunque no siempre podemos garantizar esas condiciones suficientes por lo que debemos ser precavidos.

Para piezas de grosor inferior a 15 cm, se tendrían que mantener en congelacion durante 20 días a -15ºC, durante 10 días a - 23ºC o 6 días a - 30ºC, mientras que para carnes de un grosor comprendido entre 15 y 50 cm se tendrían que congelar 30 días a -15ºC, 20 días a – 25ºC o 12 días a -29ºC para que se destruyan los posibles quistes de triquina. Para piezas de carne de un espesor mayor a 50 cm no será válido el método de congelación para la destrucción de triquinas.

 

¿Qué pruebas diagnósticas realizan los veterinarios?

La prueba de elección para diagnosticar triquinelosis en jabalí para autoconsumo es el examen triquinoscópico. Se trata de un método basado en la preparación de una serie de pequeños fragmentos de músculo del ejemplar abatido para realizar su observación al triquinoscopio, una especie de microscopio adaptado para la realización de esta prueba y la observación directa de las larvas encapsuladas del parásito entre las fibras musculares en caso de estar presente.

Para que la prueba tenga éxito es esencial tener claro cuáles son las muestras de elección. En jabalíes se tomarán varios trozos del grosor de una avellana y procederán de cada uno de los pilares del diafragma, músculo que separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal, en la zona de transición entre la parte muscular y tendinosa, esto es, en la zona muscular más próxima a su inserción en la región lumbar. Además, las muestras también podrán proceder de los maseteros (carrilleras), los músculos intercostales y los músculos de la lengua, en caso de no disponer de diafragma. La elección de estos músculos se debe a que son aquellos que cuentan con una mayor actividad y por tanto están más oxigenados, siendo los preferidos por los parásitos, en caso de estar presentes.

En el caso de animales que no se destinan a autoconsumo sino que van a ser comercializados, el diagnóstico de la triquinelosis se encuentra regulado por el Reglamento (UE) 1375/2015 de 10 de agosto, por el que se establece normas específicas para los controles oficiales de la presencia de triquina en las carnes. Este reglamento indica textualmente que “las canales de caballos, jabalíes u otras especies de cría o silvestres sensibles a la infestación por triquinas se someterán a muestreos sistemáticos en mataderos o establecimientos de manipulación de la carne de caza en el marco de los exámenes postmortem”.

Como novedad en relación con la normativa vigente hasta su publicación se señala que “el examen triquinoscópico no consigue detectar las especies de Trichinella no encapsuladas que infectan a animales domésticos y salvajes y a seres humanos, y no es un método adecuado de detección, de modo que el de elección será un método basado en una digestión artificial de las muestras en la que se combina el empleo de ácido clorhídrico, pepsina y calor para simular una digestión que consiga separar las posibles larvas del músculo y así poder observarlas al microscopio. Además, el reglamento señala que “La congelación de la carne en determinadas condiciones puede matar todos los parásitos, aunque algunas especies de Trichinella que afectan a los animales de caza y los caballos son resistentes cuando la congelación se realiza siguiendo las combinaciones recomendadas de temperatura y tiempo” que ya hemos apuntado con anterioridad.

Este cambio normativo en el que se desaconseja el empleo del triquinoscopio se debe a la aparición de una nueva especie de Trichinella, T. pseudospiralis, con una diferencia esencial con la especie clásica, la ausencia de larvas encapsuladas, de manera que al tener un aspecto alargado, son muy difíciles de diferenciar de las propias fibras.

En este sentido un artículo firmado por M.J. Zamora y colaboradores nos pone al día sobre la Triquinelosis en la Península Ibérica. Señala que en España, las dos especies más frecuentes son Trichinella spiralis y Trichinella britovi, muy presentes en la fauna silvestre pero en menor medida en los cerdos domésticos. En Portugal, Trichinella britovi sólo ha sido identificada en carnívoros silvestres. Para el período 2006-2013, en España se identificaron 384 casos de Trichinella en cerdos (0.0001% del total) y 1399 en jabalí (0.20% del total). 

En el 2014 se identificó por primera vez en Gerona Trichinella pseudospiralis, especie que no se encapsula en los músculos de los animales que la hospedan, lo cual obliga a realizar diagnóstico mediante digestión (no vale el microscopio). Trichinella pseudospiralis puede infectar tanto a mamíferos como a aves y se sabe que éstas pueden dispersar el parásito, lo cual supone un riesgo para zonas que no han tenido contacto previo con esta especie de Trichinella

Como conclusión, no debemos bajar la guardia ante una zoonosis que sigue estando presente en el jabalí, más si cabe cuando Trichinella pseudospiralis requiere de diagnóstico por digestión.

 

Referencias:

Boadella, M., Barasona, J. A., Pozio, E., Montoro, V., Vicente, J., Gortazar, C., & Acevedo, P. (2012). Spatio-temporal trends and risk factors for Trichinella species infection in wild boar (Sus scrofa) populations of central Spain: a long-term study. International journal for parasitology, 42(8), 739-745.
Zamora, M. J., Alvarez, M., Olmedo, J., Blanco, M. C., & Pozio, E. (2015). Trichinella pseudospiralis in the Iberian peninsula. Veterinary parasitology. 210(3-4).

REGLAMENTO DE EJECUCIÓN (UE) 2015/1375 DE LA COMISIÓN de 10 de agosto de 2015 por el que se establecen normas específicas para los controles oficiales de la presencia de triquinas en la carne

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