Las especies cinegéticas en el siglo XXI
La caza y la ciencia tienen intereses y puntos comunes para bien de las dos disciplinas.
Actualizado
El libro Las especies cinegéticas españolas en el siglo XXI fue presentado en el museo López Villaseñor de Ciudad Real, en el XX aniversario de la creación del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), pues los dos ilustres colaboradores en la realización de este libro, el catedrático de sanidad animal Christian Gortazar y el veterinario Javier Ferreres, son miembros del mismo.
Hemos tenido todos la suerte de compartir un trabajo de interés común que supone una base de datos única sobre capturas, recopilada durante más de 20 años y ha sido además muy placentero poder aportar a estos científicos algunas facetas de la caza en general, que ha ayudado a interpretar mejor las fluctuaciones de cada «cosecha cinegética» a lo largo de estas dieciocho temporadas. La obra publicada no es una guía de especies cinegéticas, ni un libro de caza, ni un ensayo científico, aunque para cada especie se dan datos y hacen análisis de esos tres tipos de estilo, que puede valorar cualquier lector, pues está expuesto de manera sencilla y gráfica.
Intentar conocer los datos alrededor de las especies que cazamos viene de lejos y más que una curiosidad, ha sido siempre un objetivo de la caza sostenible y cabal que hemos difundido desde las Federaciones de Caza. Conociendo las capturas de algunas especies, el sexo y la edad, estamos en condiciones de determinar con precisión la extracción prudente sostenible de esas especies, que es fundamental para gestionar bien la fauna. Ya en 1997, siendo director de la Escuela Española de Caza (EEC), iniciamos el primer seminario sobre la Perdiz Roja y solicitamos a las diecisiete consejerías de la caza los datos que intervenían sobre la caza de la especie reina y con ellos publicamos la primera estadística nacional de capturas hecha por los cazadores, en la que incluíamos modalidades de caza y superficies afectas para la Perdiz Roja.
Hasta entonces se venían manejando las tablas provinciales de caza del Anuario de Estadísticas Agrarias (AEA) adscrito al ICONA, que desapareció en 1995. Empezamos ya en 1997 a recopilar datos de capturas de las especies cazables más significativas, iniciando así unas tablas anuales a partir de la primera temporada de caza 2000-2001 de este siglo. Hemos continuado recogiendo capturas todos estos veinte años para las diecisiete especies incluidas: nueve de caza mayor y ocho de menor, cuatro autóctonas: (Conejo, Liebre, Perdiz y Zorro) y cuatro migratorias: (Becada, Codorniz, Tórtola y Zorzal). Para esas diecisiete especies hemos registrado dos tablas; una con las capturas por comunidades en las dieciocho temporadas últimas: 2000-01 a 2017-18, aunque para alguna especie la serie empieza en 2005-06. Y otra serie de tablas con las diecisiete especies y las capturas en cada una de las cincuenta provincias durante las cinco últimas temporadas.
Referencias y datos recogidos para cada especie
Cada una de estas diecisiete especies cuenta con una información sobre su clasificación biológica, dieta, parámetros de puesta o reproducción y se reflejan las capturas sobre mapas de España por comunidad y por provincia. Se han analizado por provincias, los aprovechamientos cinegéticos por Km2 de la última temporada analizada 2017-18. Otro mapa por comunidades muestra la variación porcentual de las tendencias de capturas en las cinco últimas temporadas. También se ha representado para cada especie analizada una gráfica lineal de tendencias de las capturas en las últimas dieciocho temporadas, incluyendo además para algunas de las especies más clásicas, lo cazado en las temporadas 1980-81 y 1990-91. En este texto no hemos analizado las consecuencias ecológicas, sociales y económicas derivadas de las fluctuaciones poblacionales de las especies.
Las tendencias de las capturas, al alza o a la baja, son directamente proporcionales a las poblaciones existentes y en esto está de acuerdo la comunidad científica. Sobre los números de las capturas somos conscientes de que cuantitativamente para algunas especies puedan presentar objeciones sobre su exactitud, dado el sistema de obtención de datos, pero podemos afirmar que cualitativamente las capturas marcan perfectamente las tendencias reales de las poblaciones de especies de caza. En estos años hemos comprobado que, con carácter general, tras los sondeos de opinión en verano sobre las perspectivas para cada temporada de caza, existe bastante concordancia entre estas tres condiciones: 1)— la previsión poblacional al alza o baja por la crianza en primavera y verano, 2)— el éxito o fracaso de los primeros días de caza publicados en los medios y 3)— las capturas declaradas por los titulares de cotos al terminar la temporada.
Y esto no nos aparta del conocimiento de que algunos titulares, en determinadas comunidades y para ciertas especies, bastardean las capturas para ajustarlas a un objetivo concreto de su plan de ordenación, su gancho comercial para vender jornadas, su precaución fiscal o su interés personal en magnificar o camuflar las capturas de su coto. También hay que considerar que la mayoría de cotos en España tienen un aprovechamiento social por los cazadores del término y en estos cotos no suelen darse esas desviaciones apuntadas y en ellos predomina la estimación real. El número de cotos de España es de unos treinta y tres mil, y los titulares están obligados a enviar las capturas de cada temporada. Al tratarse de un muestreo tan numeroso, con un núcleo central de datos ajustado a una estimación certera, hay muchas posibilidades de que se compensen las desviaciones estadísticas al alza y a la baja de un grupo mucho menor como son los cotos «comerciales», de tal manera que el sumatorio total se acerque más a la realidad. Con carácter general, analizando los datos reflejados en el texto en estas dieciocho temporadas, siete de las nueve especies de caza mayor van al alza y de las ocho especies de caza menor cinco van a la baja y otras tres se mantienen o repuntan ligeramente al alza. Ambas situaciones de abundancia y declive, plantean consecuencias adversas y problemas variados.
Caza mayor
La especie que más ha progresado, en las primeras dieciocho temporadas de este siglo XXI que hemos datado, ha sido el Corzo que ha multiplicado su población por 10"42; la Cabra montés se ha incrementado por 6"61; el Gamo por 4"82; el Muflón por 3"40; el Jabalí, que es el ungulado más numeroso en capturas, por el 3"27; el Ciervo se multiplica por 2"55 y el Lobo por 1"49, en esas temporadas. Han ido a la baja el Rebeco que cae el -10% pero con capturas ascendentes desde 2007-08 y el Arruí que ha bajado en -69% al ser desde 2013 declarada especie exótica invasora y estar sometida la población (excepto en Murcia), a la desaparición. Las causas que provocan las sobrepoblaciones han sido: 1) la imposibilidad de cazar por encima del índice de crecimiento de esas especies debido a la plantilla cada vez más escasa de cazadores, 2) las repoblaciones y sueltas de todas esas especies (incluso cabras) no solo en cercones sino en abierto, 3) protección desproporcionada del lobo por los tribunales de Castilla y León y 4) desconocimiento de situación y concreción de datos de censo por la poca utilización de medios de detección eficaces (fototrampeo y otros).
Las consecuencias más perturbadoras por el incremento poblacional de estas especies citadas son, entre otras, las que plantean problemas sociales graves como: A) el incremento de accidentes de tráfico, B) aumento de daños a los cultivos y a la flora, C) contagio por infecciones compartidas con la ganadería y el hombre, D) daños al ecosistema (mayor peligro para aves que anidan en el suelo y algunos mamíferos), E) imposibilidad de regular algunas poblaciones a través de la caza deportiva ?que aporta dinero por cazar? y necesidad de utilizar agentes como cazadores de oficio, que son pagados a cuenta de las arcas del estado. Hace 30 años (1990) el número de licencias de caza era de 1.443.000 y actualmente no llegamos a la mitad de esa cantidad; la tendencia en Europa es también a la baja.
Caza menor
La caza menuda, esa a la que, según Delibes, «los papeles oficiales menosprecian denominándola caza menor», ha evolucionado, con carácter general, a la baja y especialmente para cinco de las ocho especies datadas. La tabla recoge los porcentajes de variaciones de las capturas en los cinco, diez y dieciocho últimos años de la serie para cada una de las ocho especies. Como se refleja en la tabla cinco especies han evolucionado a la baja (Codorniz, Perdiz, Tórtola, Zorzal y Liebre) y tres al alza (Becada, Conejo y Zorro). Hay fluctuaciones significativas de un año para otro en algunas especies, sobre todo las migratorias; pero también se perciben alteraciones muy significativas por las diferentes enfermedades de los lepóridos, conejo y liebre. Cada vez que aparece un nuevo virus para el conejo, la población ha bajado unos años seguidos y después comienza la recuperación que suele ser continua al alza hasta que aparece otro nuevo virus o cepa, que hace repetir las fluctuaciones citadas. La liebre ha tenido una caída de la mitad de capturas respecto a 2000-2001, cuando aparezcan las secuelas del nuevo virus de la temporada 2018-19 y actual, la caída será mayor.
J. Manzano, 2018
(*) Los datos y gráficas de la Perdiz Roja requieren conocer que en la comunidad de Castilla la Mancha, se cazan la mitad de las perdices de España y hay sueltas y repoblaciones de perdices de granja que suponen que más del 90% de las capturas, sean de perdices de granja. Para la perdiz las capturas no dependen de lo que da el campo, sino de la demanda que hagan los cazadores. La gráfica de evolución de las capturas de esa comunidad produce una caída durante las seis temporadas de la crisis, (2008-09 a 2014-15), de más de un millón de perdices y en las tres temporadas siguientes de recuperación económica, se incrementan las capturas en Castilla la Mancha en unas trescientas mil. En España, en ese periodo de seis temporadas de crisis, las capturas de perdices fueron millón y medio más bajas. La recuperación nacional en las tres temporadas ha sido poco más de las trescientas mil que incrementó esa comunidad.
(**) La primera temporada Tórtola, 2005-06, fue muy baja en capturas y la referencia a ella camufla la situación del declive en 2017-18.
La escasez de las especies de caza menor trae consecuencias negativas de menor reclutamiento de jóvenes cazadores que históricamente se adiestraban con estas especies, hay menor riqueza económica para los cotos, se pierde el valor cultural del arte de la caza menor tan arraigada en el medio rural y supone una amenaza para las especies protegidas al aumentar sobre ellas la presión predadora, entre otros inconvenientes. La situación requiere un ajuste y control adecuado de los cupos de capturas de las especies cazables.