Escasa colaboración

Estamos haciendo un sondeo genético y sanitario de las perdices en España a través de un proyecto iniciado el año anterior, ‘Mapa de hibridación genética y situación sanitaria de la perdiz roja en España’, en el que hemos empezado a comprobar el estado de las perdices de diez provincias, incluidas las autonomías de Madrid y Murcia.


Siete de ellas lo han sido de manera gratuita para sus administraciones por haber colaborado en el proyecto inicial de FEDENCA, conocido como Estudio de los métodos genéticos. El primer año de análisis genético y sanitario, que ya hemos publicado y editado (lo estamos repartiendo para miles de destinatarios), lo hemos realizado sin coste para las comunidades colaboradoras y ello ha sido posible porque disponíamos de la subvención de la fundación Biodiversidad, que nos permitía hacerles esta compensación por su apoyo al primitivo estudio de genética. El proyecto en marcha del mapa genético tiene prevista una duración de cuatro años por lo que será necesario que las Comunidades Autónomas continúen o se incorporen al proyecto y vayan muestreando alguna nueva provincia para asegurar el control genético y sanitario de las perdices de su territorio, que es algo que exige la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad y las comunidades autónomas están obligadas a cumplir. Esto se lo hemos comentado a los responsables de las consejerías afectas cuando les hemos pedido participar en este proyecto, que entiendo es muy importante para los cazadores, pues nos permite conocer con datos objetivos si en nuestra provincia o en nuestro coto las perdices están contaminadas genéticamente y si gozan de buena o mala salud, así como otras características que se miden en este proyecto. De esa preocupación por la calidad genética y el estado sanitario de las perdices silvestres y de las de granja se han escrito cientos de artículos y se oye en cualquier conversación cinegética. Habíamos perdido la esperanza la mayoría de los cazadores ante la evidencia de que los criadores nos podían vender cualquier perdiz porque nadie las controlaba. Ahora hay confianza y conocimiento de que es posible el control riguroso y objetivo y son muchos los cazadores que al conocer nuestro proyecto se interesan por la situación de su provincia. Yo espero y deseo que controlen las perdices, especialmente las de las granjas, todas las autonomías. Y que lo hagan con un método de control tan objetivo y aséptico como el propuesto por FEDENCA y no al dictado de algún criador que ha obtenido tantas granjerías vendiendo perdices. Pero esto no debe ser una preocupación exclusiva de FEDENCA, debe serlo de todo el ámbito cinegético y federativo. Y desgraciadamente no lo es. Algunos cazadores nos han preguntado que ¿cuándo vamos a testar su provincia? y les digo a todos lo mismo: pregunta al presidente de tu Federación Autonómica que tiene más posibilidades que nadie de influir en la consejería que tiene que tomar la decisión. Estimo que este asunto nos debería preocupar también, y con mayor motivo, a todos los representantes de esos cazadores. Como es obvio, tenemos representantes de todos los modelos imaginables. La mayoría de los presidentes de federaciones autonómicas están totalmente comprometidos con su cargo y con los cazadores, y ven en estos trabajos una actuación que da prestigio al gremio y, sobre todo, a nuestra estructura; ¡esto lo hemos hecho los cazadores federados que somos personas responsables comprometidas con la naturaleza y las especies! Estos dirigentes toman los proyectos y el asunto como propio, colaboran y hacen lo posible para que las cosas salgan como queremos todos los cazadores responsables. Me refiero a los que exigen a los administradores de su comunidad que controlen las granjas y comprueben el estado genético y sanitario de las perdices que les compramos los consumidores. Lo mismo puedo decir de muchos Delegados provinciales y presidentes de sociedades que manifiestan su preocupación e interés por lo que pasa a la fauna y lamentan que las administraciones no nos tengan ningún respeto, ni a nosotros, ni a las especies. Como suelo repetir: porque no nos hacemos respetar. Hay otros que no consideran hacer investigaciones ni analizar lo que venden a los cazadores. Me refiero a los que les importa menos este espíritu de FEDENCA, sus estudios y trabajos, que se hacen todos para bien de la caza y prestigio de nuestra estructura. Lo noto cuando les pedimos colaboración para que su administración participe en estos proyectos que dignifican, entiendo yo, la condición federativa. Por supuesto, también dignifican a las entidades federativas las múltiples labores positivas que hace en su territorio alguno de estos representantes poco implicados, que no deseo ignorar, ni minimizar. Yo no sé si es porque estos representantes federativos no quieren desviar ni un ápice la atención de sus administradores, no vaya a ser que luego repercuta en la mísera subvención que nos dan a los cazadores. He sido diez años presidente de federación autonómica y últimamente tengo conocimiento de lo que esas mismas administraciones cicateras con los cazadores, son de generosas con los ecologistas (incluso con los radicales) y sé de lo que hablo. Y los directivos a los que me refiero, también lo saben. Es una pena esa falta de complicidad porque hay muchos proyectos que podrían resultar más exitosos y baratos con el apoyo de todos. No debería olvidar nadie que los trabajos que hacemos los cazadores sirven para demostrar también en su territorio que las cosas no son como las quieren pintar los enemigos de la caza, sino como demuestran los datos irrefutables que ponen de manifiesto los trabajos de investigación a los que me refiero. A explotar el éxito se apunta todo el mundo, porque éste tiene siempre más padres espirituales que el fracaso. El esfuerzo que cuesta presentar los trabajos con la calidad que les estamos dando, merece más apoyo de los que, en cualquier caso, van a resultar los más beneficiados. Posiblemente el esfuerzo merezca una mejor respuesta; pero esto es lo que nos ha tocado en suerte. Y como estás pensando, nadie nos obliga a aguantar otras situaciones impertinentes. Excepto la conciencia y responsabilidad que, como es obvio, cada uno mantenemos la nuestra.
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