El dogo argentino

Agustín Nores Martínez escribió: «… Era el año 1925. Mi hermano Antonio y yo aún no habíamos llegado a nuestro décimo octavo cumpleaños (él era un año mayor que yo), y en ese momento ambos estábamos absorbidos por una verdadera pasión por los perros de todas las razas, pasión que permanecería constante durante toda nuestra vida, ya que así fue, hasta su prematura muerte, y así será, si Dios quiere, hasta que llegue la mía…


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El dogo argentino

Fue durante ese tiempo cuando mi hermano Antonio desarrolló la idea de crear, a través del mestizaje de varias razas existentes, una variedad de perros capaces de cazar en nuestras propias tierras de cultivo y bosques, capaces de perseguir, alcanzar y matar a la presa, o al menos agarrarla hasta la llegada del cazador. Principalmente debido al fracaso de muchos perros europeos que, por la naturaleza de nuestras vastas tierras, el tamaño y la fuerza de nuestros jabalíes, no estaban a la altura de la tarea…

El dogo argentino

Agustín Nores Martínez

… Todavía puedo recordar, como si hubiera sucedido ayer, el día en el que mi hermano Antonio me contó por primera vez su idea y su intención de usar el perro conocido como Viejo Perro de Pelea Cordobéscomo base para ello. Este perro era un descendiente de los mastines españoles traídos a América por los colonos, cruzados con Bullterriers y otras razas de combate con el único propósito de pelear con otros perros. La idea era utilizar el extraordinario coraje y el espíritu de lucha de estos perros como base, agregando otras razas que podrían sumarles altura, sentido del olfato, velocidad, instinto de caza y, sobre todo, eliminar ese instinto de lucha contra otros perros que los hace inútiles para la caza en grupo.

Queríamos que fueran amigables y capaces de vivir libremente dentro de las familias y en las fincas, manteniendo el gran coraje de la raza primitiva, pero aplicado a una causa útil: la caza mayor y como medio para controlar especies depredadoras…».

Extracto del libro La historia real del Dogo Argentino, compilado por el Dr. Víctor Valino.

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Perro de pelea cordobés

Estamos ante una raza canina joven, y creada agregando sangre de diez razas diferentes. Una base fuerte conseguida a través del perro de pelea cordobés y aderezada por otras nueve razas que fueron aportando lo que los creadores tenían en mente:

2) Pointer inglés, para sumar un agudo sentido del olfato.

3) El bóxer, un perro con una mordida potente, ágil y con un carácter similar a lo buscado.

4) El gran danés o dogo alemán, que incrementó el tamaño.

5) El bull terrier, un perro con un coraje fuera de dudas.

6) El bulldog inglés sumó capacidad torácica.

7) El irish wolfhound añadió un gran instinto de caza.

8) El dogo de burdeos contribuyó con sus poderosas mandíbulas.

9) El mastín del Pirineo contribuyó a pulir el físico y a fijar el manto blanco.

10) El mastín español y su físico imponente culminaron el diseño del dogo argentino.

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Dogo Argentino (Kennel Club)

Un compendio de virtudes para la caza mayor

Ulises D’Andrea Nores

Cuando en las décadas de 1920 y 1930, el apasionado médico cirujano, el Dr. Antonio Nores Martínez, vislumbraba lo que sería una raza ideal para la caza mayor, no imaginó que en los siguientes 50 años los perros que formaron las bases de su creación terminarían desapareciendo, a pesar de las destacables virtudes que les llevaron a ser los elegidos.

El dogo argentino

Producto de una mal llamada modernidad, y más por la moda, las diferentes razas utilizadas comenzaron a perder su función, y a retroceder, tanto morfológica como funcionalmente.

El dogo argentino es la última raza en la historia de la humanidad estabilizada genéticamente con las virtudes y cualidades de diez razas. Pero de estas diez razas, hoy la mayoría han perdido estas capacidades venatorias que tenían y trasmitían a sus descendientes.

El dogo argentino

Caza ancestral con un perro moderno

Un perro atlético, más de fuerza que de velocidad, pero lo suficientemente ágil para dar alcance a su presa, poder luchar e inmovilizar la misma, acompañado de un olfato tanto de rastro como de venteo, son una de las tantas cualidades que distingue a nuestro dogo argentino.

Un perro noble, que trabaje en jauría con sus congéneres, que respete los animales domésticos pero, sobre todo, que sea capaz de entregar su vida por su amo, hace de esta raza algo único en el mundo de la cinofilia.

El dogo argentino

En nuestro amplio país argentino, el jabalí, el chancho cimarrón, el puma y recientemente los búfalos, han tenido un ambiente propicio para desarrollarse y diseminarse en una forma desproporcionada, y con un daño ambiental sin precedentes.

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La «montería criolla» es una modalidad de caza que acompañó al hombre desde su nacimiento mismo, en la cual la simbiosis del hombre con su perro permitió en la antigüedad sobrevivir como sociedad y, hoy, disfrutar de esta hermosa afición.

Ver trabajar a una jauría de cinco o seis ejemplares durante extensas jornadas de caza, se logre o no la captura del animal, es disfrutar al máximo la naturaleza y comprobar las virtudes que hablamos más arriba.

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Equipos de dogos en función de las necesidades

Nuestro territorio, de la república Argentina, posee todos los climas y características de variabilidad geográfica, y en todos estos lugares el cazador debe ser como un director técnico de un equipo de Rugby, debe armarse de seis perros que puedan desempeñar diferentes funciones.

En algunas zonas donde el chancho es muy ligero y tiende a huir, se precisan perros de gran velocidad (mestizos de dogos con galgos) que empaquen al animal hasta que llega la «fuerza mayor».

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En territorios donde el chancho, principalmente el llamado cimarrón, chancho cacero salvaje de varias generaciones y de gran peso, la lucha cobra más peso que la velocidad. Aquí las jaurías son, en su mayoría, de dogos puros.

En los montes donde el búfalo permanece oculto, el dogo resulta de gran utilidad.

Nuestro criadero La Cocha lleva consigo una responsabilidad muy grande, ya que mi abuelo fue el creador de la raza, por lo que nuestra selección de ejemplares es muy rigurosa, y se basa en preservar las características naturales de nuestro querido perro.

Por lo que no se interviene en las montas, no se realiza inseminación, no se interviene en el parto de las hembras y se deja que la fuerza de la naturaleza cumpla su papel.

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Desde muy temprana edad, nuestros perros empiezan a interactuar con otros animales, a realizar su actividad en el campo y a mostrar sus cualidades.

Hoy podemos decir que la raza dogo argentino se muestra insuperable en su función, y a sus propietarios les brindan satisfacciones que muy pocos perros pueden brindar. Pero siempre hay que aclarar que el dogo argentino es una raza que sirve tanto para el campo como para la ciudad, como protector de la familia. Pero como toda raza de gran porte y potencia necesita una educación estricta, cariño y, sobre todas las cosas, ejercicio físico y esparcimiento.

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