La berrea del ciervo

Algo ha cambiado en el geoide denominado Tierra que induce a cambios en la naturaleza dependiendo del meridiano y, por ende, repercute de forma directa o indirecta en la gente, cuanto si más en los animales o en los vegetales.


Por desgracia, las personas que trabajan en un hospital o en una oficina, qué más me da, están amordazadas por una rutina cuyas ramas no les dejan ver el bosque. No es el síndrome post vacacional, no, pues no se les deja tiempo para pensar. La enfermedad es tan grave que puede compararse al Síndrome de Sísifo. Pero quienes rigen nuestros destinos con tan mal tino, envidiosos del mundo rural quienes estaban y están en constante comunión con la naturaleza, son sistemáticamente arrancados de este huerto (no de olivos) y destruidos como si fueran malas hierbas.

Recuerdo cuando en la última dictadura se le echaban al campo la culpa de todos los males que padecía la Patria para echar a la gente del campo y encarcelarla en esas colmenas de las ciudades, donde privaron a los emigrantes de su cordón umbilical con una manera de proceder ancestral en perfecta sintonía con la naturaleza, y con un Santoral cuyas fiestas y fechas fueron rotando de religión en religión para no romper jamás la santa tradición.

La berrea

El hombre de campo no cree en memeces tales como la caza sostenible, y mucho menos en quienes vienen con esas cantinelas a enmendar lo que desconocen en todas sus vertientes.

El hombre de campo se rige por acontecimientos magnos, como por ejemplo la berrea de los ciervos, y en estos momentos ya están inquietos después de haber pasado una mala temporada como consecuencia de una de esas sequias que antes siempre se acompañaban del adjetivo pertinaz.

Ha llovido y ha hecho frío, y de haber estado los ciervos con fuerzas suficientes, ya hubiese comenzado la berrera. Pero los ciervos son cautos como para saber medir sus posibilidades y esperar inquietos un devenir que se perpetúa desde la noche de los tiempos. No. No es como dicen algunos que comienzan a berrear con las primeras aguas de septiembre. Comienzan cuando están en forma para ello y es entonces cuando el monte se llena de sonidos seculares para perpetuarse.

Un poco de pragmatismo

Aquellos que se denominan ciervos bien cuidados son animales semiestabulados que viven al aire libre y sus dueños (algunos muy conocidos en los tribunales) no les privan de comida, agua medicalizada y lo que haga falta para ver quién es capaz de tener el macho con las mejores cuernas y ofrecérselo como regalo a quien pueda multiplicar su patrimonio, aun cuando tengan que ofrecérselo al demonio. Esos ciervos ya habrán entrado en celo.

Esos ciervos que por la obtusa visión de una administración en manos de terceros deja que los ciervos se multipliquen sin la aprobación de los agricultores y ganaderos están causando estragos que la administración paga tarde mal y, a veces, nunca. Motivo este por el que a mi modesto entender el dinero recaudado por su caza o sus visitas guiadas debiera de destinarse a esos hombres valientes que han resistido en sus pueblos pasando necesidades y atropellos a la razón como son los daños antes citados.

Bueno, esto es predicar en el desierto. Ya me imagino a los memos capitalinos asistiendo a esas visitas guiadas por ciegos para ver aparearse o pelearse a los ciervos. Visitas que no les dejan copular debidamente y son los ¿conservadores cinegéticos? y los ¿ecologistas? quienes han puesto de moda el evento y ya se están anunciando para asistir al magno encuentro ejerciendo, de lo que ignoran, de guías por supuesto.

A esos ecologistas quisiera verlos yo cuando nieva copiosamente en la Montaña Palentina o en Riaño y los ciervos mueren de frío y hambre a la orilla de las carreteras o de la famosa Ruta de los Pantanos palentina. Tengo imágenes sobradas de la negligencia mayúscula de la Junta de Castilla y León que echó pacas de paja con helicópteros después de que los ciervos muriesen y fuesen hasta devorados por los mastines.

¿Las cuernas?: las cuernas faltaron de inmediato, como era de esperar donde nadie está contento, salvo algunos muy conocidos… Ah, y los de los parques naturales y figuras similares donde están en grandes extensiones cercadas, mueren también por la desidia y abulia de los responsables en primera instancia. Claro, yo conozco un lugar cercano a Boñar (León) regentado por un particular donde no se murió ni uno.

Quienes me conocen saben que soy un enemigo acérrimo de la privatización, lo fui siempre y lo pagué caro, pues siempre vi en el outsorcing posibles desmanes hoy sobradamente demostrados, aun cuando sólo haya emergido la punta de un iceberg, pero hay funcionarios que merecen lisa y llanamente el despido y su inhabilitación para desempeñar un cargo público. Sepan que los desmanes no siempre los cometen los altos funcionarios…

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