Hoy toros y dehesas, ¿mañana caza?

Hace unos días leía en la prensa la siguiente noticia: «La Coordinadora Verde y Berdeak-Los Verdes abogan por la supresión de todos los espectáculos sangrientos que incluyan tortura, maltrato o muerte de animales. La presunta tradición no justifica las bajezas morales». Para conseguir la prohibición definitiva de las corridas de toros han promovido una ILP —Iniciativa Legal Popular—, a través de la cual pretenden recoger firmas para «prohibir que se mate por divertimento».


Que algunos grupos ecologistas y partidos políticos, como Izquierda Unida, pretendan prohibir las corridas de toros no es una novedad; como tampoco lo es que antes o después promuevan otra ILP, o como se llame, para intentar prohibir la caza. Lo que verdaderamente me llamó la atención fueron las declaraciones de los responsables de esta coordinadora verde justificando su petición, y que no tienen desperdicio: «Manifiesto mi respeto por los seres vivos obligados por su propia naturaleza a matar para alimentarse, pero no es ético ni aceptable como personas que somos el matar por divertimento, ya que estos espectáculos nos degradan. La Iglesia prohíbe desde hace siglos de manera tajante la promoción y participación en festividades taurinas, y también se ha pronunciado favorablemente a esta iniciativa legal popular el Dalai Lama». La verdad es que no sabía que la Iglesia se había pronunciado desde hace siglos contra los toros, ni tampoco que nada menos que el Dalai Lama ha apoyado esta curiosa iniciativa legal popular. En todo caso, no creo que pase de ser un pecadillo venial comparado con otros temas que estos mismos grupos defienden con total vehemencia. Sin embargo, mucho más preocupante me ha parecido la afirmación de uno de ellos cuando le preguntaron por el destino que habría que dar a los muchos toros que quedarían en España, si finalmente su iniciativa prosperaba y conseguían acabar con las corridas de toros. La respuesta fue tajante: «Proponemos que las dehesas donde habitan los toros, espacios actualmente ya protegidos, se ofrezcan al turismo, como oportunidad única de observación en libertad del toro. Así, se ahorraría dinero público suprimiendo la subvención a espectáculos crueles y dedicándolo a otras funciones más sociales». Es decir, que según esta coordinadora, como las dehesas son espacios protegidos —cosa que no es cierta, ya que unas lo están y otras no—, a partir de ahora habrá que destinarlas a que cualquiera pueda ir allí a ver cómo viven los toros en libertad. Imagino que la opinión del propietario de la dehesa o del ganadero —que les da de comer— no cuenta, ya que, en definitiva, estamos ante un espacio protegido, que al parecer ya es de todos.
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