Cuando todo esto acabe…

—Volveremos a esas fugaces llamadas a últimas horas de la tarde… «a las 5 nos vemos allí…».


—Volveremos a esos largos caminos, cargados de anécdotas, risas y «Yo creo que hoy el pájaro romperá por…».

—Volveremos a esos reencuentros en la puerta del bar bañados de abrazos, emoción y esos: «¿Cómo estamos, amigo?».

—Volveremos a esos bares con esencia de caza y escuchar: «Amigo, dos con leche y dos enteras con jamón».

—Volveremos a oler y saborear ese primer café de la mañana y pensar: «Cómo me gusta este momento».

—Volveremos a llegar a la finca de noche, sortear los puestos y escuchar: «Anda hijo, ya te ha tocado la pompa».

—Volveremos a llegar a nuestro puesto a oscuras, a soltar los trastos, mirar la tenue luz que te vaya regalando la mañana y sentir que estás soñando, hasta que un xip xip te devuelve a la tierra.

—Volveremos a disfrutar de ese primer lance de la temporada, erizándote la piel, al oírlo viéndolo entrar y escuchar «Buenaaaa», o «Ese era machooo».

—Volveremos a reunirnos tras la tirada de mañana para contar las anécdotas, los aciertos y los fallos, escuchando: «la querencia la tenían los pájaros por el puesto de mi derecha».

—Volveremos a sentarnos alrededor de una lumbre, a sacar el taco y la carne ibérica y escuchar: «Ve partiendo el pan y tráete la bota».

—Volveremos a las largas charlas de sobremesa, las historias, los chistes y algún que otro cante de lo más atrevidos.

—Volveremos a escuchar esa vieja cafetera subir en las ascuas de la lumbre con ese olor inconfundible a café escuchando: «Niño, tráete los dulces que esto ya está listo».

—Volveremos a esos instantes de silencio tras el café, donde el sosiego se apodera de nosotros hasta escuchar: «Bueno, señores, va a haber que ir moviéndose, ¿no?».

—Volveremos a colocarnos en el puesto de tarde, a desconectar observando los preciosos paisajes atardeciendo, hasta escuchar: «TE COMEEEE».

—Volveremos a oscurecer entre jaras y monte, olivares y retamas, naranjales y pinares, disfrutando de los últimos lances a dos luces escuchando: «Quillo, vamos que nos pilla el toro».

—Volveremos a esos caminos de vuelta, agotados pero con una sensación de bienestar que no la vamos a explicar, porque todos la estamos saboreando al leer estas líneas.

—Cuando todo esto acabe, saborearemos mucho más hasta el más mínimo detalle, recordaremos aquellos que ya no podrán acompañarnos físicamente, pues en el monte siempre quedará su esencia.

PERO VOLVEREMOS.

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