Mañana de zorzales

La mañana del domingo me hizo constatar dos cosas: que hay más zorzales de los que pensaba y que sigo siendo tan malo con la escopeta como pensaba.


La sociedad de cazadores organizó una cacería vistosa, con carácter extraordinario y un cierto punto de romanticismo, que se me representó por momentos a las que supongo que hace muchos años, cuando había más caza en el campo, debieron de vivir los que nos precedieron en esta afición. La mañana fue alegre, diría que festiva, con más de cien escopetas en el campo, y con un ambiente de camaradería que la hizo entrañable. Ya lo he dicho, o eso creo: el único objetivo eran los zorzales. El Melly, que es el presidente del coto, dijo el otro día en esta página, un poco más abajo, que la Benelli de tres estrellas los "arrecoje" de las nubes. Pero me da a mí que va a ser más mérito del dedo que aprieta el gatillo que otra cosa, porque a servidor se le van de las nubes y de lo alto de los olivos vivitos y coleando, así le ponga las estrellas que quiera a los cañones. Algunos se largaron después de soltar un buen plumerío, con esa cara de tonto que se te queda pensando que para qué cargaste el plomo del 9, viéndolo mientras abre las alas y remonta el vuelo justo antes de tocar el suelo. Ninguno de los más de cien que nos echamos al campo sospechábamos que íbamos a disfrutar tanto. La mañana de zorzales fue espléndida. Sería capaz de decir que tan espléndida como un Domingo de Ramos. Pero claro, si digo eso seguro que viene el Melly, el presidente, y me dice que no, que así te entren por miles al puesto, los zorzales no son capaces de hacer un día que supere un Domingo de Ramos.
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