¿Por qué se prohíbe cazar en Parques Nacionales?

El Director General de Parques Nacionales de Sudáfrica ha sido recientemente atacado por grupos ecologistas por permitir la caza en los Parques Nacionales (desde la aprobación de la Ley de Áreas Protegidas de 2003, de hecho, toda captura está prohibida). Me parece interesante reproducir la carta que envió a los medios en respuesta.


Ley de Áreas Protegidas de Sudáfrica de Daños a la Vida Silvestre y Hábitats por John J. Jackson III, Director y Presidente del Cuerpo de Conservación Durante la época del apartheid en Sudáfrica, el Parque Nacional de Pilanesberg en Bophuthatswana obtenía la mayor parte de sus ingresos gracias a la caza. El parque, en esos días, tenía 200 rinocerontes blancos, y aproximadamente 20 eran cazados o capturados cada año. Diez machos eran cobrados por los cazadores internacionales que pagaban fuertes sumas por las licencias, y los otros 10 (de ambos sexos) eran capturados y vendidos a ranchos de caza. Los 10 rinocerontes blancos que se cazaban eran la pieza principal del paquete de caza (compuesto por un rinoceronte blanco, y alrededor de otras 10 especies), y estos paquetes aumentaban el valor de la cacería (porque muchos cazadores venían a cazar exclusivamente el rino y no cazaban el resto del paquete). Los ingresos por la caza (con muy pocos gastos) de diez cazadores equivalían a los ingresos obtenidos a las visitas de 57.000 turistas en vehículos (con unos gastos generales enormes). Cuando el apartheid colapsó y Sudáfrica se hizo cargo de Bophuthatswana de nuevo, la población de rinocerontes se redujo; se trajeron más elefantes, y se introdujeron leones y licaones; y se prohibió la caza. La nueva administración quería tener los cinco grandes a cualquier precio… para el turismo. Los leones se comían a los búfalos (búfalos libres de fiebre aftosa y de fiebre de la costa –teileriosis–) que entonces se vendían a los ranchos de caza a 250.000 rands cada uno. Y el parque comenzó a degradarse inmediatamente. Los elefantes (que en años pasados eran sólo visitantes estacionales del parque) –ahora figura permanente– causaron la extinción local del árbol de la marula y del aloe del Cabo en el parque; aclararon el matorral y el bosque considerablemente (en detrimento de una población saludable de rinocerontes negros –especie ramoneadora–) y redujeron los dormideros y lugares de cría para el bufago de pico rojo –el picabueyes– (quedando las hojas muertas colgando de las copas de los bosques de aloes del Cabo que una vez existieron allí). Los picabueyes son los mejores aliados de los animales contra la enfermedad, ya que los mantienen libres de garrapatas (el mayor vector de la enfermedad, en cualquier reserva de caza. Todo esto ocurrió justo después de que yo renunciara a mi puesto como director del consejo de administración del Parque Nacional de Bophuthatswana. Así que ¡todo lo que brilla no es oro! Creo que el secreto para la supervivencia de los parques nacionales de África es integrar las necesidades del parque nacional con las necesidades de los vecinos rurales del parque, y la caza en el parque nacional debe ser la columna vertebral de su gestión… y esto viene de alguien cuya alma, durante 53 años, se ha impregnado del espíritu de los Parques Nacionales. John J. Jackson, III Conservation Force - A Force For Wildlife Conservation, Wild Places And Our Way Of Life cf@conservationforce.org www.conservationforce.org
Quien lo dice es un gestor de Parques Nacionales, que ha trabajado en ellos 53 años. ¿Alguien piensa que es mejor para un espacio natural, que sea visitado por 10 o 20 cazadores en vez de por 57.000 o 114.000? ¿Tiene el mismo impacto en las poblaciones una legión de turistas y vehículos en época de reproducción y cría, que un par de docenas de cazadores? El resultado está a la vista en las áreas protegidas donde se prohibe la caza. Se sigue cazando, pero sin ingresar dinero (llámese control de poblaciones, aumento del furtivismo, etcétera), y seguimos sin saber transmitir a la sociedad que la prohibición de la caza no es que no sirva de nada, sino que es contraproducente para las poblaciones de animales salvajes. Lo dice una persona, John Jackson, que ha dedicado toda su vida a los Parques Nacionales… ¡Algo sabrá!
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