Todas las respuestas sobre la foto de cabras en Gredos
Manuel Salvador Díez Benito es director de la Reserva de Gredos. Hemos hablado con él para que explique, con datos y cifras exactas, todo acerca de la famosa foto viral de los trofeos de cabra montesa que se hizo en el Parque que dirige.
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—En primer lugar, muchas gracias, Manuel, por contestar a nuestras preguntas para arrojar luz sobre un tema que se ha ido inflando a base de especulaciones y que requería respuestas oficiales.
—Efectivamente. El tema requiere una aclaración y datos para que tanto el cazador como el resto de interesados no sea confundido ni engañado.
—Manuel, ¿de dónde sale esa foto?
—Pues la fotografía en cuestión se hace en la casa de la Reserva, que es donde recibimos a los cazadores. Ahí tenemos almacenadas las cabezas de los animales que se recogen muertos dentro de la Reserva.
—¿Por qué se hace la foto y por qué se colocan así los trofeos?
—Cada dos o tres años, se realiza un reparto de los trofeos entre los propietarios, de la misma manera que se reparte el dinero de las cacerías. Es el mismo tipo de reparto.
—¿Cuántas cabezas de cabra montés hay en la foto?
—Hay exactamente 157 cabezas
—¿Quién recoge los animales muertos?
—Se tiene registro de cada recogida de animales muertos. Nosotros tenemos personal en la Reserva que se encuentra constantemente recorriéndola y trabajando sobre el terreno. Casi todo lo que se recoge, el 99 %, lo hacen ellos, salvo casos excepcionales de animales que puedan ser encontrados por algún paisano.
—¿Y qué origen tienen? ¿Cuál es la causa de la muerte de estos animales?
—Hasta fin de 2016, se encontraban y registraban entre ocho y doce animales cada año. El motivo estaba en la edad avanzada, ahogamientos, enfermedades relacionadas con una edad avanzada, porque se enganchaban los cuernos en alguna disputa, en alambradas, etc.
Se trataba de circunstancias inevitables y dentro de lo normal en una población de ocho mil animales.
En enero de 2017 esto cambió de manera acusada en la Vertiente Norte de la Reserva. No en el sur, que seguimos recogiendo esa cantidad de entre ocho y doce ejemplares por año. Puede haber un año de catorce y otro de seis, pero siempre dentro de este baremo.
Pero en el norte, a raíz de los primeros avistamientos de lobos, que se producen a finales de 2016 y principios de 2017, empezamos a recoger muchos más animales muertos. Detectando sin duda, en los casos en los que se encuentran poco después de su muerte, que han sido matados por lobos.
Esto es más complicado en los casos en los que son hallados días después de su muerte, algo que sucede porque la Reserva cuenta con 40.000 hectáreas que no pueden ser revisadas cada día. En estos casos no podemos tener la certeza de la muerte de las cabras.
Pero ese desfase en las cifras de recogida de animales muertos producido tras los primeros avistamientos de lobos, además de la certeza en todas las cabras encontradas poco tiempo después de muertas, así como otro hecho muy claro, que es la edad de los animales encontrados muertos.
—¿Qué diferencias de edad se han registrado?
—Hasta finales de 2016, la edad de las cabras encontradas muertas estaba entre 13 y 17 años. Ahora, esa edad comienza en los nueve años. Se trata de semiadultos o adultos jóvenes que ya no viven en la manada.
Esa confluencia de datos, centrada en el aumento de animales encontrados muertos cuando se constata la presencia de las primeras manadas en la zona, la seguridad de que se trata del lobo cuando encontramos los cuerpos a tiempo de poder analizarlos y esta diferencia de edad, nos lleva a concluir que todo lo que salga de esa media de animales recogidos durante los últimos 12-15 años sí es obra de los lobos.
—En esos casos que comentas de que se tiene certeza de que el lobo es el causante de la muerte de las cabras, ¿por qué existe esa certeza?
—Los informes de los ataques de lobo se realizan tanto por parte de celadores nuestros, como por agentes medioambientales, como por la patrulla especializada en lobos. Incluso se produce intercambio entre profesionales de la patrulla del lobo a personal de la Reserva, y viceversa. Son cometidos funcionales distintos con profesionales con la misma cualificación.
Por lo tanto, los celadores cuentan con la formación necesaria y con la experiencia que les otorga trabajar codo con codo con especialistas con la patrulla del lobo. Cuando el cadáver se encuentra antes de tres a cinco días, es sencillo analizarlo para concluir las causas de su muerte. Si el tiempo transcurrido desde su muerte es mayor, complica mucho un dictamen con certeza.
También tenemos los casos comparativos, de machos encontrados en las mismas zonas que otros que sí se han encontrado a tiempo para analizar con garantías.
—Se ha comentado que el furtivismo incidía en las cabezas de la foto…
—En esa imagen no hay ningún trofeo que haya sido resultado de una acción de furtivos. Sencillamente porque esas cabezas están precintadas y no se entregan a los propietarios al estar pendientes del proceso judicial.
El furtivismo en Gredos ha existido siempre, con sus altibajos, pero siempre lo hemos sufrido. A raíz de las operaciones de 2006 y 2008, notamos una reducción drástica, pero después se reactivó. Pero tenemos que contemplar que el furtivo, en el 90% de los casos se lleva la cabeza. Si no lo hace es porque no le ha sido posible llegar a ella.
—También se ha hablado de la sarna…
—En la Reserva no ha habido sarna nunca. Se recogen muestras regularmente, se analizan sangre y piel, y no ha habido positivos nunca en los 13 años que llevo aquí.
—¿Por qué solo vemos machos adultos y no aparecen hembras y crías en la foto?
—Las hembras y los chivos que las acompañan ocupan zonas rocosas que son difícilmente accesibles para el lobo. Además, las hembras viven en manadas. En ellas siempre hay hembras que vigilan y avisan de cualquier amenaza o peligro, ya sea en forma de predadores o del ser humano. Por esto mismo resulta mucho más complicado cazar hembras que abatir machos.
Los machos adultos viven más aislados y solitarios, en zonas más bajas. Cuando les ataca el lobo, sobre todo en el caso de manadas, les es más fácil aislarlos y alcanzarlos.
Precisamente, solo hemos registrado el cuerpo de una hembra en estas circunstancias en dos años y medio.
—Hablemos del lobo, el otro protagonista de la historia, ¿está censado su número en la Reserva?
—No. Tenemos constancia de que hay dos manadas. Una ha criado dentro de la Reserva. La otra, no. Pero no tenemos censados a los lobos, esencialmente porque no es competencia nuestra.
—¿Se ha pedido que se realice un censo a quien sea competente?
—Sí, se ha pedido. Tanto a nivel de la Reserva como de la provincia.
—¿Qué impacto tiene el número de lobos en la población de cabras y en la viabilidad de la Reserva?
—En la población de cabras, el impacto que tiene es aproximadamente de una cuarta parte de los ejemplares que se incluían en el Plan de Caza. Lo cual es bastante.
La viabilidad, a medio plazo, se ve comprometida en lo que respecta a los machos que arrojan puntuaciones altas. Los ejemplares más viejos son objeto de predación, lo que supone que, a este ritmo, las puntuaciones por encima de 235 puntos van a desaparecer de la cara norte de la Reserva a medio plazo.
—¿Corre peligro la caza de cabras en la Reserva?
—La caza de cabras como tal, no. Pero la caza de machos de puntuaciones altas en la cara norte, sí.
—¿Qué medidas ha tomado la Reserva para adaptarse a esta situación?
—Se han reducido los cupos de caza en los últimos tres años y se ha reducido en torno a un 10% cada año. Ahora estamos en una reducción del 30% de lo que era un plan de caza de hace cinco años.
—¿Qué repercusión económica acarrea esto?
—En euros, esta reducción en el plan de caza está en torno a 600.000€ menos de ingresos.
—¿Quién sufre esta reducción?
Los vecinos y propietarios de las fincas son los que sufren estas reducciones de ingresos.