Pescando cangrejos

Hablando de cangrejos, de chavales íbamos por las obras de construcción a robarles los ladrillos de Bilbao, que eran ladrillos con dos agujeros, donde los tirábamos al río y después volvíamos a sacarlos metidos de patas en el agua y tapando los dos agujer


También, con ramas de sauce o cualquier otro árbol de ribera, hacíamos un hatillo, metíamos una carpa o barbo que antes habíamos pescado o cualquier despojo de animal, que era difícil de conseguir, porque antes se aprovechaba y se comía todo por su nombre, cojones o criadillas, callos, riñones, bofes, callos y estómagos, hígados. En fin, todo valía. Lo metíamos en el hatillo, al día siguiente volvíamos a ver cuántos cangrejos había en sus ramas, también a mano.

Cuántas risas y lágrimas hemos echado por la mordedura de sus pinzas, para mí lo que más me gustaba era capturarlos con lamparilla, un artilugio que se hacía con una chapa de botella, cuatro alambres y un tapón de corcho para sujetar las alambres donde poníamos el cebo, lombrices o trozos de carne o pescado, se sujetaba con un hilo a un palo, cuando el cangrejo estaba comiendo, se levantaba muy lentamente, para no asustarlo y poniendo la sacadera debajo se movía y caían dentro.

Decir que los reteles, balanzas o chinos y demás artes nos los hacíamos nosotros o los heredáramos de algún pariente o vecino. Los lugares de pesca eran un secreto a voces, pero a pesar de los piques, había buena relación entre los pescadores, tanto profesionales como deportivos. Teníamos tramos acotados, vedados y aguas libres, cupos y medidas, todo bien reglamentado para que lo entendiera desde un catedrático de derecho penal a un chavalillo de párvulos, cosa que al día de hoy para mí es inexplicable con tanta normas, leyes, anexos y demás prohibiciones.

Mi recuerdo a todas y cada una de las especies de peces, plantas, aves y seres vivos que han desaparecido o extinguidos en los últimos años, salud y buena pesca.

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