Mujeres contra los furtivos en Zimbabue

Un cuerpo especial de guardabosques, formado enteramente por mujeres, lleva desde principios de 2017 velando contra el furtivismo que tenía a los elefantes de la reserva más importante de estos paquidermos en Zimbabue en una situación muy delicada. Herederas del espíritu de las Black Mambas de Sudáfrica, Akashinga, o las valientes, han devuelto la esperanza a la conservación de la especie en la zona y, con ello, a la de su comunidad.


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La caza furtiva ha ido adaptándose y evolucionando con el paso del tiempo. Mientras tanto, los programas que la combatían han permanecido anclados durante décadas. Estos solían reducirse a pequeños grupos de guardabosques con escaso entrenamiento a los que se enviaba a patrullar a zonas remotas y peligrosas.

  Akashinga
Akashinga

En cambio, los grupos organizados de furtivos han ido incorporando tácticas y equipos militares a sus planes de acción. Sus objetivos recaen en todo tipo de animales, pero sobre todo en los que mayor rendimiento económico alcanzan, caso del elefante, el rinoceronte o el gorila. Cuando aquellos guardabosques pobremente adiestrados y peor armados se cruzaban con estas mafias furtivas, el resultado era, en demasiadas ocasiones, que sufrían heridas de bala e incluso la muerte.

Akashinga, las valientes

La reacción llegó en 2009, cuando la Fundación Internacional contra la Caza Furtiva (IAPF en inglés) creó un cuerpo especial para combatir de manera eficiente el furtivismo. Así nace Akashinga, un cuerpo de seguridad en el que solo encontraremos mujeres. Han sido adiestradas en tácticas militares, están bien armadas y equipadas. Su objetivo, desde principios de 2017, es proteger uno de los principales núcleos de elefantes de Zimbabue, que había sufrido los estragos del furtivismo, reduciendo la densidad de elefantes hasta en un 40%.

El IAPF trabaja para la conservación a través del uso de tecnologías y tácticas específicas para defender la vida silvestre de los peligros que la azotan en las áreas protegidas, como el acoso de los furtivos. Esta protección de la fauna salvaguarda los principales activos de la comunidad, además de crear empleos, promover la capacitación y la educación del personal.

La protección del elefante es cosa de mujeres

Akashinga se traduce por «las valientes», y la iniciativa nació, además de para cambiar el camino hacia la extinción que había tomado el elefante, para dar poder, entrenamiento y formación a las mujeres de esta zona africana. El proyecto Akshinga cuida de 347.333 hectáreas y da trabajo a 83 hogares y 249 niños. Y las previsiones apuntan a que en el año 2030 serán dos mil mujeres las que protejan más de 12 millones de hectáreas de naturaleza y biodiversidad africanas.

  Akashinga

Un duro camino que ya ha dado frutos

Fueron duramente criticadas durante su entrenamiento por ser mujeres. Pero estas valientes, seleccionadas entre madres solteras desempleadas, esposas abandonadas, trabajadoras sexuales, víctimas de abuso sexual y físico, esposas de cazadores furtivos en prisión, viudas y huérfanos, pronto demostraron su valía.

Su trabajo ha cosechado los frutos deseados en la protección del gran paquidermo africano, pero no es hasta principios de este mes de mayo cuando las Akashinga han saltado a la primera línea informativa a nivel mundial gracias a un reportaje elaborado por el equipo de noticias de la BBC. El documental está conquistando los noticiarios y las redes sociales con la frase que lo presenta y expresa amenazante una de estas guardabosques africana: «Si cazas mis animales, te atraparé».

Estos periodistas acompañaron a las guardabosques en varias operaciones contra los furtivos en el Valle Zambezi de Zimbabue. Se grabaron actuaciones, además de la capacitación que convierte a estas bravas mujeres en la autoridad de la fauna silvestre. Hay imágenes de cuatro redadas, con cuatro arrestos, destacando la operación contra un conocido sindicato de caza furtiva y otra que consiguió el arresto de un furtivo muy buscado por matar varios elefantes. Todos los furtivos detenidos han sido juzgados y condenados a prisión.

Para estas mujeres, realizar los arrestos en su propia comunidad no es algo sencillo ni disfrutan llevándolos a cabo, pero están plenamente convencidas de que su labor es indispensable para el futuro de la zona.

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