Linces y furtivos
Las lenguas de doble filo, que tanto daño hacen al conservacionismo sensato, se han desatado camino del Rocío para dejar en el aire una difamación que apunta a los cazadores como causantes de la muerte de un lince desaparecido hace un par de meses, aunque no pueden dar el más mínimo detalle al respecto y menos aún demostrarlo.
La mayoría de los cazadores no tenemos ningún complejo de victima, los que se salen de la ley se borran ellos mismos de la nómina de los cazadores y se apuntan a la de los furtivos. Cada vez que tengo que escribir sobre algún insulto de este tipo a los cazadores, se me cae la canana a los pies pues parece como si tuviéramos que demostrar lo que es obvio y evidente. La Federación Andaluza ha sacado hace unos días una nota de prensa indignada porque un grupo conservacionista, WWW/ADENA, que comparte el proyecto LIFE/06/NAT/E/209 con nuestra entidad deportiva, se ha hecho eco de un dicterio de Juan Romero, representante de Ecologistas en Acción en el Consejo Participativo del EN de Doñana. En aquel consejo del 8 de setiembre, según la noticia, Juan Romero dijo que la muerte de un lince podía haber ocurrido tras una cacería de zorros en la zona. El director del EN de Doñana negó que eso se hubiera producido así, pues Garfio, un lince ibérico (Lynx pardinus), radiomarcado, había dejado de emitir en julio pero ha sido visto después de dejar de emitir; asimismo, informó el responsable del espacio natural que ha ordenado su búsqueda con perros, rastreo aéreo y de huellas, por si se da con el desaparecido. Nadie, excepto Juan Romero, llega a ninguna conclusión, porque ni el SEPRONA, ni la guardería medioambiental, ni nadie, tienen ningún dato para hacer conjeturas y se mueven dentro de la sensatez y el sentido común. Estos son los hechos objetivos. Aunque todos los años se practica la caza durante varios meses en territorio del lince (excepto sobre conejos para que el querido felino tenga comida) no se producen muertes que pudieran vincular la palabra caza con el delito que supone intentarlo sobre el felino más amenazado del mundo. Yo me pregunto si no es posible que Garfio se haya podido desplazar fuera del radio de detección. Tampoco descarto otras hipótesis. La Federación Andaluza ha apuntado que cualquier elucubración es posible para justificar la necesidad de participación y control en estos proyectos tan generosos de dotación. Puestos a pensar, cualquier planteamiento podía valer. Por supuesto, no descarto la posibilidad del frío y acerado lazo o el trabucazo cabrón de algún furtivo cobarde y matón. Pero jamás será la acción de un cazador. Y menos aún de los de esa tierra andaluza, estando como están, emocionalmente tan comprometidos con el lince ¿Qué busca el representante de Ecologistas en Acción dejando esa maldad difamatoria en el aire? No es aceptable, y debería ser el inicio de otras acciones, que un difamador de esos que viven, pero dicen que se mueren, a cuenta del lince, denuncie el supuesto de que los cazadores han matado un lince sin aportar ninguna prueba. Menos aún es que otro grupo ecologista serio, como ADENA, copie patrones y diga lo mismo. La insensatez no tiene límite. Pero por estas cosas nosotros no vamos a cambiar de norte. Les va a dar lo mismo. Vamos a seguir protegiendo al lince, al conejo, a la avutarda, a las perdices y a toda la fauna que requiera custodia. Y lo vamos a seguir haciendo como hasta ahora: a nuestra cuenta y cargo. No nos van a desanimar ni eliminar de los grupos de amparo. Es una pena que se hostigue a los cazadores, que pueden ser clave en la recuperación del lince, en una zona donde todos los esfuerzos que se sumen a favor de los de Doñana van a ser pocos. El lince está aquí muy en precario pues la población no se recupera y apenas si se mantiene. En cuanto a protección legal, el lince goza de todas las posibles. Según el RD 439/90 por el que se regula el Catálogo de Especies Amenazadas, está en la categoría I: En peligro de extinción. La Directiva 92/43/CEE de Conservación de lso Hábitats y de la Fauna y Flora le incluye entre las especies prioritarias (Anexo II) y especies que requieren protección estricta (Anexo IV). El Convenio de Berna le considera también especie estrictamente protegida (Anexo II). El Reglamento CITES 3626/82/CEE le considera como especie en peligro de extinción, con normas de control del máximo rigor. El Libro Rojo de los Vertebrados y la Lista Roja de UICN 1996 le catalogan en peligro. La reciente Ley 42/2007 de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y Biodiversidad le incluye en el anexo de especies amenazadas y en el Art. 55. a) y por estar en peligro de extinción se obliga a realizar en tres años un plan de recuperación. El problema está en que el lince no levanta cabeza y ha caído en picado desde hace unos años sobre todo en Doñana porque, además del poco ímpetu criador, el virus Fe LV se ha llevado de calle a once linces, además de otras bajas recientes por atropellos. Las poblaciones de lince ibérico en España en 1988 eran de mil cien linces censados; en 1998 quedaban seiscientos y en 2008 no llegan a doscientos. El problema es la escasez del lince, aunque hay una esperanza prudente ya que la población en los últimos siete años casi se ha duplicado gracias a las aportaciones de Andujar-Cardeña. La tabla siguiente nos da idea de la situación y evolución del lince ibérico:
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