Problemas con el cobro

Desde hace ya tiempo vengo observando que uno de los problemas más frecuentes con los que se encuentra el cazador con perro de muestra es el cobro. Es más común de lo que quisiéramos, encontrarnos con perros que no portan, o que no traen, o que entierran las piezas o que se las tragan. Normalmente el cazador pide soluciones para estos problemas sin más, quieren saber como corregir esta u otra actitud de su perro, pero para conseguirlo la mejor solución es mirar hacia atrás, buscar cual fue la causa, la raiz, el detonante que provocó la actual actitud del can. Yo digo que fuimos nosotros mismos la mayoría de las veces los causantes del problema.


Actualizado

Independientemente de la raza, todos los perros tienen un instinto natural de cobro más o menos acentuado, ese instinto es lo que les queda de su primo lejano el lobo, el predador, es lo que les hace correr detrás de todo lo que se mueve cuando son aun cachorros. En nuestra mano está el guiar ese instinto, moldearlo y conseguir que el perro ya adulto cace para nosotros, es lo que ha hecho el hombre desde que el primer lobo, miles de años atrás, se acercó a su caverna. Parece ser que una cosa tan simple como esta se nos ha olvidado por completo, creemos que el perro nace enseñado o que solamente a través de las experiencias va a aprender lo que nosotros queremos de él, bueno quizás hace unos años, cuando la densidad de caza era abrumadora y el cazador utilizaba como método de selección el plomo de doble cero, el perro aprendiera por la experiencia y porque solo quedaban los que lo hacían de ese modo. Pero hoy en día en que las piezas de caza son excasas y los lances se cuentan con los dedos de una mano, debemos poner más empeño en adaptar ese instinto primario del can. Eso no es otra cosa que adiestramiento.

Eduquemos entonces a nuestros perros partiendo de una premisa básica: debemos entender el modo en que un perro aprende antes de intentar enseñarle algo

El cobro es una de las piezas que forman el puzzle del adiestramiento, pieza tan importante como cualquier otra, debemos comenzar con el cobro desde que el perro es un cachorro, tres meses o cuatro es la edad ideal para que corra detrás de la pelota, pero ¡¡ojo!! es un juego, no debemos exigir nada, solamente caricias y premios verbales, su cerebro capta enseguida esos premios, nuestro tono y eso motiva al cachorro a seguir jugando. Después de una primera toma de contacto con la pelota en la que el cachorro ha podido cogerla alguna vez y hasta portarla en la boca, pero dejándolo un poco a su aire, pasamos a intentar motivarlo para que nos la traiga. Cuando el cachorro coja la pelota, inmediatamente lo llamamos agachándonos, (no se porqué curioso motivo pero la gran mayoría de perros se acercan si tomamos esa postura y los llamamos, incluso perros de la calle que no se “casan” con nadie), si conseguimos que el perro acuda, muchas caricias y JAMáS le arrebatamos la pelota, es su premio, su mayor premio, le dejamos que disfrute de él y se la cogemos suavemente de la boca para inmediatamente lanzársela de nuevo, de este modo el cachorro aprende rápido que el juego sigue cuando nos trae la pelota.

Poco a poco iremos cambiando la pelota por el rodillo o saco de tela relleno, para pasar a la pellica, al rodillo con plumas y finalmente a alguna pieza de caza. Comenzaremos ya a incorporar el comando “cobra”, “muerta”… que nos vendrá bien en esos lances en los que el perro no vea caer la pieza. La pellica hay que descartarla de inmediato si vemos en el cachorro la más mínima intención de “pelar”, lo dejaremos para más adelante, después contaré como hacer si intenta “pelar” nos tocará recurrir a la cuerda. Cuando utilicemos piezas de caza, que sean siempre congeladas o disecadas, preferiblemente de pluma por supuesto y que su tamaño sea medio, ni una codorniz nos vale ya que su tamaño incita a masticar o tragar, ni tampoco nos vale una pieza que le cueste portarla en exceso, una perdiz o una paloma es lo ideal.

Cuando tengamos el cobro dominado, si digo bien, tengamos, nosotros y el perro pero primero nosotros, podemos pasar a trabajar el cobro de olfato, es decir entrenar al perro a que busque la pieza muerta o herida y nos la traiga, pero utilizando el olfato. Para esto podemos utilizar bien una pellica de conejo o liebre, bien una pieza de caza como las anteriormente mencionadas, con las cuales haremos un rastro al principio sencillo y poco a poco lo vamos complicando, lógicamente sin que el perro nos vea. Pasaremos a soltar al perro y utilizando el comando busca o muerta lo ponemos sobre el inicio del rastro y nos quedamos en el sitio animándolo. Cuando la encuentre y la traiga, ya sabéis, caricias y halagos. Este ejercicio tan simple nos puede ayudar durante una jornada de caza a recuperar esas perdices alicortadas que tan difícil se lo ponen a nuestros perros.

Solución de problemas

Veamos ahora cuales son los problemas más típicos asociados al cobro que plantean muchos cazadores:

“mi perro coge la pieza y sale corriendo con ella” - Típica actitud del predador, del miembro de la manada que está en un rango inferior, sabe que el miembro alfa, el jefe, o sea el cazador se la va a quitar. Ahí está la causa, QUITAR, no hemos trabajado el cobro de forma adecuada, tal vez tan siquiera se ha llegado a trabajar nunca. Ya dije que el mayor premio para el perro es la pieza de caza, por tanto hay que enseñarlo a que compartiéndola también obtiene premio, gratitud por parte del “jefe”, caricias, premios verbales. La solución está en trabajar el cobro con piezas de caza a las que le atamos una cuerda, cuando el perro la coge nos agachamos y lo llamamos sin tirones bruscos de la pieza, no debemos pugnar por la pieza, podemos provocar males mayores como boca dura o incluso que se la coma. La tensión de la cuerda ha de ser mínima, solo está para ayudarnos, lo que tiene que hacer venir al perro somos nosotros con nuestra llamada.

Otra solución más “in situ” es llamar al perro mientras caminamos en dirección contraria a la suya, tal y como haríamos cuando se aleja en exceso, si el perro es joven preferirá nuestra compañía y acudirá, eso si, nunca arrebatarle la pieza, es mejor dejársela un rato, incluso que camine a nuestro lado con ella en la boca, “que se llene de caza” que dicen algunos, después se la pedimos suavemente y con caricias. Hay que apuntar siempre que en todas las correcciones la PACIENCIA es la mejor aliada y más si esas correcciones se hacen en un perro al que no se ha trabajado con unas nociones básicas de obediencia, está claro que la mejor solución está en adiestrar al perro, pero sigamos.

“creí que no encontraba la pieza, pero resulta que las enterraba” – Otra típica actitud de predador, prepara la despensa para los momentos de excasez. El motivo es el mismo que el anterior, o mejor diría una consecuencia de una mala actuación por nuestra parte si se nos ha dado el caso anterior, el perro quiere evitar que le ARREBATE la pieza “el jefe” de su manada, posiblemente hemos corrido detrás de él y le hemos quitado la pieza bruscamente. La solución la misma que la anterior pero con un problema añadido, debemos seguir al perro para saber donde pretende enterrar la pieza para evitarlo ¿¿cómo?? JAMáS lo regañaremos, pegaremos o iremos a arrebatarle “su pieza”, allí mismo lo llamamos y actuamos como en el anterior caso, lo que ahora el perro está parado y sorprendido porque lo hemos pillado con las manos en la masa, de modo que lo llamamos, nos agachamos, lo animamos a que venga, si lo hace caricias, premios, si no lo hace, nos alejamos de él llamándolo. Así y todo debemos trabajar el cobro con cuerda una vez acabada la jornada de caza.

“mi perro suelta la pieza mucho antes de llegar a mi” – Esto ocurre cuando hemos sido demasiado bruscos con el cachorro a la hora de entrenar el cobro, no hemos jugado, hemos sido unos tiranos y si a esto le añadimos que el perro posiblemente no sea fuerte de carácter, es decir sea más bien sumiso, pues el coctel está servido. Hemos pegado al perro por apretar una pieza, le hemos regañado por entretenerse en traer… eso hace que suelte la pieza antes o incluso que ni la toque, no todos los perros asocian de igual forma, pero lo que si está claro que si le pegamos el perro no asocia el palo con su actitud, lo asocia con la pieza y con nosotros, tal vez el día que los perros vayan a la universidad nos entiendan como desearíamos, de momento no nos queda otra que entenderlos nosotros a ellos.

“mi perro no cobra” – Puede darse el caso de cachorros que cobran perfectamente rodillos o pelotas pero no las piezas de caza. Aquí entra en juego el factor raza. Hay razas más predispuestas al cobro natural que otras, raro es ver algún ejemplar de razas continentales que no cobren instintivamente, esto se da más en las razas británicas ya que de todos es sabido que los ingleses cazaban con dos clases de perros, los de punta o muestra para encontrar y mostrar y los retriever o cobradores para cobrar, no se requería el cobro en los perros de muestra y por esa razón hoy día algunos ejemplares adolecen de esa falta de pasión a la hora del cobro. La solución pasa por motivar al perro, pero ¿¿cómo?? Podemos utilizar otro perro que compita por la pieza, la rivalidad suele dar buenos resultados para motivar al perro que no cobra, pero hay que tener cuidado ya que esa rivalidad es la misma que puede provocar “boca dura” en un perro, de modo que no excedernos es la clave, alternaremos los cobros con dos perros y uno solo.

Si no disponemos de otro perro que motive al nuestro, podemos utilizar una pieza de caza atada con una cuerda, le damos vueltas para que el perro la persiga y dejamos que la atrape, después de repetir algunas veces, lanzamos la pieza para que la cobre. A mi personalmente me ha funcionado este método.

“mi perro se traga las codornices” o “mi perro machaca las piezas” - En el primer caso el problema está en la ausencia total de entrenamiento en el cobro con piezas de caza, también por el tamaño de la pieza que incita a ello o puede que se dé como en los casos anteriores por temor a que le quitemos la pieza. La solución es de nuevo la cuerda y piezas de caza, primero perdiz o paloma y después codorniz , ya sabéis siempre congelada. El segundo caso es más un tema psicológico, el perro que machaca, que tiene la boca dura, que mastica la pieza, lo hace por una excitabilidad alta. Es un problema de mala solución, podremos conseguir que disminuya la excitabilidad y que apriete menos pero ese perro siempre apretará, algunas veces si y otras no, dependerá de su estado emocional. El mejor remedio para intentar solucionar esto es recurrir al cobro forzado, pero este método solamente lo recomendaría después de haber trabajado una obediencia básica completa. Consiste en aplicar un castigo (pisotón) que remitirá al hacer lo que se espera de él (coger la pieza o rodillo que le introducimos nosotros en la boca). No voy a entrar en más detalles sobre el cobro forzado, ya que es un tema largo y complejo en el que entran en juego no solo los conocimientos del que lo enseña si no factores como el carácter y la madurez del perro.

Un último apunte. Cualquiera de estos problemas se solucionan de igual modo en cachorros que en perros adultos, la dificultad de su resolución será directamente proporcional a la edad del perro, a más edad más difícil pero no imposible. Siempre se ha dicho que es mejor prevenir que curar, pero como buen dicho, la mayoría de las veces se queda en eso, en dicho, no se pone en práctica y de ese modo nos complicamos mucho. En el tema que estamos tratando, prevenir es entrenar, pero entrenar incluso en aquellos cachorros en los que el cobro es algo innato y natural. Nos servirá para pulir pequeños defectillos y para evitar problemas como los expuestos, porque algo está claro, es mucho más complicado corregir malas conductas que normalmente vienen dadas por malas asociaciones, que enseñar partiendo de cero. Creo que la elección es lógica, eduquemos entonces a nuestros perros partiendo de una premisa básica: debemos entender el modo en que un perro aprende antes de intentar enseñarle algo. Si actuamos así, el éxito está asegurado.

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