Aguantan las codornices

En el ecuador de la media veda siguen los más constantes saliendo a cazar la codorniz con resultados para todos los gustos, pero en general en un ambiente de cierta satisfacción. Falta hacía después de tantas persecuciones de políticos empeñados en restringir el colectivo de cazadores vía absurdas reglamentaciones.


Otros por el contrario colgarán momentáneamente la escopeta al no encontrar en su acotado lo que esperaban hasta que la desveda general les aporte nuevas oportunidades con las perdices. En materia de caza la dicha difícilmente es completa. De todas formas en la zona norte de Burgos, a 1.200 metros de altura, todavía hay bastante codorniz, sobre todo en los acotados sin mucha presión cinegética. Esperemos que aguanten. ¿Cómo resisten sin agua en esos páramos? Pues con el aguazo (rocío) mañanero y el verde que ha salido entre el rastrojo por el agua de lluvia. Mucho hemos comentado en relación a esta modalidad sobre las características que la adornan, pero quizá sea bueno insistir en el apartado de la seguridad. Es siempre más seguro cazar solo, intentando no acercarse en el transcurso de la jornada a ningún cazador. Todos sabemos que normalmente son muchos los lances que acontecen y que las codornices arrancan para cualquier lado. De ahí que la presencia de compañeros en algún momento nos puede pasar desapercibida durante ese medio segundo que se produce el disparo. Situarse junto al perro en el momento de la puesta, cerrándole la zona por la que no queremos que arranque, siempre será una medida de seguridad cuando el cazador esté acompañado, amen de facilitar a los diestros correr la mano hacia el lado izquierdo siempre que se obstaculice el lado derecho, más difícil. Si por el contrario el cazador se acompaña de un amigo sin escopeta, éste deberá situarse detrás de él, lo más próximo posible. La mostacilla a cierta distancia no conlleva mucho peligro excepto en los ojos. Es prudente pues portar gafas antidisparos si la presencia de cazadores es relativamente numerosa. Esta modalidad de caza, no muy compleja en su ejecución, requiere como en todas una cierta ética venatoria, de ahí que algunos deberían renunciar a esa superioridad que denotan al abusar de medios y número de perros, rindiendo así a la pieza el homenaje que la elegancia cinegética exige. A no ser que prime el preparar cachorros y no el cuantificar piezas de la forma que sea.
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