Estos son nuestros principios

Nos llaman asesinos, dicen que somos seres primitivos y sin escrúpulos, gentes sin principios; pues bueno, ahí van y ahora que detallen ‘ellos’ los suyos (si los tienen y si pueden…).


Principio de unicidad: Todos los valores, usos y recursos son asimilables a efectos de manejo; porque comparten similares características y porque en los espacios naturales forman un todo integrado, en lo ecológico y en lo antrópico. Caza, pesca, bosques, pastos, equilibrios biológicos, conservación de la biodiversidad… son exactamente una misma cosa: mundo rural. ¿Caza y Conservación? ¿Desarrollo sostenible? No hay conservación sin desarrollo.

Principio de obligación: La extracción racional de los excedentes de biomasa generados por los recursos, no es para la Humanidad una decisión opinable ni libremente adoptada, sino una obligación natural. La muerte desde la perspectiva ecosistémica es una necesidad para la continuidad de la vida. «La muerte es la clave de los ecosistemas». Puede afirmarse que no intervenir racionalmente sobre los recursos es un error, por razones sociales y por razones económicas; pero sobre todo por razones ecológicas (control de los factores de perturbación). Sin embargo, buena parte de la sociedad, especialmente la más alejada del ámbito de lo natural, suele oponerse al manejo de los recursos (especialmente los cinegéticos). Curiosamente, no suele oponerse tanto al manejo de los valores y usos, porque los recursos son utilidades rurales y los valores y usos demandas urbanas. ¿Caza sí, caza no? ¿Prohibir la caza? La caza no es una opción para el Hombre, es una obligación moral.

Principio de beneficio: El beneficio principal generado por el manejo racional de los valores, usos y recursos presentes en los espacios naturales es su sostenibilidad ambiental. Los demás beneficios generados, con independencia de su condición o no de producto (bien o servicio con un valor de mercado) y de la cuantía de su relevancia económica o social, deben estar subordinados a la sostenibilidad y considerarse como meros subproductos o residuos generados por las intervenciones precisas para lograrla. Con el establecimiento de este principio, rompemos con los criterios productivistas y con los debates producción-conservación tan aburridamente típicos en el manejo de los espacios naturales. ¿El valor de la caza? ¿Impuestos ambientales a la caza? No hay sostenibilidad sin caza ¿Impuestos contra el desarrollo sostenible solo para engordar el parasitismo ecolojeta? Que engorden del curro y que no pretendan ganar el pan con el sudor del de enfrente.

Principio de simulación: «A la Naturaleza solo se le puede gobernar obedeciéndola». La Naturaleza nos indica el camino a seguir: los procesos de perturbación natural a los que tendremos que adelantarnos e imitar, para asegurarle un funcionamiento correcto e indefinido. Pura simulación de los procesos de perturbación natural son todas las buenas prácticas de manejo, las eco-culturas, que se han ido desarrollando para la selvicultura, el pastoralismo, la caza, la pesca y otras actividades humanas en el medio natural. ¿Ciencia y tecnología? ¡Saber es hacer! No es lo mismo saber cazar que saber de caza, pero no se puede saber de caza sin saber cazar. Algunos deberían abstenerse de opinar. ¿Caza de gestión en los Parques Nacionales? ¡Qué chorrada para bio-panolis!

Principio de precaución: «En caso de amenaza para el medio ambiente, y en una situación de incertidumbre científica, deben tomarse las medidas apropiadas para prevenir el daño» (Resolución del Consejo Europeo del año 2000 en Niza). En cada coto, este principio obliga al diseño y cálculo del proyecto correspondiente, antes de proceder a cualquier actuación; porque es la única medida apropiada, fiable y rigurosa, para prevenir el daño: cuantificar primero y actuar después, porque actuar sin cuantificar, es incumplir el Principio de precaución, como no actuar es incumplirlo también (Principio de obligación). El riesgo para la caza aparece cuando los Proyectos de Ordenación Cinegética se convierten administrativamente en fraude de Ley (Véase la realidad).

Principios éticos: El respeto a todos los valores ambientales y a todos los seres vivos es imprescindible en el manejo de todos los valores, usos y recursos. El respeto obliga a la salvaguarda de los valores y a minimizar todo daño sobre cualquier ser vivo animal o vegetal, toda forma de sufrimiento innecesario inducido por el Hombre (por acción o por omisión), y a que toda intervención o abstención sea demostradamente necesaria y útil a efectos de sostenibilidad. En el caso de las capturas recreativas de la caza y la pesca (con o sin muerte), deben añadirse los siguientes condicionantes éticos:

1º/ Azar. La caza o la pesca seguras, sin incertidumbre ni sorpresa, sin posibilidad de fallo o error, sin erratismo, sin aleatoriedad, sin riesgo de frustración y fracaso, no son auténticas. La incertidumbre, azar por medio, es recreativamente superior a todos los días igual. En el infierno, cazadores y pescadores harán el cupo cada día y por toda la eternidad…

2º/ Difidencia. Las piezas de caza y pesca, para ser tales, tienen que poder luchar por su vida y saber defenderse frente al Hombre, estar avispadas y conocer su entorno natural y sus posibilidades de defensa en él. Los animales de criadero, porque no conocen los peligros y los buenos careos y huidas de su entorno, porque no están lo bastante avispados, porque nunca aprendieron nada de su madre y de sus compañeros, carecen en principio de esta imprescindible cualidad. Cazar o pescar con abuso de tecnología o de ventaja para neutralizar la difidencia de los animales (medios masivos) o hacerlo en circunstancias de indefensión animal (días de fortuna) es inadmisible.

3º/ Escasez. Las piezas deben ser escasas. Una abundancia antinatural o anómala es contraria a la caza y la pesca genuinas; por ejemplo: reforzamiento artificial abusivo, hasta alcanzar densidades superiores a la capacidad de carga normal del ecosistema. Si por lo que sea las piezas abundan en demasía, el cazador y el pescador deben limitar la eficacia de sus medios de captura hasta reducir sus capturas diarias a cifras racionales, digamos naturales.

4º/ Sacrificio. Para ser auténticas, la caza y la pesca exigen sacrificio, mental y físico. El sacrificio y el esfuerzo son el fondo recreativo-deportivo de la cuestión. Leamos a ORTEGA, como se hace en las escuelas forestales alemanas.

5º/ Máximo respeto. El respeto a la pieza, en vida como durante y tras su muerte, debe ser máximo. Su consumo y otras utilidades pueden contribuir a legitimar la acción depredadora del Hombre; pero, si ésta es ordenada y racional, su contribución a la sostenibilidad es lo que verdaderamente la legitima (Principio de beneficio). Hoy en muchos países no se caza o pesca solo para comer, sino como una actividad recreativa que contribuye o puede contribuir social, ecológica y económicamente al fomento de la sostenibilidad. La caza y la pesca recreativas deben considerase ilegítimas, si no contribuyen a ella. En condiciones de manejo sostenible, la acción depredadora del Hombre puede más precisa, eficaz y respetuosa con los seres vivos que la acción depredadora natural; pues genera menos muertes, menor sufrimiento animal, y una mayor y mejor contribución a la sostenibilidad.

¿Animalistas? ¡Los cazadores!

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