Dignidad, orgullo y fidelidad
Acompañó el tiempo y, como era previsible, el campo de aviación de Dima acogió una multitud de cazadores y pescadores deseosos de exteriorizar con su presencia la continuidad de sus aficiones.
La fiesta, como siempre, ejemplar en un ambiente de camaradería y hermandad propio de unos colectivos ejemplo de andar por el campo y por la vida. Récord de asistencia. Algo tendrá el vino cuando lo bendicen. Exhibiciones y actividades perfectas. El público lo agradeció. Escuchó con atención el mensaje de sus dirigentes y el apoyo se manifestó en un aplauso generalizado. Cerró el acto una comida de hermandad con los representantes de las sociedades de caza y pesca y organizadores del acto. A los postres los homenajeados recibieron sus diplomas arropados por sus compañeros que les aplaudieron a rabiar. Sentimiento, cariño y un merecido aurresku de honor. Grato recuerdo de por vida. Presencia de innumerables familias al completo, abuelos, padres e hijos. Sorprendió gratamente. Algo inédito en otras fiestas similares. Asistieron también cazadores navarros, riojanos, burgaleses, cántabros y hasta madrileños. Apoyo público a la fiesta de gran número de Federaciones Autonómicas de caza, así como de otros entes relacionados con esta práctica: fabricantes de cartuchos, de armas deportivas, gestores de cotos de caza, asociaciones de caza estatales, jóvenes por la caza, fabricantes de textil y botas de monte, marroquinerías, guarderío, armerías… Por motivos diversos ajenos a la fiesta la presencia institucional se echó en falta. En el aspecto político, únicamente el Presidente del Euskal Buru Batzar, Andoni Ortuzar dio la cara y asistió al evento. Estamos en tiempos en que tristemente los valores se van diluyendo, se van postergando y los ejemplos en el fútbol nos salpican mediáticamente. Tanto en la roja como en nuestra propia casa, donde futbolistas ilustres que han perjurado compromiso a un club rompen su palabra. En Dima priman otros valores, dignidad, orgullo y fidelidad a cargo de unos aficionados, anónimos, que tienen en el corporativismo y no en el dinero el color de sus amores.