Liosa, negro sobre blanco

«Por el lindero viene raudo el viejo matacán, finta y zigzaguea, duda, quiere saltar al camino pero no lleva respiro, sabe que tras él viene la muerte, vestida de negro, negro azabache de elegancia y nobleza, es Liosa, esta vez sus artimañas no le dan res


La LXXXII edición será recordada siempre por la incertidumbre vivida antes del campeonato, por cómo habría afectado la mixomatosis a las liebres en el corredero de Madrigal, y que a la postre se demostró, gracias al trabajo de la gente del acotado y de la Federación Española, que el campeonato se pudo realizar en óptimas condiciones.

Negro sobre blanco es la manera de como se escriben las leyendas, esta sería la metáfora que describe en pocas palabras a la trayectoria de la actual y merecidísima campeona de España de la LXXXII edición de la Copa de su Majestad el Rey de Galgos en Campo, Liosa de Clemente.

Orígenes

La base genética de la reata actual es Simba de Clemente, perra de raza antigua, descendiente del Rigan, con la que se ha ido fijando los caracteres principales y el estilo de de la cuadra de Matapozuelos.

La madre de Liosa es Mora de Coello, que viene de Titán de Clemente (hermano de Manivela de Coello) y de Tormenta de M, una perra de un buen amigo de Tudela.

De Mora podemos decir que ha sido una grandísima perra, pudiendo siempre con las liebres, destacando sobre todo por su codicia y por sus demoledores cambios de ritmo. Pero que como muchas veces ocurre en este deporte, la suerte no la acompañó en la competición, teniendo que ser retirada por lesión en dos ediciones consecutivas los años 2014 y 2015.

El padre de nuestra protagonista es el archiconocido Faruk de la Tata, probablemente el mejor semental de los últimos años, al menos estadísticamente hablando, y que más y mejores resultados está dando en las distintas competiciones.

Nos cuenta Tomás, que el motivo de echar a Mora a este perro, fue sobre todo por la dureza de manos, y por la «limpieza a la hora de seguir la trayectoria de la liebre».

La camada de Liosa nació en Octubre, fueron siete perras y tres machos, el motivo de la elección de Liosa fue un capricho del destino o de la genética, pues al tener más pelo duro que los demás, a su dueño le recordaba a Titán, el abuelo, del que guardaba un extraordinario recuerdo y que por desgracia fue robado.

Anecdóticamente, nos comenta que desde que era una cachorra iba muy a lo suyo, un tanto dominante, pero con un carácter especial, este hecho lo hemos podido ir contrastando en otros artículos anteriores, en los que parece que los galgos predestinados a ser los mejores, parecen tener ciertas «rarezas» en su comportamiento desde que son cachorros.

Competición fases previas Castilla y León

Para este apartado hay que empezaremos por cómo se realizó la selección. De partida había tres hembras, incluida Liosa, y un macho hermano de camada, hoy semental de la cuadra, Pedal de Clemente.

Desde un principio surgió la duda entre Liosa y Salsa, perras lo bordaron con una buena liebre, demostrando que la camada estaba dando un gran nivel. Finalmente lo que decantó la balanza a favor de Liosa, era lo agresiva y pegajosa que era con las liebres, amén de la manera de atosigarlas en carrera.

Una vez probadas las hembras, se hizo la prueba con Pedal, pensando que la decisión sería más fácil, pues al ser macho podía estar menos cuajado por la edad, nada más lejos de la realidad, el perro corrió de tú a tú con Liosa, dejando a su propietario un extraordinario sabor de boca, que ponía difícil la elección final.

Tras meditarlo concienzudamente fue Liosa la elegida, al ser hembra y más adelantada, podía aguantar mejor la dureza del campeonato, pero Tomás nos deja claro que podía haber sido cualquiera de los tres, pues la camada resulto espectacular en cuanto al rendimiento en campo.

Normalmente, en Matapozuelos, antes de presentar un perro para competición, se suele hacer, como en muchos otros lugares de España, un pequeño campeonato local para determinar que lebreles son los más idóneos para representar al club de la localidad.

En el caso que nos ocupa, el Club Virgen de Siete Iglesias, este año solo se presentó Liosa por distintos avatares con los perros de otros socios que no pudieron disputar el mini campeonato local.

En competición nos cuenta Tomás, tuvieron un «regional» lleno de incertidumbre, sobre todo porque aún avanzada la temporada, se seguían viendo liebres enfermas, el número de liebres para el campeonato era una incógnita.

A Liosa le tocó correr previas, la perra según iba avanzando la competición iba demostrando, aparte de cualidades antes mencionadas, una casi milagrosa capacidad de recuperación.

No se puede decir que las fases previas fueron un camino de rosas, porque en esto del galgo, la suerte puede se puede decantar muchas veces de un lado o de otro sin tener en cuenta la velocidad y la codicia, sino otros factores como golpes o errores de apreciación.

El día más complicado se vivió en cuartos, en el «Chucho», dónde se cedió el único punto de todas las fases previas (De aquí surgió el lema del equipo acuñado por el primo de Tomás, Jose María Cantalapiedra emulando a Luis Aragonés con el lema: «Ganar, ganar, ganar y volver a ganar…»).

Al saltar una cañada por donde pasan los toros en el encierro, la perra se cae y sale arrastrada durante varios metros, cuando se rehace, a pesar de volver a entrar en liebre, los jueces paran la carrera, y pierde el punto. Ese día se corrieron seis liebres en total, antes de la sexta con varias nulas de por medio, Liosa consiguió empatar, pero al llegar a la última y definitiva, su dueño se da cuenta de que la perra va mal en traílla, se había quedado como «grogui», estaba ida y no reaccionaba, ni siquiera ante las palabras de Tomás.

En ese instante apareció Alberto Monjil, buen amigo, y obró el milagro, pues le aplicó un gel energético que consiguió que la perra se recuperase y volviese a entrar en traílla, cuando saltó la liebre, nuestra protagonista volvió a correr fiel a su estilo, como si nada de anteriormente descrito hubiese sucedido, lo dicho, la capacidad de recuperación de esta perra era algo fuera de lo común.

A semifinales llegó muy tocada de las manos, los cuartos habían resultado durísimos, aún así no cedió ningún punto, destacando la segunda liebre, donde la perra sale como «galopona» por el barbecho, sin duda alguna, resintiéndose de las heridas pero a medida que avanza la cerrera y cambia el perfil del terreno, Liosa se dispara (nunca mejor dicho), y consigue pasar a la rival y hacerse con la liebre y el punto.

Llegó ansiada final del «regional», Liosa corría contra un buen macho. De esos días, recordar que hubo que ir varios para poder acabar y sacar adelante los puntos, el terreno estaba impracticable, había llovido muchísimo, los jueces tuvieron muchísimos problemas para ver las carreras y también sufrieron algún percance, en el que afortunadamente no se lamentaron males mayores.

La primera liebre punto para Liosa de 1:45, la segunda de 2:13 no se pudo juzgar por que dos de los tres jueces se cayeron de los caballos ocasionando una falta de apreciación de los jueces. La tercera fue una «pava» típica de Aldeaseca, de 3:38 de duración, con un carreron de antología, sorteando pinares y alambradas, donde la perra de Matapozuelos no dio tregua en ningún momento a la rabona, que llegó incluso a meterse entre la gente para despistar a su perseguidora, finalmente se metió en una boca de conejo, esa fue sin duda su tabla de salvación.

La carrera para sorpresa de los asistentes, no fue definitiva, los jueces por diversidad de pañuelos no hay punto, y deciden que hay que correr de nuevo, una faena para los perros que habían terminado bastante tocados.

Tocaba ir un nuevo día a correr, solo nosotros, pues los demás grupos habían terminado días atrás, fue finalmente una liebre de 1:45 la que otorgó a Liosa la posibilidad de disputar el ansiado «Nacional» y hace cumplir el sueño de todo aficionado a este maravilloso deporte.

Llegó el Nacional…

Según nos cuenta Tomás, el hecho solamente de estar, y subir a por la manteleta es el sueño de cualquier aficionado, escuchar las palabras del poeta José León, es una sensación indescriptible que todo buen galguero merece una vez en la vida.

Al nacional siempre se llega el primer día con la incertidumbre de estar en terreno desconocido, pues una cosa es cazar entre amigos y otra es hacerlo ante la impresionante mano que se arma y los miles de aficionados que lo ven en directo y por la nueva modalidad de streaming, por el canal youtube.

En octavos contra Bartola, liosa disipó dudas desde el primer momento, seguía estando en una espléndida forma, en sendas liebres no cedió punto alguno y seguía corriendo fiel a su estilo, con los demoledores cambios de ritmo que tantas pasadas le proporcionaba, sobre todo en la liebre que dio un crono de 3:01.

En cuartos Liosa se enfrenta a Pequeña de Julio Herrera, a priori la favorita para la mayor parte del público, aunque en esto de los galgos esos pronósticos, las más de las veces no se cumplen, pareciendo más una maldición que una bendición.

En la primera carrera la liebre no tira lo suficiente, motivo nos cuenta Tomás, por el que cree que la perra hace algunas «cositas raras» y es amonestada, ese fue uno de los peores momentos vividos, donde pasas de la euforia a la duda, y de la alegría y satisfacción del trabajo bien hecho, al miedo ante la posibilidad de no poder seguir adelante en el campeonato.

La segunda liebre de cuartos se suelta larguísima, dio un crono de 0:58 segundos, Liosa lo hizo perfecto, fuerte e intratable de principio a fin, en definitiva, lo bordó.

La tercera, fue de las que más pudimos disfrutar todos los aficionados allí presentes, con las dos perras peleando mano a mano hasta el final con Liosa atrapando finalmente la liebre y llevándose el gato al agua ay el pase a semis.

En semis Liosa corrió contra Dulce del Rocío, una galga Zamorana que venía destacando por su gran velocidad en las salidas, pero con la que finalmente pudo en sendas liebres, en que la primera dio un crono muy ajustado y la segunda una buena liebre de las de Madrigal que le dio el pase definitivo, ahora sí el sueño estaba al alcance de la mano.

El día de la final el corredero amaneció perfecto, algo encapotado pero sin nieblas que a la postre saldría el sol que a la postre iluminaría radiante desde el cielo. Los abundantes aficionados se agolpaban ya en el Teso de los Moriscos.

Liosa a priori partía como favorita, Tomás nos cuenta que no lo tenía del todo claro, en sus palabras «que salgan buenas liebres y que sean los perros los que decidan» y así fue, como al comienzo del artículo, negro sobre blanco, en sendas liebres de 1.10 y 2.30, la perra de Matapozuelos, del club Virgen de Siete Iglesias entraba en la historia casi centenaria de los campeonatos de España de galgos en Campo, de la Copa de su Majestad el Rey.

Ese día según nos cuenta su propietario, tras la segunda carrera cuando llegó a la perra, y vio los tres pañuelos rojos que anunciaban el resultado se abrazó a Liosa dándole las gracias con lágrimas en los ojos por haber hecho posible el sueño de todo galguero, resultado quizás de la unión espiritual entre galgo y galguero que solo los que amamos de verdad a los galgos entendemos y comprendemos en su verdadera dimensión.

Liosa fue campeona, por tener paso, codicia, dureza de manos, una asombrosa capacidad de recuperación, pero sobre todo lo fue gracias a Tomas, galguero sencillo, humilde, de fácil trato, que no tiene nada que esconder, con el que charlando un rato, es fácil empatizar y sentirse identificado.

Para concluir estas líneas, como nos pide Tomás, vamos a rendir un pequeño homenaje a la gran labor de Ángela mujer de Tomás, que tantas y tantas horas pasó en la furgoneta los días de competición, que con las nieblas era irremediable, tranquilizando a las perras y mimándolas como solo ella sabe hacerlo para que estuviesen siempre en las mejores condiciones.

Agradecimiento al amigo Álvaro, porque cuando desgraciadamente hace años me robaron toda la cuadra, me llamó y me abrió las puertas de su casa para que escogiera la cachorra que quisiera, que fue Mora, sin ella no habría Liosa y sin Liosa nos seríamos campeones de España, gracias Álvaro de todo corazón.

Yo como autor solo me queda agradecerle a Tomás su atención, su sencillez contándome estas historias y desearle que disfrute en los años venideros de Liosa, que su leyenda y la de sus descendientes dejen una impronta indeleble tras las liebres de la Tierra del Vino para grandeza de la tradición galguera.

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