Los ‘booms cinegéticos de España’ no fueron tales

Motivos ineludibles me han obligado a no poder seguir con una serie de artículos sobre el devenir la perdiz roja en España y, créanme que lo lamento por este largo periodo de tiempo sin publicar aun cuando sí que he seguido participando en un ya viejo programa de radio de Onda Vasca, así como en otros donde fui reclamado.


La fotografía también la he semiabandonado por los mismos motivos, pero voy a seguir escribiendo, cazando, pescando, cosechando setas y caracoles etc. etc. Y lo voy a hacer con la cautela necesaria para evitar contratiempos con quienes quieren hacer méritos políticos o federativos para los nuevos tiempos que empujados por la pandemia y solapados por la economía, empiezan a aprovechar la ocasión para aumentar esa pobreza escondida que nos acecha y que ya la tenemos encima. La caza —en general— empieza a acusarlo y, por desgracia, vuelve a un pasado reciente donde sólo cazaban los «ricos de por casa», los sujetos de alta alcurnia y los terratenientes. Miren ustedes, ni de joven ni de viejo he tenido por mengua eso de vaciarme por la lengua o por la pluma.

Según el Dr. José Manuel Crespo Guerrero en el 7º Congreso Forestal Esañol - Gestión del Monte: Servicios ambientales y bioeconomía – 26-30 junio 2017 – Cáceres, Extremadura. Apuntes de la política cinegética franquista (1939 -1975) el primer boom se refiere al devenir de toda la dictadura del citado militar (1940 -1975) y lo divide en un primer boom que va de 1939 a 1950 y el segundo boom que va desde 1950 a 1975. Pero la cosa no funcionó debidamente aun cuando quieran confundir las flatulencias con cantos de sirena.

La opinión de los sabios sobre la caza

Voy a escribir sobre el Boom Cinegético Español Franquista y me he dado de bruces con la obra del Catedrático de Geografía Humana, además de Abogado del Estado, don Antonio López Ontiveros (R.I.P.), quien trata el tema con claridad, asepsia y honestidad.

Según Ortega y Gasset, en la caza es requisito «fundamental, y previo a todos los demás, su escasez» y afluyen de todas partes pruebas comprobatorias de que siempre han escaseado los animales cazaderos. Lo que intenta probar con agudeza incluso respecto al Paleolítico y con textos ad hoc para la edad Antigua y Media.

De esta escasez, a su vez, deriva otro elemento consustancial y constante de la caza: su perenne configuracion como privilegio. Porque si la caza históricamente «ha sido la ocupación venturosa más apreciada por el hombre normal» y si, además, sus piezas no sobran, no se ha podido dejar «cazar a todo el mundo y se ha hecho de esta ocupación un privilegio, uno de los privilegios más característicos de los poderosos». Pero como acontece que lo mismo «han deseado hacer las demás clases sociales», el conflicto constante estaba y sigue estando servido: «de todas las zonas revolucionarias de la Historia sale brincando el odio fiero de las clases inferiores hacia las superiores porque habían éstas acotado la caza». Prólogo de Ortega y Gasset del libro escrito por el Conde de Yebes titulado Veinte años de caza mayor.

Finalicé mi anterior post con lo más esperpéntico del boom cinegético de España que lo voy a repetir de manera hiperresumida, tanto por los textos como por unas fotografías que hablan por sí solas.

El día que Franco mató 4.601 perdices. (Fotógrafo manchego: Eduardo Matos Cuesta. BLOG: Justo Serna).

El día en el que Utrera Molina puso a tiro 4.601 perdices para que Franco las aniquilara. L. Rodríguez Domingo, 7 de mayo de 2017

La matanza tuvo lugar en 1959 en Ciudad Real, pero las fotografías permanecieron secuestradas hasta 1983. Publicado en El Plural por L. Rodríguez Domingo, 7 de mayo de 2017.

Si teclean Google y luego el texto: Franco caza 4.601 perdices, les aparecerán más artículos dando cuenta y razón de tamaña tropelía. Por eso no se publicaron las fotos en su día.

El ‘boom cinegético español’

El citado boom fue una demostración maquillada con una autenticidad brutal contra la naturaleza de España. Una quimera indecente de acciones barriobajeras que todavía hoy se están sufriendo las consecuencias. Miren ustedes, no fue más que robar perdices de toda España y traslocarlas a donde convenía a quienes, con mano férrea (dictadura) mandaban. Pero no se contentaron sólo con eso, no. Además se compraron perdices fuera de España pero la mayoría fueron robadas en España. Del resto de fauna alóctona con la que repoblaron baste con decirles que se hizo con el sólo fin de distinguir a la plebe de los pudientes. Muflones para unos y colines de virginia para los otros, fue una innecesaria afrenta y un daño irreparable a la caza.

Esos hombres de pro, pronto se dieron cuenta de que había muchas alimañas, como las denominaban los del Régimen.

Después del victorioso Golpe de Estado, la gente se había acostumbrado a furtivear para evitar el hambre que les atenazaba y fue entonces cuando los edecanes del Patriarca se echaron las manos a la cabeza al comprobar que los del agro no habían sido lo efectivos que debieran cuando les robaron la caza destinada para gloria del Estado y enaltecimiento del Caudillo, motivo éste por el que se creó una red de guardas rurales por municipio y expidieron el carnet de Alimañero a quienes tenían experiencia Si bien es cierto que los alimañeros y los guardas siempre habían existido tal y como se puede comprobar en los libramientos de cualquier ayuntamiento de España donde no hayan quemado la información. Es más, a los alimañeros les podía hacer competencia cualquier ciudadano, y, escrito sea de paso, tanto el profesional como el circunstancial cobraban lo mismo por animal al que mutilaban después de muerto para que no lo pasaran dos veces por el ayuntamiento.

El boom cinegético español heredó una gran cantidad de furtivos

Los encargados del tema hicieron un ranking de licencias de caza y en función del número de cazadores procedieron a delimitar fechas. Bien se puede afirmar que fue un BOOM móvil a conveniencia del Régimen. Pues, por ejemplo en el 7º Congreso Forestal Español celebrado en Plasencia (Extremadura) dicen que el citado BOOM se llevó a cabo entre los años 1940 (año del final de la guerra) y 1975 (año de la muerte de Franco). Franco fue un gran cazador y un excepcional pescador de aguas dulces y saladas. Yo, no soy sospechoso de pertenecer a ningún partido y procuro circunscribirme a los hechos. Todo menos cambiar de chaqueta al socaire de quién mande. «Más descansa quien mira que quien trepa: Regüeldo yo cuando el dichoso hipa, El asido á fortuna, yo á la cepa». Decía don Francisco de Quevedo y Villegas.

Tres meses después de concluir la guerra (comenzó el 18-7-36 y terminó el 1 de abril de 1939) con el último parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su victoria y estableciendo una dictadura que duraría hasta su muerte, que tuvo lugar el 20 de noviembre de 1975.

Bueno, se cazó con la vigente ley de entonces modificada mediante órdenes con miras a que no dispusieran de armas los de izquierdas que se salvaron.

Como secretario que fui en dos ocasiones de la extinta Sociedad Mirandesa de Cazadores y Pescadores sita en Miranda de Ebro (Burgos) con la mayoría de cotos en Burgos, Álava y Palencia (700 socios), conservo una copia de la constitución de la sociedad que avala lo antes escrito.

Otros dicen que las primeras experiencias en ordenación cinegética se llevaron a cabo entre (1939-1950). No, no. Durante la última republica ya andaban los terratenientes de Andalucía mixturando perdices rojas con la Alectoris chukar e incluso con otras que no me atrevo a aseverar por carecer de la evidencia documental que lo sustente.

Como decía antes, tres meses después de haber finalizado la Guerra Civil española, se estrenaba la dictadura con una orden sobre la regulación de la caza con aspectos novedosos relacionados con la proscripción de los disidentes y el control de las armas de fuego (Orden de 27 de julio de 1939; BOE núm. 211). En la citada Orden sobresalen una serie de privilegios ideológicos dignos de conocer.

  • 1. Terminada felizmente la guerra de liberación de nuestra Patria, y en tanto no se promulgue la nueva Ley de caza, se necesita dictar unas normas para regular el aprovechamiento de nuestra riqueza cinegética, en las que, en cuanto sea posible, se recojan las peticiones que tiene formuladas la Asociación General de Cazadores y Pescadores (…)
  • 2. Queda prohibido el uso y transporte de cartuchos de caza con bala o postas, lo cual se considerará como un hecho delictivo (….
  • 3. Para la caza mayor será necesario, además de la licencia, un permiso especial de las autoridades competentes, que podrán concederlo con las restricciones que en cada caso juzguen oportunas (…)
  • 4. Los Gobernadores civiles podrán conceder licencias de uso de armas de caza y para cazar solamente a personas de reconocida adhesión al Movimiento Nacional, previa la oportuna solicitud, que deberá ir acompañada de los informes de la Guardia Civil y de una Sociedad de Cazadores legalmente constituida, pudiendo solicitar además cuantos informes consideren convenientes en cada caso. Estas licencias serán de la clase que determina el decreto de 18 de abril de 1932, a la que se adherirán, además, sellos de «Subsidio pro Combatiente», cuya cuantía será del 10% de la licencia correspondiente.
  • 5. Las autoridades militares podrán dejar en suspenso los derechos de cazar en las zonas que delimiten en cada provincia, notificándolo a los Gobernadores civiles, quienes, de acuerdo con las Autoridades militares, los harán publicar en los «Boletines Oficiales» definiendo los límites y extensión de las zonas a que alcance la prohibición de cazar.
  • 6. Los Gobernadores civiles insertarán esta Orden en los «Boletines Oficiales» de las provincias de su mando.

Como puede deducirse, al necesitar la caza un arma, ésta se reservaba para los incondicionales del régimen por si aparecían los masones o los «conspiradores judeomasónicos».

Para poder cazar era obligatorio pertenecer a una sociedad de cazadores que avalara la petición de licencia. Por tanto, estas asociaciones se convirtieron en un medio de control del nuevo sistema. Ya que el presidente y vicepresidente debían de pertenecer al Movimiento (adjunto ejemplos).

En esta etapa autárquica, la actividad comercial derivada de las piezas abatidas fue muy intensa; por ejemplo, se obligó a fijar precios máximos de venta para cada especie hasta 1.950, año en el que se declaró la libertad de precios, comercio y circulación de la caza en sus diversas variedades. Además, y como veremos más adelante, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, se crearon cotos especiales de caza y aumentó el número de los cotos nacionales. Pese a esta situación de casi control absoluto del recurso caza, la ley seguía sin cumplirse y la veda no se respetaba por «el precio que alcanzó la caza y lo solicitada que estaba (Circular núm. 747 de 24 de junio de 1950; BOE núm. 182) a pesar de las circulares que establecían precios máximos según las provincias. Los mandamases la emprendieron contra los furtivos de quienes decían y repetían hasta la saciedad que: «existen tiradores de los que llamamos escopetas negras, que derriban todo lo que sale; por cierto que les va muy bien, pues además de divertirse, sacan un jornal que les permite abandonar el arado y la azada» (Circular núm. 747 de 24 de junio de 1950; BOE núm. 182).

En la década de 1940, ciertos artículos cinegéticos mostraban inquietud sobre el futuro de la caza. En ellos, era habitual que invitaran al Estado a intervenir directamente para frenar su imparable deterioro. El conde de Yebes fue la figura más pragmática en este particular empeño, y exigió:

  • La creación de un Consejo Nacional de Caza y Pesca integrado por delegados profesionalizados.
  • La reforma de la Ley de Caza de 1902.
  • La creación de un organismo supervisor de las decisiones legales que afectaran a la caza.
  • La mejora y multiplicación de los espacios públicos cinegéticos.
  • La puesta en marcha de campañas de captación de cazadores extranjeros y la gestión compartida del recurso entre el Patronato de Turismo y el sugerido Consejo Nacional de Caza y Pesca (Yebes, 1938).
  • La expedición de las licencias de caza en los distritos forestales —y no en los gobiernos civiles-.
  • La formación de reservados de caza en cada provincia.
  • La ampliación de las vedas, la puesta en marcha de programas de repoblación con especies cinegéticas.
  • La prohibición de la exportación de la caza viva.
  • La obligatoriedad de realizar un curso para obtener una licencia de caza.
  • La intervención de los ingenieros jefes de los distritos forestales en las faltas cometidas contra la Ley de Caza, etc. (De Castro, 1948).

Precisamente, en abril de 1938, el bando denominado «nacional» creó el Servicio Nacional de Montes, Caza y Pesca Fluvial dirigido por ingenieros de montes. Dos años más tarde, el ministro de Agricultura Joaquín Benjumea reorganizó el Consejo Superior de Pesca, Caza, Cotos y Parques Nacionales con el objetivo de suprimir la multiplicidad de organismos con responsabilidades en aquellos temas. Entre sus atribuciones destacan la propuesta de proyectos y medidas legales para la conservación, fomento y aprovechamiento de la riqueza cinegética y el estudio de las iniciativas sociales y comerciales de las industrias derivadas de la caza o de ámbitos científicos.

En este artículo estoy dando prioridad a las perdices. ¡¡Lo que son las cosas!! Hoy mismo termino de leer en Club de Caza que la Guardia Civil y los guardas de los cotos han detenido a una banda de furtivos de perdices en Andalucía.

El furtiveo de perdices es un tema que ha variado desde hace varios siglos y —por desgracia— sigue aumentando. Ahora los lúmenes que se consiguen con baterías de automóviles e incluso con linternas de largo alcance y reducido tamaño, han facilitado mucho las cosas, pero ahí siguen los furtivos con las motos en tiempos de la cosecha capturando pollos, los reclamos digitales y los sempiternos lazos que ahora se hacen con hilo de nailon en vez de con cuerdas de cáñamo untadas con pez para facilitar el deslizamiento de los agarres. Los caballos ahora son de lujo y no hay amo que dejé cortar cerdas para trenzadas sustituir a las de nailon. Las de yegua no valen por partirse con facilidad como consecuencia de tener a menos distancia la vulva y mojarse la cola al mingitar. También se hacían con las cerdas de las crines, pero el lazo había que tejerlo demasiado y engordaba mucho. Un servidor de ustedes, que soy yo, le da vergüenza ver la impunidad con la que se pasean los furtivos por la noche. «Y diles algo», que esos no reparan en contemplaciones. Lo digo con conocimiento de causa habida cuenta de que por las noches, cuando tengo permisos del jabalí por daños, voy a las esperas.

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