¡A mí la Legión!

Esta popular expresión pertenece al título de la película dirigida por Juan de Orduña en 1942 y que versa sobra las peripecias de dos amigos legionarios. Uno de ellos, Mauro, se ve involucrado en una trifulca que acaba con él en prisión. Su compañero, el Grajo, remueve cielo y tierra para esclarecer el caso y librear de su injusta condena al soldado.


La infatigable ayuda prestada por el Grajo, junto a otros compañeros del destacamento de la 4ª Bandera, responde a la llamada que cualquier legionario debe atender para auxiliar a otro que la proclame, ya sea con o sin razón. La Legión, y el Ejército en general, no están sólo para ayudar a compañeros soldados o intervenir en contiendas, sino que en numerosas ocasiones son los primeros en acudir al rescate de miles de personas en apuros tras un desastre natural, como en el reciente tifón Haiyan que ha arrasado Filipinas, o salvando vidas en un conflicto bélico. Para cumplir satisfactoriamente con estos menesteres, utilizan la maquinaria y la tecnología más sofisticada que los avances científicos permiten. No obstante, estos adelantos no sólo se han creado para luchar en tiempo de guerra, ayudar en la vida cotidiana o salvar vidas, sino que también son empleados con el fin de combatir el incesante furtivismo que asola gran parte de África, como así han puesto en práctica Kenia, Sudán, Sudáfrica o Etiopía. En la Reserva Nacional keniata de Masai Mara se están utilizando desde hace algún tiempo aviones no tripulados para tomar imágenes aéreas de los cazadores furtivos y de los Masai, quienes en ocasiones matan a los animales que interfieren en el pastoreo de sus vacas. Estos drones, como son conocidos popularmente, tienen la capacidad de disparar bolas de pintura cargadas de picante para ahuyentar a los paquidermos de zona conflictivas o alejarlos con el ruido de su vuelo. En uno de estas salidas son capaces de cubrir 10.000 acres (40 kilómetros cuadrados), lo que equivaldría al menos al trabajo de 50 scouts para llevar a cabo estas mismas tareas de vigilancia y disuasión. Actualmente, estos aviones se están preparando para enviar imágenes en directo a los guarda parques, o localizar fuentes de calor en mitad de la noche, lo que ayudará en gran medida a controlar las reservas naturales. Otra de las aplicaciones tecnológicas que se emplean contra el furtivismo es Google Earth, que actúa como herramienta para el seguimiento vía GPS de elefantes y rinocerontes, a los que previamente se le han instalado collares radiolocalizadores o minúsculos microchips. Gafas de visión nocturna, helicópteros militares y efectivos castrenses son otras ayudas que reciben los Gobiernos africanos para reforzar las patrullas de conservación que luchan contra el feroz enemigo: el furtivismo. Toda ayuda es poca para frenar y prevenir esta lacra que cada día arrebata la vida de una forma despiadada a un buen número de especies de alto valor natural. Por ello, las autoridades no deben avergonzase de exclamar ¡A mí la Legión! y servirse de los fantásticos recursos que ofrecen los cuerpos de seguridad de los países más desarrollados, adaptándolos a los servicios de vigilancia y conservación de los espacios naturales.
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