Apuntes Galgueros: Cuadra de Javier Berzal Valladar
Amanece en los cervantinos campos de Daganzo, la mano ha visto la liebre en la cama, en la traílla, contenidas las ansias, están Bohemio y Disparate, la suerte de la liebre está echada…
En este breve artículo nos desplazamos a la madrileña localidad de Daganzo de Arriba, archicononocida por la famosa obra de D. Miguel de Cervantes en su entremés La elección de los Alcaldes de Daganzo y, cómo no, gastronómicamente por sus garbanzos.
Hecha la presentación oficiosa, también hemos de destacar la gran tradición galguera de esta localidad, de hecho tal y como reza en la página oficial del Ayuntamiento «Cinco perras criadas en nuestro pueblo han sido campeonas de España de galgos en campo», aunque lo fueran por diferentes Clubes.
Son los correderos daganceños llanos, en ligera pendiente, bastante limpios, con una densidad de liebres antaño muy elevada, en la actualidad todavía, con un gran cuidado y gestión, suficiente para mantener la afición y ver buenas carreras.
Es fruto de esta tradición de donde proviene la afición de D. Javier Berzal Valladar, del Club galguero Los Churritos, propietario de una de las cuadras de sementales más completas de la zona centro peninsular, pero antes de conocer los perros de su cuadra, vamos a tratar de entender al galguero, a la persona que está detrás del cuidado de estos animales.
Javier, pertenece a esta nueva generación de galgueros, que aunque respetando el conocimiento sobre el galgo de nuestros mayores, ha optado, como él mismo nos reconoce, de manera autodidacta, por investigar sobre la alimentación del galgo, nuevos métodos de entrenamiento para mejorar algunos parámetros fisiológicos y psicológicos de nuestros lebreles, se considera muy autoexigente, pero nunca le pide a los perros más de lo que se pediría a sí mismo como amante del deporte que es.
Se inició a fondo en la preparación de galgos de competición, como muchos otros galgueros, por un tradicional pique con otro compañero, a ver cual corre más, un día de Navidad de hace ya más de 20 años.
En la actualidad posee una imponente cuadra, donde destacan dos machos de reconocido prestigio a nivel genealógico y en competición, demostrando una vez más que no es necesario una cría indiscriminada para tener buenos perros, sino que con tiempo, dedicación, saber hacer y, cómo no, una buena genética se pueden obtener grandes resultados.
El primero es Bohemio de Mocejón (Chapapote x Aida de la Romera)
Tuvimos la oportunidad de verle correr este año en la carrera de regates de Yuncler (Toledo), perro con un gran paso, codicia y velocidad de principio a fin, nos sorprendió gratamente que un perro campero como este batiera sin problemas a perros ingleses, a priori favoritos.
Tras un desafortunado percance, donde se rompió el radio, una intensísima recuperación con las más avanzadas técnicas veterinarias, tendremos la oportunidad de verlo correr en el campeonato de España de galgos en campo 1.200 metros en Viso del Alcor.
El segundo es Disparate de El Albero (Chepa de el Calvete x Pompita de El Albero), perro campeón de Madrid en 2017, disputó con mala fortuna el Nacional de Osuna, dónde corrió por el Club Lebreles del Jarama de Madrid, y decimos mala fortuna, porque se lesionó en Octavos, lo cual no resta ni un ápice al grandísimo perro que es, lo que tuve oportunidad de comprobar viéndolo correr tras las liebres madrileñas en varias ocasiones, dejando claro que es un perro con paso de principio a fin.
Según Javier, de él destaca que es un perro muy completo, tiene muchísima fuerza, gran paso y codicia.
Para terminar este artículo queremos agradecer el trato recibido por el propietario de estos magníficos galgos, desearle suerte para llevar la pesada carga que supone llevar el veneno de la competición en el corazón y rendir un pequeño homenaje a Disparate, sin duda un grandísimo perro, al que no pudimos ver en Osuna en toda su plenitud, debido al azar y a la mala suerte, que no impide que sea considerado por el aficionado como uno de los perros más importantes de los últimos tiempos. También, y como colofón final, mostrar el agradecimiento por parte de Javier a su veterinario Jose Ignacio, sus amigos Sergio de Ajalvir, Luis Sanz, Ángel Ruano y Antoñito —«Porque en los momentos malos, que son muchos, siempre están ahí»—.