Ecología aplicada a la caza

La ecología, pese a lo que se nos viene acostumbrando a creer, no es solo una ciencia descriptiva ‘agria’ de la que pueden derivarse diversas prohibiciones y limitaciones; es también una ciencia biológica ‘amable’ que sirve para identificar las potencialidades naturales y las oportunidades e impactos ambientales presentes en cualquier espacio natural. Lejos por tanto de ser un freno al desarrollo, puede y debe ser un claro potenciador del mismo.


La ecología aplicada a la caza, que es lo que ahora nos ocupa, presenta múltiples singularidades propias que es preciso identificar, analizar, cartografiar, describir, calcular y poner en aplicación real. Dentro de cada coto sirve para:

1º/ Desarrollar en la memoria y planos de propios de todo proyecto cinegético, de forma clara, concisa, concreta y sobre todo funcional, todos los hechos, precauciones, limitaciones, potencialidades, oportunidades e impactos ambientales presentes considerados relevantes.

2º/ Asegurar la toma de todos los datos precisos para el correcto desarrollo de los cálculos técnicos: todos los precisos y solo los precisos.

3º/ Garantizar el logro de todos los contenidos propios de la ecología aplicada a la caza: toma de datos, cálculos a efectuar y resultados a obtener; así como los procesos de garantía a aplicar en materia de: 1º/Normalización (de la toma de datos). 2º/ Verificación (de los datos obtenidos). 3º/ Validación (de los resultados obtenidos del algoritmo). 4º/ Ratificación (por vía heurística). Es aquí donde se está produciendo el fracaso del ecologismo y de la tan pésimamente llamada «comunidad científica»: ahí está su «talón de Aquiles». Menos hablar con ellos y… ¡A por ellos!

Contenidos

La ecología aplicada a caza se compone de nueve grandes cajones técnico-científicos que expondremos a continuación. En una u otra forma ya los hemos introducido a través de Club de Caza.

1º. Tasas locales de captura

En cada coto y para cada unidad biológica a manejar1, se debe proceder a la identificación y descripción de sus tasas locales de captura propias; así como a la identificación y establecimiento de los coeficientes precisos para su cálculo en el coto. Estos coeficientes, de clara naturaleza ecológica, diferencian las tasas locales que deben usarse, de las tasas generales usadas todavía en muchos casos (ese famoso 0,4 de la perdiz…). La tasa local de captura es la parte del censo referencial que puede y debe capturarse en cada caso y coto (los censos referenciales se exponen más adelante).

2º. Cálculo de tasas locales de captura

En cada coto y para cada especie, deben calcularse sus diferentes tasas locales de captura estables (las que permitirían a una población continuar siendo indefinidamente igual a sí misma); y hacerlo para: 1º/ La situación actual, 2º/ Para la biológicamente normal, 3º/ Para el posible óptimo de compatibilidad (lobo, jabalí, conejo, córvidos…).

Especialmente importante, porque es la que se aplicará en los próximos años, es la tasa periódica local de ordenación, establecida a la vista del sacrificio o beneficio que, en cada periodo de ordenación, resulte preciso calcular y aplicar, para hacer converger la población actual hasta la considerada ideal (biológica o de compatibilidad, según casos) en el plazo de convergencia previsto.

3º. Cazabilidades

Cada especie y las modalidades que en cada coto se le apliquen, tienen sus propias cazabilidades. En especies cinegéticas debemos diferenciar entre la cazabilidad inicial referencial y, porque reaccionan ante los esfuerzos de caza ejercidos, sus distintas cazabilidades instantáneas (más fácil se cobran a principios que a finales de cada temporada). Porque son distintas las de las diferentes modalidades (perdiz en mano, en ojeo o reclamo…), debe definirse la cazabilidad equivalente propia cada especie (la caza en mano en el caso de la perdiz…), así como sus condiciones previas, establecimiento, cálculo y aplicación. Sin el correcto y pleno establecimiento de todas estas cazabilidades sería imposible calcular después la presión de caza aplicada y, en consecuencia, saber si esta es abusiva, normal o escasa. Tampoco sería posible establecer los diferentes censos poblaciones mediante la metodología de deriva de resultados de captación que expondremos más adelante.

4º. Presión de caza

No se respeta el principio de precaución (de obligado cumplimiento en la Unión Europea), ni se optimizan la sostenibilidad y la contribución al desarrollo sostenible de un coto, si la presión de caza ejercida en él no se calcula adecuadamente. Para ello debe establecerse la unidad de esfuerzo ejecutada equivalente, propia de cada especie (jornada de cazador ejecutada, en mano en el caso de la perdiz, en puesto en la torcaz…), y convertirse después a ella el número de unidades de esfuerzo equivalentes que la especie soporta mediante cada una de las diferentes modalidades que se le apliquen en el coto. Después, y a partir de las tasas y las cazabilidades correspondientes (el cálculo cinegético es un itinerario), se establece el número de unidades de esfuerzo equivalentes soportables por cada unidad biológica. La presión resultante, cociente entre las soportadas y las soportables, se debe interpretar después en función de la cifra resultante y de las realidades socioeconómicas. Sorprendente para algunos: ni lo social, ni lo económico, ni lo técnico pueden separarse de la ecología.

5º. Censos de ordenación. Factor censal

A la vista de las conocidas limitaciones técnicas de los censos tradicionales, y de la consecuente necesidad de establecer y aplicar para la caza una teoría censal distinta, proponemos aplicar nuestra metodología de deriva de resultados de captación, cuyos datos, cálculos y resultados, se enmarcan en el cálculo cinegético de cada especie en coto. Esta metodología técnica, con raíces en los censos científicos, conduce a la obtención de censos normalizados, económicos, rápidos y factibles. Los censos de ordenación así obtenidos no son un único censo instantáneo, como en el caso de los censos tradicionales, sino varios: censo referencial base, censos referenciales secuenciales y censos físicos secuenciales.

  • El censo referencial base actual se establece en condiciones de: 1º/ Fecha referencial predeterminada, 2º/ Ausencia de azares atípicos, 3º/ Ausencia de capturas controladas previas.
  • Los censos referenciales secuenciales se establecen a través del descuento en cada temporada de las capturas referenciales controladas efectuadas durante las precedentes.
  • Los censos físicos secuenciales se establecen multiplicando los anteriores por el factor censal propio de cada temporada. El que denominamos factor censal es propio de cada una de las posibles temporadas de caza de cada especie. Es un dato, ligado a la dinámica poblacional local de cada especie que trata de evaluar las bajas locales, naturales y antrópicas, ajenas a las capturas controladas. Las capturas referenciales promedio habidas, las tasas de captura calculadas, y la presión de caza previamente aplicada son los resultados del cálculo que se emplean en el establecimiento de estos censos.

6º. Capturas de ordenación

Para cada coto y especie.

1º/ Las capturas referenciales base son el producto del censo referencial base por la tasa de captura correspondiente en cada caso a cada especie.

2º/ Las capturas referenciales secuenciales de cada temporada se calculan distribuyendo las capturas referenciales base entre las distintas temporadas de captura.

3º/ Las capturas físicas secuenciales se calculan, tras distribuir las capturas referenciales secuenciales entre las diferentes especies y modalidades de cada temporada en términos de capturas referenciales, y convirtiendo después estas últimas a capturas físicas, mediante el factor censal propio de cada temporada.

4º/ Capturas referenciales base a presión real. En determinadas circunstancias no es posible programar una presión de captura igual a uno para todas las especies a manejar. En estos casos, el aprovechamiento cinegético programado difiere de la posibilidad calculada. El aprovechamiento programado se calcula multiplicando la posibilidad por la raíz cuadrada de la presión de caza resultante.

7º. Censos de gestión

El objetivo principal de todo plan anual de caza es absorber los efectos de los posibles azares que afecten a su anualidad, así como las desviaciones de ejecución (adelantos y atrasos) que hayan podido acumularse desde las anualidades precedentes. Cuando estos azares y desviaciones hayan tenido una incidencia significativa sobre los censos de ordenación inicialmente previstos para una especie, el gestor de cada coto deberá establecer los pertinentes censos de gestión. En especies de captura aleatoria (y las de caza y pesca lo son), los censos de gestión propios de cada proyecto de plan anual, a diferencia de los censos de ordenación propios del proyecto de ordenación, no se calculan por deriva de resultados de captación, sino mediante nuestra metodología de rendimiento de la unidad de esfuerzo ejecutada física. Al igual que aquellos y para cada especie los censos de gestión pueden ser: censo referencial utilizable base, censos referenciales secuenciales, y censos físicos secuenciales. A todos ellos, durante la aplicación «día a día» del plan anual, se añadirán los censos físicos instantáneos de gestión que procedan en cada caso. El gestor de cada coto es clave en el manejo de la caza, a su formación deberían dirigirse los esfuerzos de extensión de las administraciones cinegéticas; aunque esto ¡Ni en Lourdes!

8º. Capturas de gestión

Cuando para un plan anual haya sido preciso establecer unos nuevos censos de gestión para alguna especie (la perdiz ha criado mejor o peor…), es preciso calcular sus correspondientes capturas del año en curso y las nuevas cifras de sus unidades de cosa cierta (número de días hábiles, número de cazadores, cupos, horarios…). Para los censos de gestión realmente presentes (censo referencial base, censos referenciales secuenciales y censos físicos secuenciales) será preciso establecer en el plan anual su nueva tasa de captura, lo que en cada caso obliga a establecer el nuevo coeficiente de estado de la población de la especie concernida (lo real respecto a lo biológicamente normal); así como la nueva variación de ordenación precisa para hacer converger sus censos actuales hasta los ideales establecidos en el proyecto de ordenación, en el plazo de convergencia previsto por él.

9º. Indicadores de alerta

En cada coto, anualidad y especie, lo verdaderamente importante no es conseguir un determinado número de piezas, sino dejar el censo residual debido: diferenciar entre el «capital» (biomasa y distribución residual) y su «renta» (crecimiento de obligada extracción). Mientras que sobre una especie se esté cazando, el mejor indicador censal instantáneo para ella es el rendimiento habido, medido en número piezas cobradas en cada día por jornada de cazador ejecutada. Si este rendimiento no alcanza un mínimo preestablecido, al que llamamos indicador de alerta, se estará captando ya sobre el «capital» ¡Sobre «la madre» que debe quedar para criar! y, con independencia de lo que se haya programado y previsto, será el momento de suspender la caza. Estos indicadores pueden ser finales, para regular los censos secuenciales, y residual, para regular el censo residual de cada unidad biológica. No son aplicables a especies migratorias ni erráticas. Sobre estos indicadores de alerta deben aplicarse los coeficientes de seguridad precisos, para asegurar plenamente el cumplimiento del principio de precaución.

Conclusiones

Todo este aparente galimatías, puede informatizarse, y así lo estamos haciendo, con el fin de que cualquier persona capaz de mover una sencilla hoja Excel, pueda obtener todos los resultados que precisa a partir de simples datos de resultados de caza ¿Podrá contestar a este algoritmo de diseño y cálculo de sostenibilidad de las estructuras cinegéticas el enemigo?

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