Los zorzales y sus cambios

Aunque este año parece que han venido más zorzales que los anteriores hasta nuestra península, estoy notando cierta alarma entre algunos cazadores, debido a que no hacen —salvo en algunas zonas— tan buenas perchas de ellos como las que hacían antaño. Incluso empiezan a decir que ésto se puede deber a una excesiva presión cinegética sobre la especie, una presión que posiblemente haya bajado la población de zorzales en Europa de forma considerable.


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Pues bien, después de leer y escuchar sobre el tema lo que han escrito y dicho algunas personas que llevan años haciendo estudios sobre el zorzal y censando la población europea del mismo, les tengo que decir que no hay motivo por el que preocuparse o alarmarse ya que, según dicen, sólo se abaten anualmente en todo el continente europeo unos 40 millones de zorzales, una cantidad que incluso se podía aumentar sin que hubiera problema alguno de cara a su conservación, pues no hace mucho había censada una población europea que rondaba entre los 300 y 500 millones de individuos de esta especie, algo que asegura una más que aceptable conservación de la misma.

Lo que sí parece estar claro para todos es que en los últimos años han viajado desde las zonas más frías de nuestro continente hasta España menos zorzales que antaño, pero pienso que ésto no se debe a una excesiva presión cinegética sobre la especie, tanto en nuestra geografía como fuera de ella. A lo que sí creo que se puede deber es al cambio climático o aumento de la temperatura que estos últimos años se ha notado en toda Europa. O a lo que es lo mismo, al cambio de paisaje que durante los últimos inviernos reina de los Pirineos hacia el norte del continente europeo, que es mucho menos blanco que antaño.

Todavía hay cazadores que piensan que el zorzal viene cuando hace frío aquí, y no es así. El zorzal empieza a venir cuando de los Pirineos hacia arriba empieza a hacerlo, sobre todo cuando el suelo de esos sitios desde donde viene se cubre de hielo y nieve, cuando en la Europa más fría no encuentra comida debido a esas nevadas que la cubren. Algo que últimamente dicen que no está ocurriendo con la misma intensidad de hace unos cuantos años.

El zorzal, según tengo entendido, empieza a entrar a España en mayor cuantía después de mediados de octubre, casi a finales de ese mes. Aunque a veces es caprichoso y desconcertante a la hora de hacerlo y se salta todo tipo de predicciones hechas sobre su pasa.

El problema por el que no se hacen tan buenas perchas de zorzales como antaño se debe a ciertos cambios en algunas de las costumbres de estos pájaros por motivos de supervivencia y alimentación.

Por otro lado está su distribución cuando entra en nuestra Península, que también a veces llega a ser caprichosa y sorprendente, ya que en zonas donde se espera una presencia masiva de ellos, por razones de comida u otras causas, no la hay, mientras que en otras donde no se espera, la hay. De ahí que con el zorzal, aunque a veces acertemos, en la mayoría de los casos nos podemos equivocar o sorprender por hacer lo contrario a lo que esperamos que haga.

Decía que su distribución en nuestra Península, cuando llega, puede ser caprichosa, porque este año sin ir más lejos parece que lo ha sido. Al menos eso es lo que a mí personalmente me parece después de haber leído lo que bastantes cazadores de diversas comunidades autónomas han escrito en el foro de un portal de caza sobre el tema de los zorzales, concretamente en el foro de club-caza.com, pues a través de lo que ellos han ido diciendo he podido saber que mientras en unas zonas de nuestra geografía se están haciendo muy buenas perchas, como puede ser en algunas de la Comunidad Valenciana, Catalana, en otras de Castilla-La Mancha y en la parte más baja u occidental de Andalucía, en otras donde siempre se han hecho buenas tiradas, este año las que hasta ahora se van haciendo son muy escasas, pues según comentan han llegado pocos hasta ellas. Por ejemplo en Jaén, una provincia donde siempre se han hecho grandes tiradas de zorzal, este año no se hacen, algo que dicen se debe a que el año pasado las grandes heladas que azotaron esa provincia «quemaron» casi cinco millones de olivos y, que debido a esto, no hay aceituna y, por tanto, tampoco zorzales. Pero yo con eso no estoy del todo de acuerdo, porque en realidad esos olivos no los «quemaron» los fríos por toda la provincia, donde se «quemaron» fue por la zona más sureña de ella, por la más cercana a Granada, pero por la zona más al norte quedaron intactos. Los cientos de miles de olivos que hay en la zona de Jaén que pega a Sierra Morena, que son los que vemos o dejamos a la derecha de la autovía A-4 cuando bajamos desde Madrid hacia Sevilla, no se «quemaron».

Pero es que además hay otra cosa en los zorzales en ciertas zonas de nuestra geografía que nos puede sorprender. En una zona de las más emblemáticas y tradicionales en cuanto a buenas tiradas de zorzal se refiere, concretamente en la franja de terreno de las estribaciones de Sierra Morena de Jaén que pega a los olivares desde Despeñaperros hasta la provincia de Córdoba, este año las perchas que se han podido hacer hasta ahora han sido muy pobres. Pero no porque no los haya, como hay quien dice por haberlos observado sólo en los pasos y no en la sierra y en los olivares, pues haberlos los hay en una cantidad bastante aceptable tanto en el olivar como en la sierra, algo que he podido comprobar con mis propios ojos.

El problema por el que en esa zona no se hacen tan buenas perchas de zorzales como antaño, yo creo que más que a otra cosa, se debe a ciertos cambios en algunas de las costumbres de estos pájaros por motivos de supervivencia y alimentación.

Lo que he notado en esa zona que antes citaba es que, aún habiendo una aceptable presencia de zorzales como la que hay, no se ven como se veían antes por la mañana y a última hora de la tarde pasando de la sierra a los olivares y al revés por esos pasos tradicionales donde se hacían tan buenas perchas de ellos, lo que me ha hecho pensar que lo que puede estar ocurriendo con el zorzal es que le estamos haciendo cambiar sus costumbres, tanto de desplazamientos de dormideros a comederos —por la cantidad de tiros que les soltamos en los pasos— como de alimentación por los cambios habidos en el sistema de cultivo del olivar y en el de la recogida de la aceituna.

Antaño, cuando el zorzal llegaba —que lo hacía en grandes cantidades— a esa zona de Sierra Morena de la que antes les hablaba, como la aceituna estaba todavía muy inmadura, es decir, muy verde, lo que hacía era asentarse en la sierra y alimentarse de las pequeñas bayas silvestres que normalmente maduran antes que la aceituna. Por otro lado, si las lluvias de otoño habían sido bondadosas con la tierra, buscaban en ella esos bichejos que tanto les gustan. Yo recuerdo que para saber si habían llegado ya los zorzales a la sierra no me hacía falta verlos, pues con observar la parte baja de los lentiscos y otros arbustos o matojos tenía bastante, ya que rápidamente se veía toda la hojarasca de ellos levantada o escarbada por los zorzales buscando bichejos. Esa era la señal inequívoca de su llegada y presencia en la zona. Aunque, en cuanto la aceituna empezaba a madurar, lo que hacían era desplazarse desde la sierra a los olivares todas las mañanas en busca de ese preciado fruto.

También había otra cosa, y es que el año que llegaba el zorzal a esa sierra y no había bayas silvestres —como puede ser la «granilla» de los lentiscos— ni bicheo por falta de lluvias, el zorzal dejaba de verse por la zona, pues se desplazaba a otras buscando comida. Pero claro, como la aceituna es un verdadero manjar para esta especie, al poco tiempo de haberse marchado de esa sierra por falta de comida, y en cuanto maduraba la aceituna, lo que hacía era volver y asentarse de nuevo allí. Y entonces era cuando verdaderamente se empezaban a hacer tan buenas perchas de ellos en los pasos, pues todas las mañanas volaban a montones desde sus dormideros de la sierra hacia los olivares a comer aceitunas durante el día y, cuando llegaba la tarde, desde los olivares hacia sus dormideros de la sierra, que es donde —entre el monte, más resguardados del frío y de los depredadores— les gusta dormir.

Y yo pienso —que no aseguro— que debido a los muchos tiros que reciben en esos pasos de mañana y tarde, a los zorzales les hemos hecho cambiar la costumbre de «viajar» de un sitio a otro, pues ahora he podido observar que durante el día la sierra está llena de ellos, algo que antes no era así en esa zona debido a que la mayoría del día lo pasaban en los olivares comiendo aceituna. Este año, sin ir mas lejos, en la zona oriental de Sierra Morena hay tantos zorzales como podía haber antes cuando se hacían tan buenas perchas en los pasos, pero no salen de ella, allí duermen y comen del bicheo y de las pequeñas bayas silvestres. Los zorzales por esa zona cada vez son más sedentarios, cada vez les cuesta más hacer desplazamientos, algo que pienso se puede deber a la cantidad de tiros que se le sueltan en cuanto levantan vuelo y «viajan» un poquito. A eso es a lo que pienso se debe ese acusado sedentarismo que presentan últimamente pues, al no ser nada tontos, creo que se deben haber dado cuenta de que en esos pasos es donde más presión reciben y, por tanto, donde más peligro corre su integridad.

Lo mismo que hay zorzales que no se mueven de la sierra en todo el día, también he podido observar que durante el tiempo que está la aceituna madura en el árbol los hay que no se mueven de los olivares.

No hace demasiado, en unos de mis escritos, decía que los animales desarrollan su instinto de supervivencia ante los humanos de acuerdo a la presión que reciben de éstos, y que huyen no solamente de la presión de los humanos, sino también de aquellos lugares donde la reciben con mayor frecuencia. Entonces recuerdo que puse como ejemplo el comportamiento de las palomas torcaces que vemos en los parques de Madrid, las cuales, cuando están en ellos, casi se dejan coger por los niños, mientras que esas mismas torcaces, cuando dejan la ciudad y vuelan hacia los cultivos de cereal de los pueblos de los alrededores —donde sí que en la media veda reciben presión por parte de los cazadores— se vuelven esquivas hasta más no poder con los humanos, no dejando que nadie se les acerque a una distancia considerable. Incluso sus vuelos, cuando volvían de los campos de cereal de esos pueblos hacia los parques de Madrid, cambiaban, volviéndose más bajos y serenos en cuanto cruzaban la M-40 y se veían sobrevolando los tejados y terrazas de los edificios de esta ciudad por sentirse ya seguras. Lo mismo que decía del jabalí de los montes del Pardo, que siendo un animal montaraz y de lo más esquivo que hay con los humanos, llegaban a comer a las terrazas de los bares de ese pueblo cuando aún estaba la gente sentada en ellas. Algo que cambiaría mucho si a esos jabalís alguien le soltara en esas terrazas los mismos tiros que se les sueltan a los zorzales en los pasos, pues seguro que en ese caso no se acercarían a ellas ni a kilómetros. Lo mismo que si a esas palomas les soltáramos desde las terrazas y tejados de Madrid miles de tiros como a los zorzales en los pasos. Por eso es por lo que pienso que el zorzal deja de desplazarse de los dormideros a comederos y al revés, porque ven que ahí en los pasos es donde pueden perder la vida.

Pero es que además el zorzal en esa zona creo que está cambiando otra costumbre. Para dormir, como más atrás decía, normalmente le gusta el monte para estar más resguardado del frío y depredadores, pero las olivas no han sido nunca muy de su agrado a la hora de dormir, por ser árboles muy abiertos por arriba y cobijarlos poco de las heladas. Pues bien, ahora, lo mismo que hay zorzales que no se mueven de la sierra en todo el día, también he podido observar que durante el tiempo que está la aceituna madura en el árbol los hay que no se mueven de los olivares, incluso ni para buscar dormideros en la sierra donde resguardarse, pues duermen en ellos para así —según creo, que no lo aseguro— no tener que atravesar esas barreras de tiros que les formamos en los pasos.

Aunque también hay quien tiene otra teoría u opinión sobre esto. Algunos cazadores dicen que la falta de zorzales en los pasos se debe más que a otra cosa a que ahora vienen menos alirrojos que antaño, que según ellos eran los que realmente hacían las delicias para el cazador en los pasos, algo que no discuto por no saberlo ni tenerlo lo suficientemente claro.

Yo recuerdo que antaño el zorzal en la zona citada solo lo cazaban «cuatro», mientras que ahora antes de que amanezca hay verdaderas procesiones de cazadores buscando esos pasos mañaneros para esperar a zumbarles tiros. Ahora cualquier zorzal que cruza de la sierra hacia el olivar o viceversa, si no es derribado en los primeros tiros, se lleva un montón de ellos de todos los cazadores que ocupan cada una de las matas de esos pasos que antes comentaba, pues aunque se suban a las nubes y estén fuera de tiro les siguen «zumbando castañazos». Unos «castañazos» que, aunque no los maten, los asustan y espantan más de lo que a veces creemos. Algo que actualmente no solamente hacemos con el zorzal, sino con todas y cada una de las migratorias debido a la falta de otras especies de caza menor que antes abundaban en esas mismas sierras y que a los cazadores nos llamaban más la atención por pensar que valía más la pena gastar un cartucho en ellas que en avecillas tan pequeñas.

Pero es que si a lo anterior le unimos el cambio que ha sufrido el olivar en cuanto a la maduración de la aceituna y a su recogida, podemos ver aún más claros los cambios de costumbres del zorzal y su sedentarismo en esa zona o franja de Sierra Morena.

Ahora, debido a los muchos productos y abonos que se le echan al olivar y a la cantidad de ellos que en esa zona han pasado de ser de secano a regadío, creo que la aceituna se mantiene más tiempo verde en el árbol, por lo que el zorzal no puede comerla tan pronto como antes lo hacía. Pero es que además, no hace más de seis u ocho años, una cosecha de aceituna un poco grande se tardaba en recoger desde primeros de diciembre hasta ya entrado marzo, mientras esa misma cosecha ahora se tarda en recoger —debido a los nuevos sistemas de recogida— un mes o menos, de lo que podemos sacar en conclusión que antes el zorzal se podía alimentar de aceituna durante más de tres meses, que era el tiempo que permanecía madura en los olivares, mientras que ahora la cosa le ha bajado a un tercio o menos de ese tiempo, motivo por el que además de lo anterior, de los muchos tiros que reciben en los pasos y que yo pienso que le hacen «viajar» menos, el tiempo de esos «viajes» —aunque los siguieran haciendo todas las mañanas desde la sierra a los olivares para comer aceitunas— sería mucho menor, de un tercio del de antes, como ya les he comentado. Aunque algunos cazadores dicen que el zorzal, aún habiéndose llevado a cabo la recogida de la aceituna, puede seguir comiéndolas en los olivares, ya que, según ellos, siempre quedan algunas salpicadas, tanto en el árbol como en el suelo. Y esto es verdad, pero ya no es lo mismo para el zorzal que cuando los olivares están llenos del preciado fruto, eso sí que lo tengo clarísimo.

Eso es lo que yo pienso, «aunque doctores tiene la Iglesia» que ya nos irán diciendo otras cosas del tema que, posiblemente, sean más acertadas que las expuestas por mí, ya que mis opiniones son las de un cazador, no las de un científico o consagrado ornitólogo.

 

PD. Este artículo está sacado de algunas de las opiniones que ya expuse sobre el tema de los zorzales el año pasado por ahora en los foros de esta página.

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